Soy rendido seguidor de esta saga. Acudo con Fer a una sala con muchos niños, algunos demasiado pequeños.
Peter Jackson nos ofrece más de lo mismo: aventuras, acción, emoción, fantasía… Todo con una factura técnica perfecta. Con unas imágenes estupendas. Lo dicho, más de lo mismo.
La labor de Jackson es colosal. Coordinar a un equipo tan extenso de personas, para que el resultado final sea tan brillante, es muy meritorio.
Aparecen enanos, hobbits, humanos, horcos, brujos, cambiapieles, elfos, dragones, huargos… ¿Y los trasgos, dónde están los tragos?
Los críticos han dicho maravillas. Ha obtenido muchos premios y la Palma de Oro en el último Festival de Cannes.
Carlos Boyero ha escrito de ella: “Kechiche cuenta esta historia con desarmante verdad (…) filma las escenas de sexo con una autenticidad insólita (…) todo es placentera o dolorosamente real”.
Por una vez y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con el maestro Boyero y suscribo todas sus palabras, pero a mí no me ha gustado.
Resulta insoportable esta manera de rodar con la cámara pegada a las caras de las actrices. Más del ochenta por ciento de la peli son primeros planos. Detesto profundamente este estilo. Ahora parece que si no ruedas así no eres un autor.
Esta manera de filmar es deudora de la televisión que precisa de planos cortos en un pantalla pequeña. Ni siquiera tiene un origen cinematográfico. Señor Kechiche vea cine de verdad como el de Ford y aprenda a rodar.
Para trasmitir sentimientos no hay que ver salpicar las lágrimas hacia la cámara, es el recurso más barato y más tramposo que existe.
La historia que cuenta no es nada del otro jueves. A estas alturas del siglo XXI a nadie debe sorprender el amor entre dos chicas.
Curiosamente las situaciones de dominación que se viven en parejas heteros también se reflejan aquí en esta pareja de lesbianas.
Para relatar esta historia no son necesarios 180 minutos, con mucho menos tiempo se podría haber contado lo mismo y mejor.
Sí, es cierto que la peli trasmite realidad. Las escenas de sexo explícito (que no me desagradaron) son excesivamente extensas, innecesarias, superfluas.
Léa Seydoux está estupenda pero la que me ha enamorado ha sido Adèle Exarchopoulos. Su interpretación es colosal, con una capacidad de emocionar, de hacer sentir emociones extraordinaria. Reconozco el mérito de Kechiche en la dirección de las actrices. Pero que quede claro: esto no salva una película claramente fallida.