Nominaciones: Oscar a la mejor película extranjera, MÁS
Premios: Polish Film Award al Mejor Film
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Comentario de Ramón:
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El hábito sí hace al monje.
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Hace unos días vi la anterior peli de este director, Hater, y quedé impresionado.
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Partiendo de una premisa argumental ridícula y poco verosímil se articula una película emocionante y moralmente intensa.
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La peli nos habla del interior de ética que llevamos todos dentro.
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Si a un muchacho le otorgas el papel de delincuente juvenil se comportará como tal, pero si le das el de sacerdote, además libre de las doctrinas superiores de la Iglesia, se dejará llevar por ese espíritu interior que nos dice lo que es bueno y malo.
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La peli ahonda en el perdón y en el rencor, con ese sentimiento tan humano (y tan cristiano) de buscar un culpable a una desgracia.
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El protagonista, al que da vida un perturbador Bartosz Bielenia, nos guía durante el metraje por los vericuetos de la fe y de la redención, del sufrimiento y de la pasión.
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La peli termina con una aire nihilista y fatalista, en el que se nos viene a decir que nadie es capaz de escapar de su destino.
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Estamos ante una gran película que se mueve entre el drama personal y la religión.
Me sorprende las dispares críticas que ha recibido esta peli.
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Se plantea como un duelo entre el inquisidor, Àlex Brendemühl y la acusada Amaia Aberasturi.
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Él representa el fanatismo machista y ella la astucia femenina.
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Catalogar a muchachas felices y, hasta cierto punto, libres, de brujas es una tónica presente en la historia machista y patriarcal de la humanidad.
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Pablo Agüero utiliza sabiamente la fotografía para crear atmósferas contrastadas y estilizadas.
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Su realización es realista, pero posee al mismo tiempo una aire irreal y onírico.
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Pero no solo los dos personajes principales se enfrentan, también los actores que los encarnan en un duelo interpretativo que resulta lo mejor de la película. Magníficos Amaia Aberasturi yÀlex Brendemühl.
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Impresionante Daniel Fanego carcomido físicamente por la miseria moral que lo posee.
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No comprendo que haya quien hable mal de esta peli.
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A mí me ha gustado de cabo a rabo (y no necesariamente del diablo).
La serie nos cuenta, desde los dos puntos de vista opuestos, como se fueron consiguiendo la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en la década de los setenta en los USA.
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Por un lado la pertinaz Phyllis Schlafly (Cate Blanchett). Una mujer conservadora que se opone a la “Enmienda de Igualdad de Derechos” (“Equal Rights Amendment“).
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Por otro lado las líderes feministas, con muy diferentes sensibilidades, encabezadas por Bella Abzug (Margo Martindale) y Gloria Sreinem (Rose Byrne) entre otras muchas.
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No termino de comprender como Phyllis Schlafly, una mujer inteligente, experta en armamento nuclear, apoya el machismo reinante intentando impedir que la ley dé igualdad de derechos a hombres y mujeres.
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Entre los propios republicanos conservadores es ninguneada y sometida a humillaciones. Su propio esposo cita como su mejor cualidad la sumisión.
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Pero a pesar de todo ella insiste en intentar impedir los cambios sociales y legislativos.
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Cuando Phyllis Schlafly habla para su público es fácil encontrar el aplauso, pero cuando debate con las feministas, o las saca de quicio o se queda sin argumentos.
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Cate Blanchett está descomunal, impresionante, llenando de matices su personaje, que vas depreciando más y más conforme avanzan los episodios. Las secuencias finales de la serie son desoladoras.
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Se representan bien los diferentes discursos que hay dentro del feminismo de la época, donde hay discrepancias políticas sobre el racismo, la homosexualidad, el aborto…
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No puedo dejar de destacar a la siempre maravillosa Elizabeth Banks que da vida a la republicana pero partidaria de la ERA, Jill Ruckelshaus.
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Una serie muy interesante y aleccionadora.
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A mí personalmente me resulta muy inquietante que aún pueda haber personas que no se consideren feministas, que no crean que los hombres y mujeres deban de tener los mismos derechos.
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Mi puntuación: 8,05/10.
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. Comentario de Elena:
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Serie de serie de televisión de política social 2020.
Creada por Dahvi Waller.
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Está basada en hechos reales sobre la lucha por la enmienda de igualdad de derechos en Estados Unidos a principios de los años 70 y la oposición más radical por parte de otro grupo de mujeres conservadoras liderado por Phiyllis Schlafly.
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Me ha llamado poderosamente la atención la evolución de tres de sus protagonistas así como sus características y registros.
. Phiyllis Schlafly, magníficamente interpretada por Cate Blanchett, una mujer que representa la figura líder de la defensora de la mujer, eso sí, en casa haciendo labores de madre, esposa y asistente sin sueldo, aunque no es su caso, pero sí lo que defiende.
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No es bien tratada por sus colegas políticos.
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Es una mujer fría y manipuladora con las otras mujeres y consentidora con el género masculino a pesar de lo que dice y su apariencia.
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Por otro lado, Gloria Steinem, interpretada por Rose Byrne, defensora a ultranza de la igualdad de derechos.
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El personaje a veces me resulta ñoño con una voz muy bonita, pero cuando se expresa ante el público, adquiere una fuerza arrolladora.
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Por último, comentar la evolución de la amiga de Philips, Alice Macray, interpretada por Sarah Paulson, otra ama de casa a favor de la mujer sumisa y sin derechos, que despierta a la realidad de los tiempos y a la injusticia con las mujeres.
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Es una buena serie que se acompaña de buen guión y casting.
Esta peli la vi cuando fue estrenada y la recordaba bastante bien.
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Me parece una obra para el lucimiento y admiración de un buenorro Brad Pitt con un pelazo teñido de rubiales para interpretar al estereotipo ario.
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La peli nos quiere contar la transformación vital de este montañero egoísta e individualista en una mejor persona.
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A mí lo que más me atrae de la peli son los paisajes que tan bien sabe retratar Jean-Jacques Annaud.
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En estas películas en las que “el hombre blanco” viaja para “descubrir” recónditos lugares, siempre me molesta el tratamiento de supremacía que se le da al viajero occidental y el retrato, muchas veces pintoresco y otras cómico y ridículo, de los habitantes de estos países.
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Aquí, en mi opinión, se cae en este mal que padecemos los occidentales de pensar que un lugar no existía hasta que llegamos y lo descubrimos.
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También me molesta que el malo y traidor Ngwang Jigme (BD Wong) se le dé aspecto de afeminado, insinuando su condición de homosexual.
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En cambio me encantan los tres actores que encarnan al Dalai Lama con 4, 8 y 14 años (Dorjee Tsering, Sonam Wangchuk y Jamyang Jamtsho Wangchuk).
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Se podría decir que es cine sobre el Tíbet desde la mirada de un austriaco.
