El Zinemaldia me recibe con salas llenas, cine vibrante y la sensación de estar viviendo un sueño cinéfilo.
Kursaal, café y cine sin frenos: así ha sido mi estreno festivalero.
No todos los días una se estrena en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, y confieso que este primer día ha superado todas mis expectativas. Desde primera hora de la mañana he sentido la energía de la ciudad: calles llenas de gente, conversaciones sobre películas en cada esquina y esa brisa del Cantábrico que parece traer el olor a cine.
He empezado a lo grande: cuatro películas en una sola jornada, dos por la mañana y dos por la tarde. Puede parecer una locura, pero a mí me parece un privilegio. Me encanta este ritmo frenético, en el que saltas de una historia a otra y terminas el día agotada, pero feliz.
La primera proyección ha sido 27 noches, la película argentina de Daniel Hendler, que además de dirigirla, la coprotagoniza. Se ha proyectado en la imponente Sala 1 del Kursaal (K1), que estaba a tope. Ese ambiente de expectación me ha puesto la piel de gallina antes incluso de que comenzara la película.
27 noches es una comedia dramática que plantea un dilema muy humano: ¿hasta qué punto se puede limitar la libertad de una persona mayor que sigue queriendo vivir su vida a su manera? La gran protagonista es Marilú Marini, que está absolutamente brillante como Marta Hoffman, una mujer de 83 años con un espíritu libre y rebelde. Sus hijas, preocupadas por su futura herencia, intentan incapacitarla para internarla en una residencia, y ahí comienza una batalla emocional y legal.
Después hemos asistido a la rueda de prensa, donde el propio Hendler ha compartido anécdotas del rodaje. Escucharle hablar justo después de ver la película ha sido un lujo que solo un festival como éste puede ofrecer.
La segunda película de la mañana ha sido Nouvelle Vague, dirigida por Richard Linklater. Ha sido como viajar en el tiempo al París de finales de los años 50, cuando un grupo de jóvenes cineastas revolucionó la historia del cine. La trama se centra en el rodaje de Al final de la escapada, el debut de Jean-Luc Godard, y retrata la efervescencia cultural de esa época, con apariciones de figuras clave como François Truffaut o Claude Chabrol. Como amante del cine francés, me ha fascinado sentirme testigo de cómo surgió un movimiento que todavía hoy sigue inspirando a cineastas de todo el mundo. Además, verla en el Victoria Eugenia, uno de los teatros más emblemáticos de San Sebastián, ha sido un regalo añadido.
Entre película y película he tenido tiempo de conocer la sala de prensa del festival. El edificio me ha impresionado: moderno, vibrante y perfectamente organizado. La gente que trabaja aquí es muy amable y se respira pasión por el cine en cada rincón. Para ser mi primer día, la experiencia está siendo muy intensa. Todo me resulta nuevo, emocionante y un poco abrumador, pero en el mejor de los sentidos.
Por la tarde, he continuado mi maratón cinéfilo con Limpia, de la directora chilena Dominga Sotomayor, que además ha estado en la sala para presentar su película. Era la encargada de inaugurar la sección Territorio Latino, y se ha proyectado en la Sala 2 del Kursaal (K2).
Limpia es un drama con tintes de thriller que explora, entre otras cuestiones, la profunda desigualdad social en Chile. La protagonista es una criada que mantiene una relación muy especial con la niña de la familia para la que trabaja, además de un vínculo con un perro. A lo largo de la película flota la sensación de que algo oscuro se avecina, lo que mantiene al espectador en tensión constante. La presentación de la directora ha hecho que la proyección fuese aún más especial, añadiendo un componente de cercanía.
Para cerrar la jornada, la última película ha sido Bad Apples, una producción británica dirigida por Jonathan Etzler y protagonizada por la maravillosa Saoirse Ronan, a quien adoro desde siempre, primero por ser buena actriz, y segundo por ser de origen irlandés. La película comienza con un tono muy dramático en el contexto de la educación, para luego transformarse en una comedia negra satírica, afilada y mordaz, que invita a la reflexión sobre ciertos aspectos sociales y educativos. Es una de esas historias que, estoy segura, generará mucho debate en las tertulias cinéfilas.
Como anécdota, me llamó la atención que Saoirse Ronan llevara en el dedo corazón de su mano un Claddagh ring, un anillo tradicional irlandés que, desde hace siglos, simboliza el compromiso y el matrimonio en la bella y céltica Éire. Un detalle precioso que me hizo sonreír y me recordó el fuerte vínculo de la actriz con sus raíces.
Termino este primer día con la sensación de haber vivido algo irrepetible. San Sebastián no es solo un festival, es una fiesta del cine, donde cada proyección, cada charla y cada rincón de la ciudad te recuerdan por qué amas tanto este arte. Si el resto de la semana sigue este ritmo, voy a necesitar otro par de ojos… y muchos cafés. Pero, sinceramente, no se me ocurre un cansancio más feliz.
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Muchos besos y muchas gracias.
¡Nos vemos en el cine!
Chistes y críticas en holasoyramon.com
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
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