Taxi Driver – 1976 – Martin Scorsese – Taller de Cine de Azuqueca de Henares

 

La vi cuando se estrenó y recuerdo que me dejó mal cuerpo. Repetí hace como quince años y me cayó mejor.

 

Scorsese no es de mis directores favoritos.

 

Pero ahora me ha gustado más. Me habré vuelto más tolerante.

 

Magnífico el retrato de ese Nueva York nocturno iluminado con las luces de neón, con esos garitos infectos y un paisanaje de cuidado.

 

Nunca llevaría a un ligue a ver esta peli, que da mal rollo.

 

En aquellos años llevé a una novia a ver Annie Hall, con bastante éxito. Ahora también sería arriesgado después de los asuntillos sucios de Woody Allen.

 

El retrato de La Ciudad que nunca duerme, por parte de estos dos directores, es la cara y la cruz de la misma verdad.

 

Ahora que tanto se habla del sueño americano, esta peli refleja en qué se queda este sueño.

 

Travis Bickle ha vuelto de la Guerra del Vietnam, tal vez nunca fue muy normal y siempre ha tenido problemas de relación con los demás.

 

Pero desde que vino de los marines no puede dormir. Aunque tendría que saber que la Coca-cola y las chocolatinas no ayudan.

 

Tal vez tenga miedo a las pesadillas que aparecen en sus sueños.

 

Busca un trabajo nocturno que le aísla más de una sociedad normal. Se encuentra con los peligros de la noche.

 

La falta de sueño está asociada a fatiga, irritabilidad, desorientación.

 

Cuando Travis verbaliza su repugnancia hacia la “escoria social”, refiriéndose a la droga, la prostitución y el crimen, ¿cuánto hay de autorreferencial en él?

 

Sus pesadillas, su insomnio, su aversión a la marginación ¿son manifestaciones de los remordimientos de su conciencia?

 

Cuando parece que va establecer una relación normalizada la caga llevando a la bella Cybill Shepherd a ver una peli porno. ¿A quién se le ocurre?

 

Pues a alguien que carece de habilidades sociales y de empatía. Incapaz de ponerse en el sitio de la chica.

 

Por cierto, la muchacha también debe de tener algo de solitaria para aceptar la invitación de un taxista que no conoce. Tal vez encuentre en él la soledad que ella misma padece.

 

Cuando Travis se ve rechazado afirma que es como todas las demás, fría y distante. ¿Quién se portó así con él antes? ¿Tal vez su madre?.

 

El despecho de Travis hace que se dirija hacia el jefe de Betsy.

 

Encaja bien que un individuo triste anodino quiera hacer un acto que le saque del ostracismo. El sueño del neurótico es ocupar un puesto de privilegio, aunque sea temporalmente y por algo indeseable.

 

Sus ideas paranoides y violentas van cobrando forma. Se prepara el acto “redentor”.

 

Pensemos, ¿qué (o a quién) necesita matar Travis?

 

Sus demonios, sus fantasmas, su pasado que lo atormenta y el cual proyecta en la inmundicia y el desorden externo.

 

Estamos frente a un tipo con estrés postraumático (dificultades para conciliar o mantener el sueño, irritabilidad, dificultades para concentrarse, somatizaciones, cefalea…) en el apogeo de manifestaciones paranoides (suspicacia y la desconfianza hacia quienes lo rodean) y mucha violencia desplegada a los demás.

 

“Aquí tienen a un hombre que no pudo soportarlo más”, dice el protagonista.

 

Nos preguntamos si de haberlo Betsy aceptado, ¿diría él esto mismo? ¿O estaría de acuerdo con la respuesta dada por el personaje de Mickey en aquella otra gran película Asesinos Natos (Stone, 1994) que “lo que vence a un asesino es el amor”?

 

Cuando en la tienda asesina al ladrón, su preocupación es que no tiene licencia de armas, más que haber matado a alguien. Pero el propio tendero se dedica a dar una paliza al moribundo.

 

Los tres personajes de esa escena son enfermos sociales. Scorsese nos muestra una sociedad donde la bondad y la maldad es cuestión de situación y de punto de vista.

 

La carta de Travis, llena de mentiras, puede ser parte de su situación delirante. ¿Existen esos padres?

 

Su incapacidad de llevar a cabo el asesinato del senador le lleva a ir a por el proxeneta (un magnífico Harvey Keitel).

 

Después de haberse convertido en un antihéroe, de haber cumplido su misión, no hace falta seguir viviendo. Su objetivo cumplido deja vacía su existencia e intenta suicidarse…

 

Travis vuelve a su vida normal, después de una larga recuperación y sus compañeros le llaman Matador. Ya es alguien en la vida. Por fin tiene el agradecimiento de los padres de Iris y el reconocimiento social.

 

Incluso Betsy entabla contacto con él.

 

Su aspecto es normal, ya no lleva cazadora militar, ni corte de pelo a lo mohicano. Pero ¿cuando volverá a sentir la necesidad de notoriedad?

 

Esta vez es la que más me ha gustado.

 

Menos mal que se mantuvo el título original en inglés. En castellano le habrían puesto “El taxista” y no hubiera sido lo mismo.

 

 

Muchos besos y muchas gracias.

 

Crítico de Cine de El Heraldo del Henares

 

Colaborador de Esradio Guadalajara y Alcarria TV

 

Canal de YouTube: HolaSoyRamónVídeos

 


 

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2 Comentarios to “Taxi Driver – 1976 – Martin Scorsese – Taller de Cine de Azuqueca de Henares”

  1. Fàtima Fernández says:

    Magnífica crítica Ramón, me dejas sin palabras. La descripción del personaje me parece perfecta, muy completa y bajo un análisis muy profesional de la psicológia. Yo tomaré otro rumbo , no querría repetirme y defenderé a Scorsese.
    Martin Scorsese lleva más de 50 años haciendo cine, y aun hoy con 73 años está en plena forma.Nunca defrauda ni tiene grandes altibajos en su carrera, exceptuando su época con las drogas. No he visto toda su obra, pero sí defiendo la parte que he visto. Taxi Driver, New Yor New York, Toro Salvaje, El Color del Dinero,Uno de los nuestros, El cabo del miedo, La edad de la inocencia,Casino, Kundun, Al límite, Gans of New York, El aviador, Infiltrados, (Anuncio) La Clave Reserva en el que homenajea a Alfred Hitchcock, Shutter Island, La Invención de Hugo, El Lobo de Wall Street. Cuando se estrenó esta última me planteé hacer una revisión de su obra y volví a ver Taxi Driver. Me volvió a atrapar. Y verla esta semana en pantalla de cine y con mis compañeros, ha sido magnifico. La película esta dividida en tres grandes estructuras, La ciudad, un individuo,la sociedad. Nueva York de noche, semáforos, luces de Neón, planos detalle del taxi 3s96, que pocas veces vemos en su totalidad, unas veces nos muestra un faro, otras un parachoque, matricula, retrovisor, puerta desde un lateral,…a modo de puzzle vamos construyendo el taxi al igual que se va desarrollando la historia. El personaje y su evolución. La sociedad, diferenciada en dos por Travis,personaje tremendamente racista. Una parte a la que le gustaría pertenecer pero en la que no encaja, su falta de habilidades sociales es tremenda, y otra parte de la sociedad que rechaza y de la que se siente violentado. Scorsese nos da una clase experta en armamentística,aquí nada es espontaneo, todo se va cociendo poco a poco y eso añade tensión a la película. El personaje sufre estrés postraumático,aunque creo que ya tenía problemas antes. Me hubiera gustado que se hiciera una precuela sobre su estancia en Vietnam, seguro que daba para una buena película. Como final,resaltar la brillante interpretación de Robert De Niro , aunque me repita no podía acabar sin decirlo.

  2. Alberto says:

    Yo la vi al poco de estrenarse, hace unos años en casa y esta es la tercera. Las tres veces me ha gustado mucho. De lo que he visto de Scorsese (no tanto como Fátima, jaja) me parece de lo mejor y de aquella década prodigiosa de los 70 también de lo mejor. La aproximación narrativa en el primer tercio de la película me parece formidable, aunando magistralmente imágenes y música y probablemente ha influido en más de un director posterior (en este momento me acuerdo de Kar Wai al que hemos visitado hace poco en el cineclub) y, hasta el sorprendente giro final, me parece una película redonda. Los elementos de cine negro le van muy bien al retrato de la insalubre y asfixiante trastienda de la sociedad neoyorkina para adentrarse luego en complicados derroteros sobre el desarraigo, la soledad, la farsa social y las maneras de afrontarlas (¿y sobre la enajenación mental? ¿enajenación de quien, de un hombre que busca un acto redentor o de una sociedad que se lo brinda?).
    Rober de Niro está fenomenal, este de Niro es el que a mi me gusta, el de Toro salvaje, el de El Padrino II y alguna otra. Después se ha convertido en un actor previsible con el gesto de sonrisa cínica acartonado en el rostro, aunque no dejo de reconocer que se lleva bien con la cámara. Ya sabréis todos que la escena en que habla con el espejo (“¿hablas conmigo? ¿eh? ¿hablas conmigo?….”) fue improvisada por él, no estaba en el guión, y se ha convertido en una de las más celebradas de la película. Los primeros planos de su mirada, compleja mixtura con evocaciones de adolescente desangelado y asesino a sueldo, impactan; al menos a mi me siguen impactando.
    Sin embargo no comparto la relación que hasta el propio Scorsese reconoce con Etham Edwuars de Centauros del Desierto. Aparte de que los dos vuelven perdedores de una guerra, todo lo demás no tiene nada que ver entre ambos personajes, tal como yo lo entiendo. Y, desde luego, el parecido razonable en este caso me parece completamente tangencial.
    Por el contrario encuentro muchos nexos en común con otro personaje, en este caso de una novela, Holden Caulfield de “El guardián entre el centeno” de Salinguer. Toda la primera parte de la película me estuve acordando de él, mientras veía al joven Travis tratando de hacerse un hueco en un mundo del que se encuentra irremediablemente desubicado, sin herramientas sociales como bien decís. Les une su desarraigo, su falta de referencias, no solo afectivas, la incertidumbre de sus vidas, la espiral de caída que parece irremediable en ambos casos, la necesidad de un acto redentor que en el caso de Caulfield nunca llega y termina en la locura. Cabe destacar que Mark David Chapman, el hombre que asesinó a John Lennon en 1980, pudo cometer el crimen influenciado por este libro. Quizá Scorsese contribuyera también al crimen, al solucionar el conflicto, en la película, con una pulsión de muerte en lugar de con la locura, como hizo Salinguer. Estoy convencido de que Chapman vio la película.
    Yo no creo Travis que tenga ninguna autorreferencia en la basura social que desprecia, ni remordimientos de conciencia. Travis no es un hombre que haya delinquido ni caído en las drogas o el alcohol. Es un hombre perdido que necesita construir una identidad y reubicarse en el mundo, en un mundo que no entiende y en el que fracasa una y otra vez. Es probable que la experiencia de la guerra tenga que ver con eso. (Otras pelis han tratado este tema, me acuerdo de la estudpenda “El regreso” con Jon Voight y Jane Fonda). En cualquier caso podremos especular sobre vida pasada pero solo serán especulaciones, lo que es evidente en la película es la sordidez, el desarraigo, la falta de referencias que Scorsese vehiculiza hacia la violencia y el crimen.
    Hay otros muchos detalles muy interesantes, algunos ya los habéis apuntado: Lo putrefacto de una sociedad donde es tan fácil comprar una arma y asesinar como ir a la frutería y comprar naranjas, donde se justifica el asesinato por una “causa justa” (acordaos del joven negro asesinado en Miami por otro individuo por el simple hecho de que sospechaba que estuviera armado y este fue absuelto por actuar en “defensa propia”), el sorprendente giro final que no me acaba de encajar…..en fin, ya las comentaremos el jueves que si no, esto se hace interminable.

    Un abrazo.

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