

El Palmarés (con mis rajaditas amables)
Premio al Mejor Largometraje
Al Oeste, en Zapata, de David Bim
Un viaje cubano-español de esos que mezclan polvo, memoria y personajes con más arrugas vitales que yo después de cinco días sin dormir.
Una peli sobria, elegante y con nervio.
Premio más que merecido.

Premio AISGE a la Mejor Actriz
Eszter Tompa, por Kontinental ‘25
La actriz se marca un recital frío y preciso en un drama rumano apañadito que habla de fronteras, miedos y esa Europa que siempre llega tarde.
Ella está enorme, la verdad.

Premio AISGE al Mejor Actor
Ben Whishaw, por Un día con Peter Hujar
Aquí el bueno de Ben se mete en la piel del fotógrafo Peter Hujar con una delicadeza tremenda.
La película es íntima, triste y muy bonita.
Y él se merienda la pantalla.

Mención Especial
Andranic Manet, por Ari
Un drama franco-belga de identidad, silencios y miradas perdidas.
Manet está fantástico: contenido, incómodo, luminoso y roto.
Un regalito para el jurado.

Premio a la Mejor Dirección
Ángel Santos, por Así chegou a noite
Una dirección pura, elegante, sin florituras, de esas que te llevan de la mano sin empujones.
El gallego se confirma como un director con clase y sensibilidad.

Premio al Mejor Largometraje Español
A la cara, de Javier Marco
Un retrato duro sobre violencia digital, insultos, cobardías y pantallas.
Una peli tensa, directa, incómoda.
Muy bien traído el premio, sí señor.

Premio CIMA al Mejor Largometraje Dirigido por una Mujer
Love Me Tender, de Anna Cazenave Cambet
Una historia íntima y contenida, sostenida por una soberbia Vicky Krieps, que está magnética sin despeinarse.
Drama fino, sin gritos y con mucha verdad.

Gran Premio del Público
Made in EU, de Stephan Komandarev
Durísima, triste y real como un bocadillo de mortadela sin aceite.
Komandarev retrata la precariedad europea con mano firme.
Lógico que el público la abrazara.


Mis cinco días en Gijón/Xixón (versión “crónica meteorológica”)
He estado cinco días mal contados, lo justo para coger frío, mojarme tres veces y descubrir que el viento gijonés te despeina hasta el alma.
Y sí, tuvimos que adelantar la vuelta por riesgo de nevada en el Puerto de Pajares.
Nada más gijonés que marcharte del festival como si huyeras de “Juego de Tronos”.
Aun así, ha sido un gustazo.

Gijón: pequeño, intenso y lleno hasta la bandera
El FICX es un festival pequeño en tamaño, pero grande en programación.
Este año parecía que habían firmado un pacto: adolescencia, identidades en construcción y familias complicadas.
No sé si fue casual o una conjura asturiana.
El público, eso sí, maravilloso: salas llenas a todas horas.
Da gusto ver un festival donde la gente entra incluso sin saber si la película es sobre vacas existenciales o chavales perdidos.
Eso es amor al cine del de verdad.
Los festivales de ciudades pequeñas o medianas —Donosti, Valladolid, Gijón— tienen un público fiel, de esos que repiten año tras año como si fuera misa de domingo. Y eso se nota.

El trato a la prensa… ay, madre
Aquí viene el palo cariñoso:
El trato a prensa, flojo. Muy flojo.
Con cariño lo digo, pero no puede compararse con Donosti, Málaga, Sevilla o incluso Valladolid.
Faltan acreditaciones claras, información rápida, facilidades.
Aún así, se compensa con la cercanía y el ambiente familiar.

Cierre
Un festival precioso, lleno de propuestas interesantes, descubrimientos, caras nuevas y mucho talento emergente.
Aunque haya llovido como si no hubiera un mañana, yo encantado.
Volveré. Pero con paraguas industrial y como siempre acreditado por un medio prestigioso y con solera como El Heraldo del Henares.

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Chistes y críticas en holasoyramon.com
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
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