Octavo día del Festival de Cine Europeo de Sevilla: cine, memoria y refugio en los museos – @festivalsevilla – #22FestivalSevilla #SEFF2025 – Gema Santamaría

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Octavo día del Festival de Cine Europeo de Sevilla: cine, memoria y refugio en los museos.

 

Por Gema Santamaría, crítica de cine y colaboradora de Nueva Alcarria.

 

El octavo día del Festival de Cine Europeo de Sevilla amaneció especialmente desapacible. La lluvia, por momentos torrencial, y un viento persistente convirtieron los desplazamientos por la ciudad en un ejercicio de resistencia. En ese contexto, la jornada combinó una exigente sesión matinal de documental, una pausa cultural en dos instituciones emblemáticas de Sevilla y, ya por la tarde, una de las propuestas más interesantes del certamen en el terreno del drama histórico.

 

 

Un arranque extenuante: In-I In Motion, de Juliette Binoche

 

La primera proyección del día fue In-I In Motion (2025), documental francés de 156 minutos dirigido y escrito por Juliette Binoche. La película revisita la creación de In-I, una performance escénica que la propia Juliette Binoche desarrolló en 2007 junto al coreógrafo y bailarín Akram Khan, y que giró posteriormente por distintos escenarios internacionales.

 

El film reconstruye, mediante material de archivo e imágenes inéditas, el proceso de gestación de aquella pieza: ensayos, discusiones creativas, ajustes coreográficos y la evolución de la relación artística entre ambos intérpretes. Akram Khan, bailarín profesional, parte de una sólida formación técnica, mientras que Juliette Binoche se expone como aprendiz, dispuesta a someter su cuerpo y su presencia escénica a un terreno que no es el suyo de origen. Desde el punto de vista conceptual, el documental propone una reflexión sobre la creación, el riesgo y la transformación personal que supone aventurarse fuera de la zona de confort.

 

Sin embargo, el resultado cinematográfico es profundamente problemático. In-I In Motion se revela pronto como una obra reiterativa, alargada hasta el límite y carente de una estructura que justifique su extensa duración. La acumulación de ejercicios, repeticiones y fragmentos de ensayo termina volviéndose cansina y, por momentos, insoportable. La película no logra modular su ritmo ni ofrecer puntos de inflexión dramática que permitan al espectador mantener el interés durante más de dos horas y media.

 

Esta sensación de agotamiento narrativo y formal fue determinante, en mi caso, para renunciar a asistir posteriormente a la rueda de prensa de Juliette Binoche, prevista con motivo del Giraldillo de Honor otorgado a la actriz y cineasta en esta edición del festival. El documental, lejos de acompañar ese reconocimiento, acaba lastrando la percepción de la jornada matinal.

 

 

Un refugio frente a la lluvia: Museo de Bellas Artes y Archivo de Indias

 

El tramo final de la mañana, tras la proyección del documental, se convirtió en una oportunidad para alejarse de las salas de cine y buscar cobijo —literal y simbólico— en dos instituciones fundamentales del patrimonio sevillano: el Museo de Bellas Artes y el Archivo de Indias.

 

El Museo de Bellas Artes de Sevilla ocupa el antiguo convento de la Merced Calzada, fundado tras la conquista de la ciudad y transformado en museo en el siglo XIX, tras la desamortización. Inaugurado oficialmente como museo en 1841, está considerado la segunda pinacoteca de España, sólo por detrás del Museo del Prado.

 

Sus claustros, patios y antiguas dependencias conventuales conforman un conjunto arquitectónico de enorme belleza, cuidadosamente restaurado, que acoge una colección pictórica de primer orden.

 

El recorrido por sus salas permite contemplar obras de Bartolomé Esteban MurilloFrancisco de ZurbaránJuan de Valdés Leal y otros grandes nombres de la escuela sevillana y del Siglo de Oro español, además de pintura barroca y colecciones posteriores que subrayan el papel de la ciudad como foco artístico de primer nivel. En los últimos años, además, el museo se encuentra inmerso en un proceso de ampliación y revalorización que refuerza su condición de referencia cultural en Andalucía.

 

La visita continuó en el Archivo General de Indias, ubicado en la antigua Casa Lonja de Mercaderes, edificio diseñado en el siglo XVI por Juan de Herrera para ordenar la actividad de los comerciantes vinculados al tráfico con América. En 1785, por decisión de Carlos III, el inmueble fue adaptado para centralizar la documentación relativa a la administración de los territorios ultramarinos españoles, hasta entonces dispersa en distintos archivos.

 

Hoy, el Archivo de Indias conserva alrededor de 43.000 legajos, unos 80 millones de páginas y miles de mapas y dibujos, constituyendo un fondo documental imprescindible para el estudio de la historia de América y Filipinas. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, junto con la Catedral y el Real Alcázar, su visita no solo proporciona un respiro frente al mal tiempo, sino que ofrece también una perspectiva esencial sobre la dimensión histórica y política de Sevilla como puente entre Europa y el continente americano.

 

Estas dos paradas culturales, en medio de la vorágine festivalera, funcionan como un contrapunto necesario: un recordatorio de que el diálogo entre cine, historia y patrimonio enriquece la experiencia global del festival.

 
 
 

Tarde de memoria y resistencia: Silent Rebellion (À bras-le-corps), de Marie-Elsa Sgualdo

 

La sesión vespertina devolvió el foco a las salas con Silent Rebellion (título original À bras-le-corps, 2025), drama suizo dirigido por Marie-Elsa Sgualdo. Ambientada en una pequeña localidad fronteriza con Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, la película sitúa su relato en el interior de una comunidad rural protestante en la Suiza oficialmente neutral, que sin embargo colabora en la práctica con el Tercer Reich, impidiendo la acogida de refugiados judíos y facilitando su devolución a territorio alemán.

 

La protagonista es Emma, una joven de 15 años interpretada por Lila Gueneau Lefas, que trabaja como sirvienta en la casa del pastor del pueblo. Colabora también con su padre en la confección de uniformes y bordados, y se ocupa del cuidado de sus dos hermanas menores. Su conducta ejemplar y su entrega al trabajo la convierten en candidata perfecta a un premio que distingue a la “chica virtuosa” de la comunidad. Sin embargo, la irrupción de un suceso especialmente grave y traumático —que conviene no revelar para preservar el impacto del relato— desestabiliza por completo ese frágil equilibrio y pone en cuestión la moralidad real del entorno que la rodea.

 

Marie-Elsa Sgualdo construye un retrato preciso y contenido de la protagonista, evitando subrayados melodramáticos. La interpretación de Lila Gueneau Lefas destaca por su sobriedad y por la forma en que canaliza la evolución del personaje, desde la obediencia callada hasta la toma de conciencia frente a la hipocresía y la violencia estructural de su comunidad. La película utiliza con acierto la elipsis, confiando en la capacidad del espectador para completar los huecos y reconstruir la progresión de los acontecimientos sin necesidad de explicaciones literales.

 

Asimismo, Silent Rebellion se revela especialmente eficaz a la hora de mostrar las grietas de la neutralidad suiza durante la contienda: lo que se presenta como prudencia política se convierte, en la práctica, en indiferencia ante el sufrimiento ajeno e incluso en complicidad con la maquinaria represiva nazi. El film señala, con firmeza pero sin estridencias, la responsabilidad colectiva y el peso de las decisiones individuales en un contexto totalitario.

 

En conjunto, se trata de una película valiosa, bien escrita, interpretada con rigor y capaz de articular una mirada crítica sobre la memoria europea desde la perspectiva de una adolescente cuya “rebeldía silenciosa” adquiere un significado profundamente político.

 

Con Silent Rebellion se cerró una octava jornada, marcada por el contraste entre un documental excesivo y agotador, una tarde de cine sólido y comprometido y, entre ambos, la constatación de que Sevilla ofrece, incluso bajo la lluvia más intensa, espacios de arte y memoria que dialogan de manera directa con las historias que el festival proyecta en sus pantallas.

 

El corazón que a Triana va nunca volverá, Sevilla.

 

 

Gema Santamaría

 

 

 

 

 

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Muchos besos y muchas gracias.

¡Nos vemos en el cine!

 

 

 

Chistes y críticas en holasoyramon.com

Crítico de Cine de El Heraldo del Henares

 

 

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