Hay una extraña turbiedad moral en este thriller que bien podría parecer nórdico más que italiano.
Toni Servillo da vida a un inspector de policía al que le importa sobre todo la notoriedad mediática.
Usa ese viejo lema del periodismo: “no dejes que la verdad estropee una buena noticia”.
La peli usa el viejo truco efectista del giro de guión al final de su metraje, para impresionar al espectador. Y lo consigue.
Su formato de telefilm es superado por la fascinación que produce la investigación sin escrúpulos, donde no se sabe bien quien es el bueno y quien el malo.
La peli resulta entretenida, ocasionalmente fascinante, pero tiene el terrible defecto del efectismo. Carece de sobriedad, lo que le resta empaque.
Está claro que el tema de la familia da para mucho y atrae a Julio Médem.
A través de la memoria de una pareja se reconstruye el pasado de dos familias unidas por lazos diversos.
Hay en la peli un esfuerzo por hacer pensar al espectador sobre estas relaciones. Como las preguntas de familiares. ¿Qué es para ti el padre del hermano de tu esposa? ¿Qué relación tienes con el hijo del hermano de tu madre?
La trama se basa en el relato de un culebrón con bodas, accidentes, delincuencia organizada, trasplantes, caciques y literatura.
Si la dirección hubiera sido plana, estaríamos ante una peli insignificante, pero en manos del maestro Médem con esos planos tan potentes, con esos juegos de interposición de secuencias, de relatos paralelos, pero diferentes, resulta embriagante.
Hay un estilo visual muy potente, con una música arrebatadora y una la historia, contada como un puzzle, que maravilla.
La apuesta del donostiarra resulta muy arriesgada, se mueve al borde del precipicio del ridículo, pero no cae, se sostiene de manera sólida, lo que le da más mérito aún.
Me hablaron de una peli aburrida, para mí ha sido todo lo contrario. Cuando llevaba noventa minutos de metraje, pensaba que ya me lo había contado todo, pues me equivocaba, la peli se va más arriba para terminar emocionando.
No es una peli fácil, de narrativa lineal, hay que pensar y meditar sobre estas relaciones laberínticas que nos ofrece la cinta.
Me encantan los contrastes de esas familias vasca, andaluza y catalana. Con esas bodas tan diferentes.
La presencia del ganado vacuno tiene una importancia capital, con un vigor, en esas imágenes en las que aparece, impresionante.
Veo mucho más lucidas a las actrices que a los actores.
Muy competentes Úrsula Corberó, Najwa Nimri, Patricia López Arnaiz y Maria Molins.
Las pocas pelis que he visto de Gareth Evans son una orgía de sangre donde los muertos se cuentan por centenares y no exagero, tal vez un poco.
Si decides ver una producción de este director tienes que ir preparado para usar el agua oxigenada para eliminar las salpicaduras de hemoglobina.
Mezcla géneros para no aburrir al espectador. Secuestro, fanatismo, sectas, vida rural, algo de fantástico y unos toques de terror. Con menos violencia de la esperada con una trama discretamente previsible.
Lo peor es que los elementos que podrían ser más interesantes, como los fantásticos, quedan como una especie de pegote para hacer algo más que un telefilm.
Habría sido mejor si las dos muchachas, que tienen algo de papel, hubieran cogido el toro por los cuernos y consiguieran protagonismo. A mí las pelis con vengadoras me gustan.
Este sábado íbamos de excursión. Los cinco adultos que ahí viajábamos habíamos visto los días previos esta producción que nos ocupa.
Cuando dije que se trataba de una peli correcta, que como gran baza tenía las canciones de Queen que todos conocíamos, se me tiraron a la yugular.
Había entusiasmado a todos los pasajeros de ese coche menos a mí.
Hablo de una muy buena peli, que me ha emocionado hasta la lágrima, pero que adolece de importantes defectos.
Lo que me ha tocado la fibra son los temas musicales, que pertenecen a ese imaginario colectivo, canciones que todos sabemos y recordamos asociándolos a grandes momentos.
Yo no soy fan de este grupo, pero sus melodías forman parte de mi vida.
Bryan Singer utiliza magníficamente este recurso para que con un final apoteósico nos olvidemos de gran parte de la cinta.
Otro elemento que me gusta y que se representa bien es el de lo doloroso del proceso de la producción artística.
Queen no se conformó con hacer lo que todos. Para triunfar en el mundo del arte hay que ser diferente, aportar algo nuevo.
Cuando, muy ocasionalmente, veo y oigo a nuevos cantantes que lo hacen fenomenal, con una calidad magnífica, pero que no aportan nada nuevo, me parecen mediocres. Hay que dar un punto de transgresión, de novedad para ofrecer algo de interés.
Queen siempre se esforzó por innovar y eso es de lo mejor de la peli.
Los biopic siempre pecan de episódicos y de hagiográficos.
La historia de Freddie Mercury reincide, y mucho, en estos dos aspectos.
Muestra de soslayo los elementos más polémicos y oscuros, no hace sangre. Da una visión edulcorada del cantante, presentándolo como un genio triste por vivir en soledad, que no encuentra su sitio en la vida, pero que en el escenario se vuelve un dios.
Oía a la gran María Guerra, La Script en la Cadena Ser, quejándose de que los biopics son un género trillado y que no se encuentra una manera nueva de contar la vida y las obras de un famoso. Efectivamente se repiten los mismos clichés, que parecen que son los que agradan al público.
Incluso elementos tan perturbadores como que este artista no sea capaz de reconocer su ascendencia parsi e india, son tratados de manera amable y condescendiente.
Los últimos veinte minutos del metraje están destinados a emocionar al espectador. Primero con una reconciliación del personaje con todas las personas importantes de su vida y después con unos temas musicales que hacen vibrar al público.