La gran fiesta de sorpresas (?) en el Palmarés de SITGES – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya
El festival fantástico de Sitges acaba de cerrar su 58.ª edición y, amigos, no ha sido un paseo por el parque del horror al uso, sino más bien un desfile de giros, apuestas arriesgadas y triunfos que revuelven clásicos con mucho aguijón.
Según la nota oficial, estos han sido los grandes nombres…
La vencedora inesperada: La hermanastra fea
La película dirigida por Emilie Blichfeldt se lleva el Premio a la Mejor Película de la Sección Oficial. Esto confirma que la mezcla de comedia negra y revisión folclórica femenina no solo funciona… arrasó.
Esta propuesta parte de una relectura del cuento de la Cenicienta, poniendo la mirada en la hermanastra “fea” y mezclando cuento, horror corporal y sátira visual.
Una película que desafía el canon de la belleza desde dentro: la protagonista explora los extremos del cuerpo, la cirugía, la estética y la competencia absurda por “ser bonita”. Que lo digan los que nunca soportaron la presión de “ponte guapa”.
Un festín para analizar cuerpos, estética, patologías autoimpuestas y la violencia del ideal de belleza.
Si la ves, no esperes una comedia ligera del tipo “hermanastra mala se convierte en princesa”.
Esto es más bien hermanastra fea se despoja de inocencia y se convierte en pesadilla estética. Y sí, es truculenta.
El triple golpe: Obsession
Esta película de Curry Barker —sí, el tipo que viene del canal de comedia de YouTube— ha sido la que más premios acumuló: Premio Especial del Jurado, Premio del Público y Premio del Jurado Carnet Jove.
¿Por qué importa Obsession? Porque mezcla romance obsesivo + horror + juguete maldito (sí, ese que no debió existir) y coloca al espectador en el territorio incómodo de la queja amorosa convertida en monstruo.
Un tema perfecto para pensar en la psicopatología de la obsesión y su reflejo en pantalla.
Prepárate: lo que parece “amor de toda la vida” acaba siendo “miedo existencial” con una banda sonora que no te dará respiro.
Otros premios destacados
- Mejor Dirección: Park Chan-wook, que vuelve a triunfar en Sitges 22 años después de asombrarnos con Old Boy, ahora con No other Choice.
- Mejor Interpretación femenina: Rose Byrne, tras su brillante papel en Si pudiera te daría una patada.
- Mejor Interpretación masculina: Todo el reparto d los niños de The Plague.
Estos galardones confirman que Sitges, aunque celebra lo fantástico y lo terrorífico, también premia el cine “premium” en todas sus formas.
Conclusión:
Decir que este Sitges ha sido “agridulce” sería quedarse corto: agridulce con sabor a chile.
Porque por un lado ves la valentía de Emilie Blichfeldt al desarmar los mitos de la belleza, y por otro, la respuesta entusiasta del público a películas que mezclan humor negro y horror estilizado como Obsession.
Como médico y crítico de cine, te diría: aprovecha para ver ambas películas y reflexionar sobre cómo el cuerpo, la obsesión y la estética se entrelazan en el imaginario colectivo.
Y ojo: no siempre se trata de “te gusta / no te gusta”, sino de “esto me incomoda, esto me hace pensar”.
Y eso, amigos, es justo lo que el buen cine debería hacer.
Homenajeados Sitges 2025: cuando los mitos del fantástico pasan lista
Un repaso canalla y cariñoso a quienes el Festival ha coronado este año. Si faltan colmillos, es porque ya están en la vitrina.
Gran Premio Honorífico (los tótems)

La gran Carmen Maura recibe su corona en Sitges. Si alguien dudaba de que la comedia y el fantástico hacen buenas migas, que revise Mujeres al borde de un ataque de nervios y luego se venga a aplaudir. Clase, nervio y colmillo.
Terry Gilliam es ese señor que te mete en una pesadilla burocrática y encima te lo pasas bien. Distopía con risas; mente y cuerpo en boxeo de sombras. Firmó mundos que dan para consulta larga.

Joe Dante: maestro de la comedia del susto. Y sí, los Gremlins siguen vivos.
Joe Dante es liturgia en Sitges: de Gremlins a Piraña, humor negro con dientes afilados. Si el público ríe y grita a la vez, Dante está cerca.
Peter Chan se lleva también el Gran Premio Honorífico. Productor, director, arquitecto de puentes culturales: si hay emoción y pulso de género, Peter ya estaba allí.
Premio Màquina del Temps (time-travelers de lujo)

Sean S. Cunningham inventó medio verano de campamento psicópata. Desde Viernes 13, la adolescencia ya no volvió a dormir igual.
Ben Wheatley te monta rituales rurales, psicodelia urbana y balas con mala leche. Cine de género con cuchillo de chef.

Benedict Cumberbatch recibe su Màquina del Temps: del drama serio al fantástico elegante. Hasta sus cejas actúan en Dolby.

Enzo G. Castellari, leyenda del spaghetti de acción: de Keoma a Aquel maldito tren blindado, escuela de adrenalina para varias generaciones.
William Fichtner es el actor que miras y ya sospechas que algo gordo va a pasar. Magnético, preciso y felizmente inquietante.
Resumen para vagos con prisa
Honoríficos: Carmen Maura, Terry Gilliam, Joe Dante, Peter Chan.
Màquina del Temps: Sean S. Cunningham, Ben Wheatley, Benedict Cumberbatch, Enzo G. Castellari, William Fichtner.
WomanInFan: Gale Anne Hurd (Gran Honorario), Mary Harron y Nancy Loomis.
Y además: Hugo Stiglitz (Nosferatu) y Dominique Pinon (Méliès Career).
Favoritas de Sitges 2025, según Holasoyramon: del paseo mortal a la brujería vasca
Crónica canalla y cariñosa: cuando una carrera a pie te da la vida (o te la quita), un fantasma se mete en la aspiradora y el agua fría del waterpolo cura menos que una buena película.
La larga marcha — Francis Lawrence
América hecha puré tras la guerra y una competición salvaje donde solo puede quedar uno.
Lawrence (sí, el de Soy leyenda y Los juegos del hambre) arma un espectáculo tenso y emotivo: sudor, pólvora y reflexión social.
Aquí el cardio te salva… hasta que no.
La leyenda de Ochi — Isaiah Saxon
Cuento fantástico en isla inventada: una niña conecta con seres perseguidos y nos regala paisajes que dan ganas de abrigarse más.
Cine “para todos” que no trata al público como menor: ternura, criaturas y una puesta en escena de las que te dejan calentito pese al hielo.
Un fantasma útil — Ratchapoom Boonbunchachoke
Comedia negra tailandesa tan marciana como entrañable: una esposa fallecida se “aloja” en una aspiradora para seguir con su marido.
Chistes de situación, personajes a la deriva y ese extra de desvarío que Sitges mima.
Original a rabiar; agotadora… un poquito también. Pero merece el foco.
Sisu: camino a la venganza — Jalmari Helander
No es “Shishu”: es Sisu, y regresa más cafre y gozosa.
Posguerra, ajustes de cuentas y una contundencia que te recoloca la butaca.
Acción con aroma de western helado.
En sala grande, mejor: el puñetazo sonoro viene incluido.
La vida de Chuck — Mike Flanagan
Adaptación de Stephen King que va marcha atrás: del final del mundo al inicio de una vida.
Lo apocalíptico, lo musical y lo íntimo caben en un solo corazón.
Melancólica y cálida: la película que reconcilia a los cínicos con el optimismo (durará lo que dure, pero oye).
No Other Choice — Park Chan-wook
Un ingeniero desesperado por volver a trabajar y una sátira negrísima del capitalismo.
Humor cruel, nervio coreano y crítica social sin anestesia.
Te ríes… y luego te miras al espejo.
La plaga — Charlie Polinger
Un chaval intenta encajar en un campamento de waterpolo mientras todos machacan al apestado al que llaman “La Plaga”.
Casi sin monstruos… y, sin embargo, terror puro: el de la crueldad cotidiana.
Seca, precisa, con actuaciones jóvenes que duelen.
Y sí, encaja en Sitges por derecho propio.
Gaua — Paul Urkijo Alijo
Siglo XVII, montes vascos: mujeres, inquisidores y mitología.
Urkijo vuelve a conjugar leyenda y denuncia —del aquelarre a la memoria— con una puesta en escena poderosa.
De esas que te dejan el olor a humo… y a libertad.
Luger — Bruno Martín
Encargo sucio, coche robado y una reliquia con bala (literal y metafórica).
Ritmo, humor negro y moral en zona industrial.
Cine de género con ADN castizo: te huele a aceite, a chatarra… y a gloria.
Y sí, pude charlar con David Sainz: majísimo, como la película.
Balance general del Festival de Sitges 2025
Crónica desde la cuesta del Meliá
Hay festivales que se disfrutan… y luego está Sitges, que se sobrevive.
He pasado unos días maravillosos, rodeado de buenos amigos —Ricardo, Alberto y José— que me han acompañado, asesorado y, sobre todo, han evitado que me pierda en la marea humana del Auditori. A todos ellos, un abrazo de los grandes, de los de fin de festival y voz tomada.
Este Festival de Sitges 2025 ha sido tremendo. He visto unas cincuenta películas (sí, cincuenta, y no lo digo para presumir, sino para justificar mi cara de zombie).
Aquí se madruga como si fueran a repartir churros: la primera proyección es a las ocho y cuarto, y para llegar hay que subir la famosa cuesta del Hotel Meliá, sede del festival, con el Auditori y la Sala Tramontana, donde me he dejado media espalda y toda la energía. Desde nuestro apartamento, el paseo hasta allí es de unos 25 o 30 minutos: cardio de terror.
Hay días en los que a las cinco y media de la tarde ya has visto cuatro películas seguidas, y otros en los que el programa te deja respirar un poco para callejear por Sitges, perderte por la Calle del Pecado, o pasear junto al mar mientras te preguntas por qué sigues haciendo esto con tu vida. Pero luego ves esa puesta de sol, y piensas: “bah, que me quiten lo bailao”.
Eso sí: el Auditori está bien equipado… si eres pingüino.
¡Qué frío, por favor!
Es un festival fantástico en todos los sentidos, también en el climático.
Este año he pillado un buen catarro —souvenir oficial del Meliá— que me tuvo dos días medio muerto, pero ni por esas dejé de cumplir con mi ritual.
Cada mañana, entre las cinco y las cinco y media, me levantaba para escribir las críticas de las películas del día anterior, que luego reciben mis lectores del Heraldo de Henares y publico en mi blog holasoyramon.com. Ya sabéis, disciplina monástica y cafeína intravenosa.
He visto de todo: películas infumables, absolutamente insoportables, y otras que me han reconciliado con el cine.
Entre ellas, destaco La vida de Chuck, una auténtica obra maestra y, sin duda, una de las grandes películas del año.
Eso sí, hay que decirlo: Sitges es el único festival del mundo (o al menos de España) donde la prensa elige las localidades después del público. Sí, sí, después.
Tenemos nuestra zona reservada, claro… reservada para los que disfrutan ver las películas en ángulo imposible.
Pero bueno, eso también forma parte del encanto.
A pesar de todo, agradezco de corazón al festival la acreditación, el esfuerzo titánico de organización y, sobre todo, la oportunidad de vivir esta locura anual con tanta gente apasionada por el cine.
Así que, gracias a todos los amigos, colegas y nuevas amistades de estos días.
Han sido jornadas intensas, divertidas, agotadoras y, sobre todo, inolvidables.
Sitges, nos vemos el año que viene. Prometo llevar bufanda.
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Chistes y críticas en holasoyramon.com
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
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