Avatar: Fuego y ceniza – Avatar: Fire and Ash – 2025 – James Cameron – #YoVoyAlCine

 

 

 

 

 

 

 

Avatar: Fuego y ceniza — dinero, sudor y muchas horas bajo el agua

 

James Cameron lleva metido en el universo Avatar desde finales de los 90. O sea, más de 25 años dándole vueltas a Pandora, que ya es obsesión nivel doctorado.

 

Esta tercera entrega, Avatar: Fuego y ceniza se ha rodado de forma simultánea con Avatar: El sentido del agua, lo que explica parte del retraso… y del presupuesto monstruoso.

 

¿Cuánto ha costado?


Las cifras oficiales no son públicas al euro, pero las estimaciones más fiables sitúan Avatar: Fuego y ceniza en torno a 250–300 millones de dólares, reutilizando tecnología y rodajes de la segunda.

Barato no es. Nunca lo es con Cameron.

 

¿Cuánto tiempo lleva Cameron en esto?


El rodaje principal arrancó en 2017. Sí, has leído bien.

 

Ocho años de trabajo entre captura de movimiento, efectos digitales, posproducción infinita y la manía de Cameron por hacerlo todo un poquito mejor que nadie.

 

Recaudación de la saga hasta ahora:

 

  • Avatar (2009): ≈ 2.923 millones $ (la película más taquillera de la historia).

 

  • Avatar: El sentido del agua (2022): ≈ 2.320 millones $ (y muchos dijeron que no llegaba ni a dos… ejem).

 

 

¿Qué se espera de Fuego y ceniza?


Disney no da cifras oficiales, pero el consenso industrial habla de mínimo 2.000 millones de dólares si el público responde como en las anteriores.

 

Cameron, por su parte, va de humilde: “si no supera a la segunda, me retiro”… (esto último no lo ha dicho, pero casi).

 

¿Habrá más secuelas?


Sí. Confirmadas Avatar 4 y Avatar 5, con estreno previsto hasta 2031.

 

Cameron ha dicho que ya tiene la historia cerrada y que, si sigue vivo y con energía, las dirige él. Da miedo llevarle la contraria.

 

 

¿Qué aporta esta entrega?


Un nuevo clan Na’vi, más oscuro, más volcánico, más “mal rollo”.

 

Menos agua, más fuego.

 

Menos contemplación zen, más conflicto.

 

Y, probablemente, otra lección de cómo se hace espectáculo industrial a lo bestia.

 

Carísima, larguísima de gestación, ambiciosa hasta la exageración… y con pinta de volver a forrarse.

 

Cameron no hace cine: hace eventos sísmicos en taquilla. Y luego se queda tan ancho.

 

 

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James Cameron: el señor que tarda diez años, pero luego te arrasa la taquilla

 

James Cameron no tiene una filmografía muy larga, pero cada peli suya pesa como tres carreras completas.

 

Va despacio, se lo piensa todo, se pelea con medio mundo… y casi siempre gana.

 

Arranca fuerte con Terminator (1984), cine de ciencia ficción seco y barato que hoy es historia del cine.

 

Sigue subiendo la apuesta con Aliens: El regreso (1986), donde coge una peli de terror y la convierte en una de acción militar sin que nadie proteste.

 

Con Abyss (1989) ya empieza su romance peligroso con el agua y los rodajes imposibles.

 

En los 90 entra en modo dios del blockbuster: Terminator 2: El juicio final (1991) revoluciona los efectos digitales y envejece mejor que muchos estrenos actuales.

 

Luego se lía la manta a la cabeza con Titanic (1997): presupuesto desbocado, rumores de desastre… y acaba haciendo la película más taquillera de la historia durante años.

 

Cotilleo extra: medio equipo juró no volver a trabajar con él jamás.

Spoiler: algunos volvieron.

 

Tras un largo silencio llega Avatar (2009), que redefine el 3D y vuelve a romper la hucha mundial.

 

Muchos se rieron del argumento, pero nadie se rió de los 2.900 millones recaudados.

 

Más de una década después remata con Avatar: El sentido del agua (2022), demostrando que Cameron solo vuelve cuando sabe que va a arrasar otra vez.

 

Pocas películas, muchísimos millones, técnica puntera y un ego del tamaño de Pandora.

 

James Cameron no rueda: invierte años para recordarte quién manda en el cine industrial.

 

Y suele funcionar.

 

 

 

Cutrecomentario de Ramón:

 

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Avatar 3: más fuego, más colorines… y el mismo menú de siempre

 

Avatar: Fuego y ceniza (2025) es James Cameron en estado puro: festival visual, subidón cromático desde el primer minuto y una avalancha de estímulos que al principio te deja con la boca abierta… y a la hora larga ya te está pidiendo un descanso visual y un ibuprofeno.

 

Aquí James Cameron da por hecho que vienes con los deberes hechos.

 

No presenta personajes, no explica gran cosa y asume que recuerdas perfectamente quién es quién en Avatar y Avatar: El sentido del agua.

 

Yo, que confieso haberlos olvidado bastante (y eso dice poco del poso que dejaron), me vi metido en un auténtico berenjenal narrativo.

 

Al final haces lo sensato: te abstraes, dejas pasar la trama y te centras en la acción, que es lo único que realmente importa.

 

La película mezcla sin complejos cine bélico, fantasía épica, pinceladas etnográficas y ese homenaje constante a los pueblos indígenas exterminados por el hombre blanco.

 

Pandora vuelve a ser el Oeste americano, pero con CGI, bioluminiscencia y ahora también fuego a saco.

 

No es una conquista: es otra reconquista, pero azul y roja.

 

Visualmente es apabullante, pero nada nuevo bajo el sol de Pandora.

 

Ese festival de colores ya lo vimos en las dos entregas anteriores.

 

Aquí hay más fuego, más ceniza y, eso sí, una villana estupenda: la reina roja, más mala que un pecado mortal y, con diferencia, el personaje más interesante de toda la película.

 

Los Na’vi malos funcionan, aunque recuerdan peligrosamente a los orcos de El Señor de los Anillos.

 

Cameron nunca ha sido especialmente original: recicla referentes que ya funcionaron y los envuelve mejor que nadie.

 

El gran problema es la duración: tres horas y pico.

 

No aburre, pero la sensación constante es estar viendo más de lo mismo.

 

No hay un salto conceptual, no hay una idea nueva que justifique esta entrega.

 

Los mensajes sobre la familia, la resistencia, la resiliencia y el “unidos somos más fuertes” están bien… pero ya los hemos escuchado. Varias veces. Muy bien renderizados, eso sí.

 

Todo es espectacular: el agua, el fuego, las explosiones, los animalicos marinos, los bichos imposibles.

 

Impresionante, sí. Sorprendente, no.

 

La impresión ya la tuvimos antes y aquí deja una sensación curiosamente fría, casi indiferente.

 

Sinceramente, no creo que Avatar: Fuego y ceniza alcance el impacto ni el éxito de las anteriores.

 

Y si James Cameron cumple su amenaza de retirarse si no salen los números… igual nos quedamos sin Avatar 4 y Avatar 5.

 

Qué cosas.

 

Bueno, muchos besitos.

 

Mi puntuación: 7,52/10.

 

 

 

Dirigido por James Cameron:

 

Ficha: En este enlace.

 

 

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Muchos besos y muchas gracias.

¡Nos vemos en el cine!

 

 

 

Chistes y críticas en holasoyramon.com

Crítico de Cine de El Heraldo del Henares

 

 

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