Chiste: Opositor de la Administración

Tras tres años de duras oposiciones al Cuerpo Superior de la Administración, cuando en el frío mes de Noviembre se dirigía a las dependencias para realizar el primer ejercicio, fue arrollado por un camión.

Sus temas ensangrentados y sus ilusiones quedaron desparramados sobre la nieve.

Al llamar a las puertas del Cielo, San Pedro abrió y le informó que tradicionalmente el acceso al cielo era por concurso de méritos (acciones buenas en la vida) pero tras muchas quejas el Jefe había decidido que era mas justa la oposición pura y dura, así que si quería pasar al mundo celestial tenía que superar un ejercicio competitivo para las cinco plazas de Ángel vacantes en ese mes.

El Tribunal estaría formado por Salomón, por aquello de su sabiduría; por San Pablo, porque había sido del cuerpo jurídico-militar antes de discípulo; y por San José, por su condición de carpintero y en representación de los sindicatos.

Tras hacer el examen en un aula de nubes, y ser calificado, comprobó en el Tablón de Anuncios de las Puertas del Cielo que sólo había un aprobado, y no era precisamente él.

Aporreó la puerta indignado y San Pedro salió a informarle:

- Lamento comunicarte que olvidé decirte que de las cinco plazas de Ángel que había libres, una se ha cubierto por promoción interna por los que estaban en el Purgatorio; otra se ha cubierto por el turno especial de “consolidación de empleo temporal” ya que hace tres años dejamos pasar sin pruebas a un recién finado y desde entonces nos ayuda sin problemas; otra plaza la ofertamos en la convocatoria porque habíamos mandado un Ángel en comisión de servicios a la Tierra y contábamos con que no volvería, pero ante la crisis económica ha anunciado su retorno; otra se ha cubierto por un demonio que está en servicios especiales en el cielo como representante del infierno (ya sabes que Dios en su magnanimidad, garantiza la participación de todos); y la última y única plaza disponible le ha correspondido a otro aspirante que ha realizado mejor el ejercicio.

San Pedro continuó explicándole:

- Por lo que se refiere a tu ejercicio. La primera pregunta consistía en clasificar las acciones posibles en la Tierra, de muy fácil respuesta (buenas y malas, y éstas en capitales y veniales). En cambio, tú has respondido que la actividad en la tierra puede ser de Fomento, Servicio Público y Policía, aludiendo a un tal Jordana de Pozas, cuya beatificación además no nos consta.

La segunda pregunta consistía en redactar un Padrenuestro, y no puede aceptarse que cuando escribes aquello de “perdónanos nuestras deudas” añadas “siempre que hayan prescrito o hayan sido condonadas”.

De igual modo, que no puedes cambiar lo del “danos el pan de cada día” por “garantízanos el sueldo, grado y complementos con derecho al café de la mañana”.

Y por supuesto, no puedes poner tras el “Amén”: “Contra esta Resolución podrá interponerse recurso de alzada durante la eternidad ante Dios, quien pone fin a la vía administrativa”.

En definitiva, que no has obtenido la plaza y la ha conseguido otro aspirante mejor preparado.

El opositor, anonadado, musitó:

- ¿Puedo ejercer mi derecho a ver el examen del que aprobó? – San Pedro, consciente de que la transparencia posee especial fuerza en el cielo, le aproximó el ejercicio del competidor, y el opositor, tras echarle un vistazo, exclamó:

- No hay quien entienda nada. ¡¡ Este no sabe el Padrenuestro!!

- Te equivocas. -Repuso indignado San Pedro-. Precisamente porque no se entiende nada, al Tribunal le pareció arameo, que como sabes es la lengua que hablaba Jesucristo, por lo que a juicio del Tribunal merece aprobar de acuerdo con la Base Cuarta de la Convocatoria: “Se valorará el volumen de conocimientos, la forma de expresión y la capacidad general”. O sea, valoró lo que consideró oportuno.

- Pero eso es un atropello. Recurriré en alzada ante Dios.

- No te preocupes- Se escuchó un trueno ensordecedor- Dios lo sabe todo y te hablará ahora mismo.

El opositor escuchó la divina voz:

- ”¡¡Querido opositor!! Lamento decirte que tus quejas no pueden ser atendidas porque la discrecionalidad técnica del Tribunal que designé no puedo sustituirla, y aunque veo que en la próxima década el grandísimo Eduardo García de Enterría vendrá a visitarme al cielo y posiblemente me convencerá para aplicar el pleno control de los Tribunales calificadores, hoy por hoy me resulta práctico no revisar el dogma de la discrecionalidad técnica, de igual modo que no reviso el dogma de la Santísima Trinidad. Y en consecuencia… ¡Debes ser condenado a las penas del Infierno!!

Otro trueno horrible sonó, todo pareció esfumarse alrededor del opositor y se encontró en un escenario curioso:

¡¡ Estaba tomando posesión como funcionario del Cuerpo Superior de la Administración…!! ¡¡¡En la Tierra!!!

Y entonces, el atribulado opositor comprendió que ahí estaba el infierno, en servir toda su vida como funcionario en una Administración Pública…

Chiste enviado por mi amigo Pedro de Zaragoza. Muchas gracias.

Chiste subido por Ramón el El 2009-12-20 a las 20:34:09

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