Conversar con alguien tan inteligente y sabio en temas de cine me facilita realizar la crítica.
No soy una persona muy inteligente, más bien un poquillo corto, pero tengo la habilidad, la astucia de aprender de los demás. Soy como una esponja que absorbe la sabiduría de mis amigos.
Además siempre he tenido mucha suerte. Estas dos cuestiones me han hecho llevar una vida muy placentera. Y para mi C.I. incluso exitosa.
Una vida a lo grandenos lleva por un recorrido coherente de géneros.
De la ciencia ficción distópica, al drama, al cine social, al ecologismo. Todo con un constante fondo de humor.
Viendo esta peli he aprendido un par de cosas, tal vez ya las sabía.
Primero que lo material no suele producir la felicidad.
Segundo que un divorcio te deja en la ruina.
Tercero que no hace falta hacer grandes cosas para ser valioso, la suma de las pequeñas es mejor.
Me han salido tres.
Una vida a lo granderesulta divertida del principio al fin llevada de la mano de Matt Damon, sucesor de Tom Hanks en el papel del americano bueno y bien nutrido.
Resaltar que cuando aparece en la pantalla Christoph Waltz eclipsa todo lo demás con la fuerza de un ciclón. Una especie de voz de la conciencia, que desde su pedestal de vividor profesional va diciendo la verdad.
El cine con muchas adolescentes, yo el más viejuno de la sala.
Los números musicales son entretenidos, ya se sabe mi debilidad por el musical, pero los elementos narrativos entre canción y canción son ridiculamente penosos.
Algo que agrede el más mínimo sentido de lo intelectual.
El guión es como un martillazo en el lóbulo frontal, algo que te deja mareado, aturdido, tarado. Puro traumatismo craneoencefálico.
El visionado de esta película en bucle durante un día, estoy convencido que terminaría destruyendo un cincuenta por ciento de masa neuronal.
La actriz (???) Anna Kendrick que protagoniza este engendro parece que le molestara intervenir en esta peli, pone cero de interés en su interpretación.
A los números musicales les pongo un 6. Al resto de la peli un cero, porque no hay negativos. Me sale un 3. Le bajo unas décimas por el daño moral sufrido en mi persona.
Leo esta crítica:
“Vuelve a estar en forma (…) La película es efervescente, rápida, condenadamente inteligente y es un buen escaparate para las personalidades de sus estrellas”
Owen Gleiberman: Variety
Quiero que me paguen lo que le han dado a este señor Gleiberman. Igual podría terminar con la hipoteca.
Diálogos brillantes, con exposiciones interesantes y debates morales de máximo interés.
Plantea una cuestión casi filosófica. Si tu hijo ha hecho un acto execrable, ¿qué debemos hacer?
¿Ocultarlo e intentar olvidar? o ¿afrontar las consecuencias y procurar aprender de ello?
Hay una postura práctica y otra ética. ¿Cuál será la mejor para nuestro hijo?
¿Se puede amar a un individuo capaz de regodearse ante la muerte de un ser humano?
La peli toma partido, como es lógico, presentado lo deleznable que resulta siempre culpabilizar a la víctima.
Un asunto de tanto calado se nos muestra con un aspecto muy teatral, con unos actores que parecen estar más en un escenario que delante de una cámara.
La voz en off de la locura de un irreconocible Steve Coogan, es axfixiante e irritante, pero refleja bien cómo se debe sentir el personaje preso de sus pensamientos parásitos y paranoides.
En todo el metraje no paramos de oír el blablablá de los personajes, que termina siendo insufrible.
Aún así me ha gustado, por las cuestiones que plantea.
Me olvidaba. Detesto los restaurantes con nombres largos en la carta y pequeños en el plato.
Estoy sometido a cierta presión para ver series españolas.
Me resisto todo lo que puedo. Con ésta había recibido opiniones muy favorables.
Lo cierto es que el resultado suele ser decepcionante.
La casa de papel es un intento esforzado para crear un producto atractivo.
Intenta combinar los elementos clásicos para gustar al espectador: intriga, drama, cierta dosis de acción, sexo y notas de humor.
Se recrea en la construcción de los personajes que, sin embargo, parecen estereotipos.
La idea original es muy atrayente, pero su desarrollo resulta excesivamente alargado, habiendo muchos tramos que son de relleno que no aportan nada a la evolución de la historia.
Hay unos agujeros de guión tremendos que inhabilitan la credibilidad del argumento.
La monina (no llega a guapa) Úrsula Corberó es la narradora omnisciente de la serie, su voz en off resulta absolutamente inadecuada y cansina.
Esta chica sale manteniendo relaciones sexuales en varios de los primeros capítulos, tal vez, para intentar dar un plus de entretenimiento a la audiencia.
El personaje que más atractivo me ha parecido es la inspectora Raquel Murillo, interpretada por la encantadora y muy competente Itziar Ituño, que se esfuerza en un mundo testosterónico por demostrar su competencia. Su vida personal y su subtrama resultan de lo más estimulante.
Destaco también a la racial y potente Alba Flores, merecedora de ser la protagonista. Úrsula a su lado parece una sosita.
Paco Tous tan competente como siempre.
La primera temporada se deja ver, pero la segunda es penosa.
El final grotesco, de risotada.
Ya sé que algún patriota de las series ibéricas se va a enfadar, pero que le vamos a hacer.
Una mañana de Septiembre en un encierro de campo en Chiloeches se nos ocurrió hacer un vídeo de entrevistas y paisajes de festejos taurinos.
Durante ese mes fui grabando con mi móvil.
Luego lo monté con un programa casero.
El resultado era penoso técnicamente, especialmente el sonido.
Recurrí a mi colaborador habitual, Diego Gismero, para que me lo arreglara. Hizo lo que pudo, que fue bastante.
La idea era que lo vieran los protagonistas y algún amigo.
En YouTube tiene poco más de 300 visualizaciones.
Perdí muy poco tiempo en montarlo y en realizar los créditos. No era un trabajo fino.
No sé quien fue, pero algún amigo me sugirió que lo presentara a la Muestra Alcarreña de Cortometrajes.
El último día lo envié, sin esperanza que lo eligieran.
Pero me lo seleccionaron.
No lo había vuelto a ver desde su edición.
Me sentí orgulloso, pero algo temeroso.
Lo comenté con Alberto Sanz, presidente del Cine Club Alcarreño, me dijo que había sido una decisión difícil.
El corto no es una apología de la tauromaquia, pero sí reúne a aficionados al mundo de los toros.
Cuando salimos de casa Elena y yo para ir al Teatro Moderno le dije que íbamos a territorio hostil, con mayoría de antitaurinos.
Nos acompañan protagonistas del vídeo, nuestros amigos Lourdes, Sonia, Azucena, Willy y Rodrigo, todo un honor y una responsabilidad.
Mi amigo Daniel también me apoya sentándose a mi lado.
Salgo a presentarlo y no lo hago mal, al menos soy breve.
Cuando lo veo en pantalla grande me sorprende la buena calidad de la imagen y la mala del sonido, pero casi todas las entrevistas se entienden, que ya es mucho.
Se oyen gritos en contra y silbidos.
Elena alza la voz pidiendo respeto a la tolerancia.
Los descontentos no encuentran un apoyo mayoritario, algún tibio aplauso los acalla. Supongo que terminan saliendo de la sala.
Esperaba algo así y no me molesta. La polémica es buena y el derecho al pataleo legítimo.
Pero me siento abochornado al ver mi corto.
Resulta un coñazo. Demasiado largo, excesivamente reiterativo.
Alguien grita: ¿esto cuando termina?
Yo también deseo que acabe.
Menos mal que quedaba poco.
Al verlo en pantalla grande me he convencido que es una mierda. Un producto infumable que solo puede gustar a los protagonistas y los amigos incondicionales.
No es digno de ser visto en un cine.
Como vídeo casero pase, pero como elemento cinematográfico en absoluto.
Fue un error enviarlo a la MAC.
Tal vez se vieron obligados a programarlo, sabiendo que crearía polémica entre los antitaurinos y que carecía de valor fílmico.
De todo esto he aprendido que para exhibir un corto hay que currárselo más, cuidar más la edición y los detalles.
En YouTube puede valer todo, pero en la gran pantalla hay que aportar unos mínimos que mi engendro no tenía.
Pido perdón a los amigos que compartieron esa proyección, a los miembros de la MAC por haberlo presentado y sobre todo al público que tuvo que aguantar 17 minutos de tortura insoportable.
Agradezco infinitamente a los que terminada la proyección aplaudieron, supongo que por costumbre y por compromiso.
La intención era hacer un homenaje a los amigos con los que comparto el verano prestando asistencia sanitaria en festejos taurinos. No se merecían una obra cinematográfica de tan baja estopa. Son magníficos y tienen derecho a algo mejor.
En 2012 vi Tenemos que hablar de Kevin una peli de la dierectora Lynne Ramsay que me marcó. Extraordinaria y terrible.
Lo mismo podría decir de la que nos ocupa.
Joaquin Phoenix da vida a un sicario que a golpe de martillo se termina convirtiendo en justiciero.
Es un individuo atormentado. Su infancia y su vida en el ejército le marcaron para siempre. Sus recuerdos, sus pesadillas le invaden y le impiden ser feliz.
Todo contado con los recursos necesarios, pero mínimos.
Pocos diálogos, dando preferencia a lo visual.
Se trata del cine que a mí me gusta, el que me apasiona.
Cine independiente americano emparentado con el polar francés.
Se llevó la Biznaga de Plata a la mejor peli y mejor dirección en Zonacine en la vigésima edición del Festival de Málaga.
Júlia se va de erasmus a Berlín.
Todo son dificultades.
Su novio (gilipollas) no la apoya.
No está a gusto con sus compañeras de piso.
En clase los profesores no se lo ponen fácil.
Se siente sola, desubicada.
Cuando hablamos de erasmus todos pensamos en juerga, fiestas y desparrame, pero la vida es dura fuera de casa.
De esto nos habla Elena Martín, de una manera naturalista, sencilla y sincera.
Ella se dirige a sí misma componiendo un personaje bien construido, con una capacidad expresiva maravillosa, con una mirada sabe trasmitir su situación anímica.
Ella es el gran valor de esta peli.
Elena Martín me parece maravillosa.
Cuando terminamos de verla fui el único al que le había gustado.
El resto de amigos y compañeros del Cine Club Alcarreño la denostaban cruelmente.
Menos mal que al día siguiente Alberto Sanz, presidente del Cine Club, también la defendía.
Lo bueno del cine y del arte en general es que se establece una relación entre la obra artística y el espectador. Esa relación es siempre individual e intransferible.
Tal vez parecería más inteligente si pusiera a parir esta octava o novena entrega de la Saga Galáctica.
Podría sacar mil defectos a la trama.
Meterme en cuestiones de física para aniquilar escenas.
Podría decir que copia de El Imperio contrataca.
Afirmar que es más de lo mismo.
Pero no lo voy a hacer.
Sencillamente porque me ha gustado mucho.
Me he divertido y me ha dado lo que esperaba.
De este nuevo episodio me gusta todo.
El personaje de Rey, una maravillosa Daisy Ridley, que a pesar de su inexperiencia y juventud tiene claros sus objetivos. Deseosa de tener unos ancestros de postín tiene que enfrentarse a la cruda realidad.
Me gusta Kylo Ren (Adam Driver) un malo predestinado a serlo. Sin perdón.
Finn (John Boyega) que empieza a dejar de ser un pringado. Valiente, bueno, pero poco astuto.
Me gusta también Poe Dameron (Oscar Isaac), un rebelde con causa.
Me entusiasma Leia Organa (Carrie Fisher), con ese carisma aplastante. Lamento que la vida se la haya llevado aunque con ella no han podido las armas de La Primera Orden.
Me gusta la intervención de la hija de Carrie (Billie Lourd).
Me impresiona ese Luke Skywalker/Mark Hamill que reflexiona sobre La Fuerza y la orden Jedi. Un hombre fracasado que se dejó tentar por el reverso tenebroso y malvive como un ermitaño intentando no volver a meter la pata.
Me gusta la historia de este episodio. La narración de un fracaso y de la resistencia ante las peores circunstancias.
Me gustan los muñecajos nuevos. Que servirán para llenar las estanterías de las jugueterías y las de mi habitación. Porque no me importa caer en la trampa del merchandising.
Me gusta Snoke y que sea interpretado por Andy Serkis, es malo, es feo y no es un holograma.
Me gusta lo atractiva que es visualmente esta peli, con esa pelea con los caballeros de rojo y ese desierto de sal boliviano que se tiñe de púrpura al paso de las naves.
Me gusta ese final con la resistencia metida en el Halcón Milenario, diezmada y exhausta de tanto huir, pero con esperanza.
Me gusta esta peli y todas las anteriores, incluso La amenaza fantasma.
Deseo que tenga todas las navidades el regalo de una nueva peli de La Guerra de las Galaxias.
Efectivamente se trata de dos pelis paralelas con discursos parecidos, con semejanzas en la manera de contar la historia.
Productos navideños de consumo familiar sin pretensiones alejados de la órbita cultureta de la crítica.
Hicimos Ricard, Diego y yo una sesión doble con estos dos productos y me lo pasé fenomenal.
Las pelis con protagonistas femeninas me encantan.
Las tres madres y las tres abuelas son maravillosas y componen un mosaico de diferentes prototipos de mujeres en sus relaciones familiares.
Le sobran edulcorantes artificiales al final del metraje, pero aún así me ha complacido.
Las dos pelis terminan con el viaje de los más mayores a un determinado sitio de los USA. Se podrían juntar y hacer una secuela común. Se podría llamar El gran desmadre de padres y madres malos por desigual en Las Vegas.
Creo que la vi por primera vez en un Cine Club de un colegio mayor en Zaragoza, pero no lo recuerdo.
La vuelvo a ver en una calidad pésima en YouTube, pero aún así ejerce un poder de atracción brutal.
Desde el principio del visionado me encontré mal.
Con ese malestar que produce un alimento en mal estado, o un viaje en barco, para mí que padezco vértigo periférico.
Esa desagradable sensación se fue acrecentando hasta que llegó un momento que tuve que dejar de verla.
Al día siguiente reanudé su visionado y me pasó lo mismo.
Estos tres “ejecutores de sentencia” comen y beben mientras comentan anécdotas de los que han ido “ajusticiando” a lo largo de su vida como “funcionarios”.
Me impresiona su frialdad afectiva, la falta absoluta de remordimientos, la ausencia de cualquier atisbo de culpa o de pesar.
Unos psicópatas ignorantes y patanes.
Pero en algo tienen razón.
Ellos ejecutaban la sentencia, pero más responsables eran los jueces y fiscales y las propias leyes que admitían la muerte como castigo.
Martín Patino nos sumerge también en la crónica negra de una época, relatando crímenes abominables, generalmente realizados por personas incultas, de muy baja extracción social.
El relato espeluznante de una época.
Veo esta peli porque la comentamos en el Taller de Cine de Azuqueca de Henares en relación con la próxima peli que podremos disfrutar en pantalla grane, El verdugode Berlanga.
Julita es una octogenaria, la matriarca de una familia con muchos hijos que tuvo un mono y que perdió un castillo.
Todo el documental gira en torno a ella con su fuerte personalidad.
Es también el relato de una familia con una especie de Síndrome de Diógenes colectivo, donde el único cabal es el marido de Julita que acepta la idea de desprenderse de cosas inútiles.
El resto de la familia acata con resignación o prestando apoyo la idea de conservarlo todo como reflejo de la nostalgia de otros tiempos.
No puedo evitar recordar a mi madre. Una mujer de fuerte carácter que siempre quiso ser el centro de todas las atenciones.
En cambio mi Clarita no era tan colaboradora a la hora de ponerse delante de la cámara como Julita.
A mi madre había que pillarla en buen momento.
Tan solo conseguí de ella que comentara algunas pelis míticas en su vida.