
Dos tiempos, dos almas y una Sevilla que no baja el telón.
Del altiplano andino a Calcuta y de ahí a la vecindad británica: un día de cine que confunde, sacude y, oye, también abraza.
Andes, meteoritos y colonialismo que no caduca
Arrancamos con La anatomía de los caballos (2025), de Daniel Vidal Toche, coproducción Perú-España-Colombia-Francia. Pie en el XVIII y pie en el XXI: un hombre vuelve a su pueblo en plena rebelión de Túpac Amaru, un meteorito cae, y la película abre una grieta temporal por la que se cuelan colonización, extractivismo y memoria. Tonalidad de realismo mágico, simbolismo a manta y una narrativa que desorienta a propósito. A mí me pareció muy interesante: atrevida, política y poética a la vez. Entiendo que a más de uno le deje con la ceja en alto; la película no te lleva de la mano, te suelta en mitad del altiplano y que te apañes.
Siete días con Teresa: mando, carisma y grietas
La segunda película fue Mother (2025), de Teona Strugar Mitevska, con Noomi Rapace. Se concentra en siete días cruciales de Teresa de Calcuta, justo cuando decide dejar el convento para fundar su orden. Tu retrato, Mitevska, me gusta: alejado del santoral plano. Aquí Teresa es carismática, sí, pero también áspera, dominante, cambiante; toma decisiones arbitrarias dentro de la comunidad y no siempre cae bien. El film funciona cuando se mete de lleno en la cabeza del personaje —ambición, fe, control— y patina un poco cuando la historia central se desenfoca porque hay una subtrama muy potente (no la destripo) que se come el foco. Aun así, es una propuesta interesante, formalmente sobria y con una interpretación de Rapace que raspa.
Entre sesión y sesión, paseo por Plaza de España. Sigue imponente aunque con obras; el “laguillo” seco le resta postal, pero la caminata compensa. La estatua de Gustavo Adolfo Bécquer se hizo de rogar, pero apareció.
Vecinas, cuidados y un perro con carácter
A las cinco, Dragonfly (2025) de Paul Andrew Williams. Andrea Riseborough y Brenda Blethyn sostienen la película con una química que corta el aire. Dos vecinas: la anciana necesita ayuda (servicios sociales mediante) y la otra, con un perro de buen tamaño, se vuelca. Al principio es compañía y cuidados; luego aparecen las zonas grises, los límites borrosos y, cuando asoma el hijo (Jason Watkins), la armonía salta por los aires. Drama social con vibración de thriller; sencillo en medios, contundente en resultados. Ha cosechado críticas estupendas y no me extraña: es de esas historias pequeñas que se te quedan pegadas.
Sevilla con duende (light, pero con chispa)
Remate con visita guiada nocturna por el centro. Torre de la Plata medio escondida, muralla árabe, la entrada principal de los Reales Alcázares y el Archivo de Indias con anécdotas poco convencionales. Ruta suavecita, pero divertida. Sevilla sigue con color especial; lo de siempre, pero cada vez distinto.
Día de contrastes bien servidos: del tiempo roto y el colonialismo reencarnado de La anatomía de los caballos, al liderazgo incómodo y humano de Mother, y a la intimidad áspera y tierna de Dragonfly. Tres miradas sobre el cuidado y el poder: de la tierra y sus recursos, de una comunidad religiosa, y de una vecina frágil que no quiere sentirse sola. Cine que pide atención… y Sevilla que pone el resto.
Sevilla sigue teniendo su duende.
Gema Santamaría, crítica de cine y colaboradora de Nueva Alcarria.

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Muchos besos y muchas gracias.
¡Nos vemos en el cine!

Chistes y críticas en holasoyramon.com
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
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