Fresas salvajes – 1957 – Ingmar Bergman – Taller de Cine de Azuqueca de Henares

 

Lo primero agradecer una vez más a José y Susana su maestría y su gran capacidad para ofrecernos películas tan interesantes.

 

No puedo decir que el cine de Bergman para mí sea un desconocido, más bien es un gran olvidado.

 

En mi época juvenil asistí fielmente a un ciclo de pelis de este director ofrecido por un Colegio Mayor en mi Zaragoza natal.

 

Luego vi en la tele alguna de sus obras.

 

Pero lo cierto es que no las recuerdo tan apenas.

 

Por eso me ha sorprendido el impacto que me ha causado esta Fresas salvajes, que posiblemente la viera hace unos cuarenta años.

 

Me he puesto a bucear por internet y hay mil cosas, todas interesantes, sobre esta peli y su director.

 

Pero he decidido no leerlas y dar mi opinión sin influencias más doctas.

 

Seguro que mis compañeros, y sin embargo amigos, se documentarán sobradamente y en el debate próximo me ilustrarán magníficamente.

 

Seguimos al profesor Borg durante poco más de un día. Viaja a Estocolmo o a Lund (no me queda muy claro) a recibir un importantísimo galardón, donde habrá fanfarrias y cañonazos, desfiles y discursos.

 

Durante esas horas conocemos de su vida y de su personalidad.

 

Se ha convertido en un anciano solitario y egoísta.

 

Mantiene una relación casi matrimonial con su sirvienta que ejerce de esposa respondona y tal vez ella quisiera ser también de amante.

 

Su madre siempre ha sido arisca y autoritaria y está sola. Posiblemente él padece de la misma dolencia.

 

Su vida, que nos es presentada en sueños y recuerdos, no ha sido muy feliz.

 

Víctima de un adulterio, de un matrimonio de conveniencia, de un hijo distante…

 

Aunque el encuentro con un empleado de gasolinera (un jovencísimo Max von Sydow) nos informa de lo apreciado que era como médico.

 

Todo esto se nos presenta en una road movie por carretera y emocional.

 

Bergman nos va metiendo en ese coche camino a la capital a diferentes personajes.

 

Ese trío de jóvenes llenos de energía y vitalidad. Dos muchachos disputan los favores de Sara, una jovencísima Bibi Andersson, y por la existencia de Dios, llegando incluso a las manos, en una especie de mofa de las discusiones trascendentes.

 

Un matrimonio que se hacen daño y se ridiculiza continuamente, recogidos después de haber sufrido una accidente.

 

Los primeros representan la ilusión por la vida. Los segundos esas parejas que en lugar de divorciarse prefieren seguir destruyéndose.

 

Uno sueña con lo que le preocupa y el  profesor Borg lo hace con su muerte. Tal vez le turba la idea que su féretro caiga del coche de caballos que le lleva al cementerio o simplemente su muerte que prevé cercana.

 

Ese episodio resulta muy buñueliano, pero a diferencia del Genio de Calanda es un inserto, un pegote en una narración coherente. Buñuel en cambio lo hubiera presentado con toda normalidad dentro de la historia, confundiendo al espectador.

 

Tal vez este anciano en estas horas de viaje personal se termine dando cuenta de los errores y los aciertos de su existencia, de lo importante que es sentirse querido y al final consiga ser alguien mejor.

 

Ese final con esa sensación de intimidad entre él y su nuera, una seductora Ingrid Thulin, es maravilloso.

 

Me dan unas ganas inmensas de revisitar la filmografía de Ingmar Bergman.

 

 

Muchos besos y muchas gracias.

 

Crítico de Cine de El Heraldo del Henares

 

Colaborador de Esradio Guadalajara y Alcarria TV

 

Canal de YouTube: HolaSoyRamónVídeos

 


 

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4 Comentarios to “Fresas salvajes – 1957 – Ingmar Bergman – Taller de Cine de Azuqueca de Henares”

  1. Fàtima Fernández says:

    Fresas Salvajes es para mí el Cuento de Navidad Dickensiano, el Caballero de la Armadura Oxidada, ….
    Esta vez puedo decir que además de ver una gran película a nivel técnico, también me a gustado la temática en cuestión. La condición humana es uno de mis temas favoritos y Fresas Salvajes me lleva a hacerme muchas preguntas y eso me gusta:

    _¿Está reñido el éxito profesional con el personal?
    _¿Somos el resultado de nuestras experiencias? ¿Justifican nuestra conducta ?
    _No es el miedo a la muerte, estarlo ya?
    _No deberíamos hacer un repaso de ” hacia donde vamos, como actuamos, quienes somos, …” de vez en cuando y no esperar al fin de nuestros días, cuando ya poco podemos enmendar?
    ….etc

    Solo hay un par de cosas que me dicen que la película tiene ya una edad, una es el reflejo de una sociedad machista (mucho) y la otra la importancia de la religión en lo más profundo del ser humano. Pero escenas como la de los relojes sin manecillas donde surrealismo y expresionismo son tan atemporales compensan y equilibran.

    Yo también voy a hacer un visionado de lo más significativo de la obra de Bergman, creo que vale la pena.
    Ramón, ya sabes que las mujeres tenemos un sexto sentido… Isak y Agda estaban liados, jiji!

    Besosss

  2. Alberto Arranz says:

    Fresas salvajes
    Me alineo contigo Ramón, opinión de la película sin consultas internáuticas, de las que por otro lado no hay que fiarse. Y me sumo a las felicitaciones a Susana y Jose, lo están haciendo genial. Cada vez me cabe menos en la cabeza que esto se acabe algún día….Bueno, no voy a ser Bergmanniano precisamente ahora !!, jajaja.
    Tu comentario es estupendo como siempre, como también lo es el de Fátima por lo que solo añadiré algunas impresiones.

    He visto cuatro películas de Bergman:“El septimo sello”,“El manantial de la doncella”,”El silencio” y “Como en un espejo”. Esta es la quinta. Cristina me ha dejado “Persona” que espero ver en breve. Todas de su filmografía en blanco y negro. Me queda mucho por ver.

    Me gusta Bergman. Me gusta mucho. Por todo, por los temas que trata, por la manera de filmar, por la cercanía a los actores, por el tono intimista, por sus silencios, por su poderosa narrativa, por ese blanco y negro tan personal, lleno de sombras y contrastes de luz, ese blanco y negro pesimista, un tanto mortecino a veces, tan dado a interpretaciones psicológicas aviesas.
    Hace poco Millás se quejaba del “estúpido consenso universal” del gusto por el blanco y negro. Aun reconociéndole algunos méritos, no me hace gracia Millas y si me gusta el morbo Bergman.

    Sus preocupaciones las conocemos todos y probablemente las compartimos también. En Fresas salvajes no hay menos. Algunas de las cosas que me han llamado la atención:

    – La dicotomía entre el amor a los grandes valores y el amor a los que te rodean, que con frecuencia parece contrapuesta y de la que es presa el profesor Borg. No son pocos los que, como Borg, lo han dado todo por unos ideales elevados en detrimento de los seres cercanos (he evitado queridos con toda la intención). Me vienen a la memoria algunos nombres de escritores, artistas en general y científicos laureados por sus logros para la humanidad y denostados por sus hijos o cónyuges. Marianne lo expresea muy bien cuando conversa con su suegro, mientras se dirigen a Lund en el automóvil, “debe ser horrible depender de estas personas” (otro detalle: amor y
    dependencia). Poco después le dice además “los sueños no me interesan gran cosa” como posible referencia a los que no entregan la vida por sus sueños y están mas cerca de las necesidades cotidianas, mas cerca de la realidad y de la rutina, esa rutina tan denostada pero cuyo ineludible contraste es vital para que los soñadores no sean seres absolutamente vulgares y egoístas. Marianne hace meditar al profesor Borg sobre todo esto y aquí empieza su viaje existencial en el que irá tomando conciencia de su vida pasada ahora que está cerca del final. Nada extraño por otro lado, supongo que a todo el mundo le ocurre. Un viaje existencial en el que parece
    encontrar sobretodo reproches.
    – La eterna reflexión sobre la existencia de Dios, de la que parece estar un poco arto, banalizándola en las discusiones de los dos atolondrados pretendientes de la joven Sara, uno racionalista acérrimo y el otro ferviente religioso. La propia Sara apuntilla: “¿quién en
    estos tiempos es capaz de creer en Dios?”. Se torna un poco más serio al final de la comida que comparten los cinco viajeros cuando Borg recita un precioso poema que define su postura: la necesidad de creer pero su irresoluble incertidumbre hasta el momento de la muerte, aunque los cotidianos milagros de la naturaleza le parecen significativos.
    “¿Dónde está el amigo/ que busco por doquier? Cuando apunta el día/ mi inquietud también aumenta cuando el día muere/ lo busco todavía/ Aunque el corazón me abraza/ yo voy siguiendo sus huellas/ Voy siguiendo sus huellas/ en cualquier brote de vida/ el aroma de la flor/ la esbeltez de la espiga/ en el suspiro que lanzo y/ en el aire que respiro/ está presente su amor y/ oigo cantar su voz /en el viento del estío”.
    Me parece una clara referencia a Dostoievski y me recuerda también los versos de Blas de otero:
    “Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte/ al borde del abismo, estoy clamando/ a Dios. Y su silencio, retumbando/ahoga mi voz en el vacío inerte”.

    -La visión contrapuesta sobre la vida personificada en Evald y Marianne. El primero, agobiado hasta el extremo por su concepto Sartriano de la existencia, mientras que Marianne quiere vivir y prolongar la vida en el hijo que lleva dentro.

    -Las relaciones de pareja, un tema recurrente en Bergman. En la película es constante la referencia a que la vida matrimonial solo puede ser conflictiva (todos sabemos que Bergman tuvo muchas mujeres), la del profesor Borg, la de su hijo, el esperpéntico matrimonio Alman.
    Con los Ackerman es otra cosa pero hay que fijarse en que ellos son jóvenes; “ya les llegará” parece querer decir Bergman. La única “relación de pareja” que se salva es la que tiene el profesor Borg con su criada que es una relación estupenda, cada uno en su papel, hasta
    que surge el conflicto de cómo ir a la ceremonia. En ese momento el profesor alude a que eso parece un matrimonio.

    -La sombra constante del catolicismo. Las referencias bíblicas en los nombres de los protagonistas son claras y la culpa católica está presente en toda la película. Una culpa casi universal que precisa redención. La alusión que hace Borg a que su matrimonio era el de Sara y Abraham puede dar para mucho, así que no me voy a meter en derroteros.

    -La utilización de los sueños, como bien dices Buñuelescos. Me parece muy destacable como consigue la recreación onírica, no recuerdo sueños mejor representados en el cine (tampoco esto quiere decir nada, no tengo tanto bagaje cinéfilo). Parece que Bergman se adhiere aquí a las
    teorías psicoanalíticas y solo en los sueños el profesor Borg es capaz de desnudarse ante sí mismo. Su miedo a la muerte, sus traumas de infancia, las culpas que arrastra. El mismo se dice en sueños, en boca de Sara su primer amor quien le obliga a mirarse al espejo, “tú sabes muchas cosas pero en realidad no sabes nada”.
    El absurdo examen al que se ve sometido en uno de los sueños y que inevitablemente recuerda al proceso de Kafka, puede interpretarse como expresión de la culpa católica. Querer ser médico, intentar dominar la enfermedad, no deja de ser una búsqueda de poder, es una forma de acercarse a ser Dios y esto es soberbia y por eso el primer deber de un médico, que ha pretendido emular a Dios, es pedir perdón.
    El monólogo de su mujer, poco después de que Borg presencie su affaire con aquel desconocido, es durísimo. Desmonta la comprensión y la bondad universal a las que Borg se aferra ¿Es realmente capaz de comprenderlo todo y perdonarlo todo o es que en realidad es incapaz de afrontarlo? “Una obra maestra de la cirugía” le dice el examinador “todo ha sido extirpado” y
    él responde “aquí todo está tranquilo”. Pero desprenderse de los sentimientos para evitar el sufrimiento tiene una condena, la soledad.

    – La escena de Sara y Sigfritz es claramente una representación de otro de los tormentos genuinamente humanos, la lucha titánica entre los deseos y la razón, entre lo que quiero y lo que debo hacer. Nuestro querido profesor luchó poco y optó rápidamente por lo que debía hacer en cada encuentro con la vida.

    Pero el profesor Borg tan egoísta y frío tiene también su propia historia. Es alguien qué pertenece a una familia de diez hermanos. En las familias numerosas, no en todas pero si en la mayoría, no hay afecto para todos. Se lo lleva todo el primero y a partir de ahí va llegando menos hasta el último que, como último, se lleva el resto de un golpe. Los más ignorados son los del medio. Puede haber cuidado para todos pero el amor filial es otra cosa. Si hay educación, el orden de la convivencia mantiene la estructura familiar, como en el caso de la familia de Borg. Si no hay educación no es raro que la familia acabe en un caos de desencuentros. Hay que convivir y no
    siempre es fácil si los afectos están muy presentes. Es, por tanto, un hombre que ha crecido en el desafecto aunque ha sido cuidado, alimentado, y se le ha proporcionado todo lo necesario para vivir. Significativamente solo hay referencias a la madre, una madre que es el centro de la actividad de la casa y que sobretodo es jerarquía; reparte orden, como se refleja en la fantástica escena de la comida. La madre que él hubiera deseado la representa Sara arrullando al niño en otro de sus sueños. El padre está ausente. Para algunos, como el profesor Borg, la búsqueda del padre se parece a la búsqueda de Dios. Ambos son necesarios pero su certeza nunca llega o quizá lo haga en un último momento de encuentro, cuando solo es posible reconocerse a través del abismo que los separa (en el caso de la película, el río)
    Por eso quizá Borg se enfrenta al mundo aferrándose a valores eternos, valores sin discusión, tratando de ponerse a salvo de los tormentos de la existencia humana y de investirse de un valor del que piensa que carece. Algo difícil de conseguir. Creo esto es muy importante la película. Por eso quizá solo se permite decirse en sueños lo que en la realidad no es capaz de admitir. Cómo Sara prefería a su hermano o cómo su mujer le pedía un afecto que él no le daba. En apariencia víctima de un adulterio, solo reconoce en sueños su propia responsabilidad en que así ocurriera.

    Quería decir también que, además de la versión original subtitulada que vimos en el cineclub, la he vuelto a ver en versión doblada. No es nada nuevo que los nórdicos son diferentes a los mediterráneos; hay que tenerlo en cuenta y yo al menos tuve que hacer cierto ejercicio de traslación en la versión original. La versión doblada me resultó algo más amable. El trabajo de doblaje, siempre cuestionable por supuesto, creo que aporta códigos que nos facilitan el visionado. Por otro lado tiene algunos detalles divertidísimos como cuando el gasolinero (un jovencísimo Max von Sydow) no quiere cobrarle la gasolina al profesor Borg y en la versión doblada le contesta literalmente “Deje que nos portemos como españoles aunque vivamos en Suecia….” En la subtitulada creo recordar que en vez de españoles se refiere a la gente humilde….Si hay alguien que hable sueco que nos lo aclare, pero me da que lo de “españoles” se lo sacó de la manga la dictadura. Otro es cuando el matrimonio Alman está discutiendo en el coche y hay un momento en que el ingeniero hace referencia a que ambos se soportan gracias al catolicismo de él y a la histeria de ella. En la versión doblada la referencia despectiva al catolicismo es eliminada como es eliminada también la referencia al aborto en la discusión entre Marianne y Evald.

    Disculpa otra vez por tanto rollo. Si en algún momento te parece excesivo y no es lo que pretendes para tu Blog, házmelo saber. Gracias y hasta otra.

  3. Alberto Arranz says:

    Disculpad también por algún desliz ortográfico, lo atribuiremos a mi mala calidad como tecleador.

  4. Ramón says:

    Muchas gracias por vuestros comentarios.

    Hacéis mi blog muchísimo mejor.

    Un abrazo.

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