El director y protagonista Daniel Hendler nos plantea, en modo comedia, que discernamos junto con ese perito, al que da vida, sobre la capacidad mental de Marta Hoffman, personaje compuesto por una sensacional Marilú Marini.
La socarronería argentina sabe convertir el drama personal en una comedia con ciertos aires de thriller, ya que el pacato perito se convierte en investigador de la vida.
Hay una defensa de la vida bohemia, independientemente de la edad.
Agustín Gómez Arcos. El español que escribió en Francia.
La biografía de este escritor, que fue censurado reiteradamente por la censura y que encontró cobijo, asilo y prestigio en el país galo.
Un relato muy bien construido a base de declaraciones de amigos, la lectura de sus escritos y un narrador.
Un documental de corte clásico, pero con un contenido interesantísimo.
Es desolador que un novelista que obtuvo un éxito internacional no se le publicara nada en vida. Ahora es cuando una editorial está haciendo el esfuerzo de recopilar su obra para que pueda ser leída en castellano.
Un relato triste que define a un país y eleva a un personaje.
Este popular programa nos iba presentado españoles que habían tenido éxito y habían hecho pasta en el extranjero.
Aquí, el director Gerard Oms nos presenta la historia de un españolista (hincha del Fútbol Club Español de Barcelona) que siguiendo un impulso da un giro a su vida y se queda en Utrecht a ganarse la vida.
Salir adelante en un país extranjero como Holanda es difícil. Se enfrenta al racismo, a la aporofobia y la marginalidad.
Encuentra apoyo en un marroquí y en una señora de raza negra.
A este individuo le da vida Mario Casas, un actor que consigue destrozar cualquier personaje con interpretaciones penosas. Aquí, a pesar de un buen diseño de este protagonista, vuelve a obtener tan pésimos resultados como siempre. Es inexplicable que un actor tan penoso haya sido agraciado con un Goya.
Este protagonista no es en absoluto un angelito. Tiene esos ramalazos homófobos y xenófobos que definen a ese español de raza ten cercano a Torrente.
David Verdaguer vuelve a interpretar al catalán triste al que ya nos tiene acostumbrados. Además le agrega un toque de trapisondista y aprovechado, que lo hace especialmente detestable. Como es habitual, muy eficaz.
La película tiene el interés de repartir estopa a los supremacistas nativos y a los despreciables emigrantes.
Nos compone un retrato muy acertado de ese reverso tenebroso del programa televisivo que citaba al principio.
Ari Aster es un director y guionista estadounidense especialista en hacerte mirar a tu abuela con desconfianza.
Se dio a conocer con Hereditary (2018), un terror psicológico que dejó al público traumatizado, y consolidó su fama con Midsommar (2019), donde convirtió una comuna hippie sueca en la peor pesadilla a plena luz del día.
En 2023 sorprendió con Beau tiene miedo, una película surrealista y muy personal que mezcla ansiedad, comedia negra y tragedia familiar.
Su sello: terror incómodo, rituales extraños y finales que te dejan pensando… y sudando.
El llamado “terror elevado” es un término que se ha puesto de moda en los últimos años para describir películas de miedo que no se conforman con asustar a base de sustos fáciles o monstruos en la sombra. Aquí el terror se mezcla con el drama, la crítica social y una estética muy cuidada. Vamos, cine de terror con ínfulas artísticas… y, a veces, con un poco de postureo.
Directores como Ari Aster son la cara más visible de esta tendencia. Con Hereditary y Midsommar, Aster mostró que el verdadero horror puede estar en la familia y en una secta que organiza fiestas demasiado luminosas para ser tranquilizadoras.
Otro referente es Robert Eggers, que con La bruja y El faro ha demostrado que el miedo puede venir de la represión religiosa, la locura y el aislamiento, con un estilo visual casi pictórico.
Jordan Peele se ha especializado en el terror con crítica social: Déjame salir y Nosotros mezclan miedo con una reflexión sobre racismo y desigualdades.
Y no podemos olvidar a Jennifer Kent, que con Babadook convirtió el duelo y la depresión en un monstruo aterrador.
El término “terror elevado” tiene sus detractores, que defienden que el buen terror siempre ha tenido capas de significado —desde La noche de los muertos vivientes de George A. Romero hasta El resplandor de Stanley Kubrick—.
Al final, la etiqueta es lo de menos: lo importante es que estos cineastas han logrado que el terror vuelva a ser prestigioso y que la gente salga del cine con el corazón acelerado… y la cabeza llena de preguntas.
En Eddington, Ari Aster construye un western político y social.
Nos sitúa en los primeros meses de la pandemia en esa América profunda, cuyo retrato siempre me apasiona.
Es época de conspiranoias, noticias falsas, antivacunas y sectas mesiánicas.
Aster nos ofrece un retrato de la América actual. Un país polarizado y desorientado, donde todas las posturas parecen estar sustentadas en el delirio y la locura.
Una nación que solo puede resolver sus diferencias con la violencia de las armas de fuego. Donde en medio de ese caos, hay quien pretende sembrar aún más caos.
Aster no olvida dibujar de forma certera a los personajes. Alcalde corrupto, sheriff pusilánime y vengativo, manifestantes con discursos incoherentes, suegra tocapelota, esposa depresiva, policía racista…
Una galería de personajes con alma, que son una representación eficaz de los americanos de esta década.
La única persona cabal es el policía nativo.
Lo malo, lo descorazonador es que en nuestra querida España vamos por el mismo camino.
Una chica con agorafobia, después de haber sufrido un grave proceso en relación con su salud, se enamora de la voz de un espacio radiofónico. Cuando conoce al muchacho en cuestión sus problemas de timidez le impiden entablar una relación normal.
La película es muy ñoña, bastante simplona, con personajes torpemente dibujados y un desarrollo previsible.
A su favor, una buena ambientación en un pueblo del norte de España y una banda sonora muy resultona.
Por lo menos en este relato, el protagonista es un buen chico y no un individuo tóxico, como suele ser costumbre en este tipo de historias.
Se deja ver y no ofende, que ya es mucho.
Mi puntuación: 5,54/10.
Dirigido por Inés Pintor Sierra y Pablo Santidrián:
Álvaro Fernández Armero es un director y guionista español conocido por sus comedias frescas y con toque gamberro.
Saltó a la fama con Todo es mentira (1994), protagonizada por Penélope Cruz y Coque Malla.
Ha dirigido películas como Ocho apellidos marroquís, Nada en la nevera y Las ovejas no pierden el tren, además de series como la sensacional Vergüenza.
Su cine mezcla humor, ironía y retratos muy cercanos de la vida cotidiana.
Aquí dirige esta película producida por Álex de la Iglesia.
Estamos ante una aventura de adolescentes que deben resolver el misterio de unos asesinatos en serie.
La película se mueve en un tono de comedia amable con el escenario de un verde pueblo de Euskadi, cementerios y funerarias.
Es también la historia de la superación de los miedos y los complejos del muchacho protagonista, ayudado por una francesita de intercambio. Los niños Diego Montejo e Iratxe Emparan dan vida a estos dos personajes, sobre los que pivota todo el relato.
Todo es bastante caricaturesco, con cierto aire de cómic gótico. El humor raramente funciona.
Me chirrían especialmente todas las escenas en las que interviene Fele Martínez, que no sabe encontrar el tono a su personaje, moviéndose, penosamente, en el esperpento.
No encuentro claramente que público puede acoger esta película, que tiene un tono demasiado infantil para los adolescentes, que se podrían ver identificados con los personajes principales.
Edward Drake es un director y guionista australiano especializado en cine de acción y ciencia ficción de bajo presupuesto.
Es conocido por sus colaboraciones con Bruce Willis en películas como A Day to Die y Cosmic Sin.
Su estilo combina historias futuristas con mucha acción directa. Ha trabajado también en thrillers y producciones independientes.
Estamos ante una comedia familiar de acción.
Comedia porque se empeña en presentar situaciones de humor, aunque de manera bastante sutil. En alguna ocasión me despertó una sonrisa y un par de veces una carcajada.
Familiar… Inicialmente parece que el protagonismo va a recaer en este padre de familia que tiene que asumir su poco deseado trabajo de sicario. Pero cuando llegamos al tercio final del metraje descubrimos a una ama de casa que tenía escondida a una eficaz máquina de matar.
Y, efectivamente, mucha acción. Mucho tiroteo, bastantes puñetazos y abundante violencia. Perfectamente coreografiado, funcionando como un reloj.
La película es entretenida. Sus ambiciones escasas.
Christina Ricci empezó siendo la niña más siniestra de Hollywood con La familia Addams, y vaya que le pegaba el papel.
Con los años dejó de ser Wednesday… aunque parece que se ha hecho más retoques que Morticia en plena luna llena.
Eso sí, su mirada sigue siendo igual de hipnótica… y un pelín inquietante.
Amenábar compone un drama carcelario, introduciendo elementos de intriga, donde se entremezclan cuestiones realistas con otras propias de la literatura de aventuras.
El narrador es Miguel Rellán, dando vida al sacerdote Antonio de Sosa, en su subtrama se introducen elementos de culebrón barato.
Amenábar impregna su película de un cierto tinte queer. Según he visto no hay nada que sugiera la homosexualidad de Cervantes, pero tampoco es descartable totalmente, por lo que el director puede tomarse esa licencia de manera perfectamente admisible.
En la trama hay muchos enredos de traiciones, tal vez, demasiados, y una cierta obstinación en presentar como al peor personaje al inquisidor Blanco de Paz, al que da vida de manera grotesca Fernando Tejero.
Gran parte del peso de la película recae sobre el joven intérprete Julio Peña que compone al personaje de Miguel de Cervantes. Actor curtido en series de televisión y en adaptaciones teatrales de musicales. Se esfuerza en dar profundidad a su interpretación, pasándose de frenada, estando demasiado intensito, con bastantes momentos muy chirriantes.
Amenábar no ha sabido muy bien en qué gastarse la pasta que le han dado para rodar esta película. Los ambientes y los figurantes parecen muy de palo y sinceramente no me los creo.
Hay una pésima dirección de actores, con grandes de la interpretación como Roberto Álamo o Luis Callejo, francamente desaprovechados.
Estupenda la contundente presencia del zaragozano Jorge Asín. En cambio, César Sarachu no me impresiona de convincente, componiendo el personaje de fray Juan Gil.
El conjunto del film me parece un fiasco, con un guion poco creíble, con interpretaciones flojas y con muchos elementos chirriantes, pero lo peor de todo es que este mojón es puro aburrimiento.
Está claro que Amenábar ha perdido fuelle y ya no es el de Mar adentro o Los otros.
Cualquier saga, por mala que sea, es susceptible de empeorar.
Desde 2019 he visto año tras año esta saga que dirige y protagoniza Santiago Segura.
Muchas veces he sido condescendiente con unas películas, que han recaudado un pastizal y que en tiempos de pandemia consiguieron dar oxígeno a las salas.
De esta quinta entrega he salido horrorizado.
Se trata de una película muy barata, con una dirección desganada y unas interpretaciones, donde parece primar una dicción que sea entendible por la audiencia, antes que una mínima actividad actoral.
Estamos ante un film desganado, tristemente patético, confeccionado a piñón fijo sin la menor ilusión.
Resulta descorazonador como Segura se empeña en reírse de una en decadencia Neus Asensi. A mí eso no me hace gracia, simplemente me parece mezquino.
Me alegro que lleve recaudado más de trece millones de euros, aunque dentro de esa alegría haya mucha amargura. No puedo evitar pensar que es lamentable que el público español prefiera este tipo de subproductos.
Judy, Ed y Lorraine Warren. La familia unida… lo puede todo.
Bastante aceptable este broche a una saga que nos ha dado bastante sustos y que ha llenado mis sueños de pesadillas.
La película funciona en la línea de las anteriores, con pocos elementos novedosos y con algunas referencias para que los incodicionales de la saga disfruten de lo lindo.
Se convierte en un homenaje a los personajes, al fin y al cabo lo más interesante de esta franquicia.
Este homenaje es a los actores, Vera Farmiga y Patrick Wilson, que han sabido dar carisma a cada una de las películas, pero también a los personajes reales a los que han dado vida.
Si eres fan de la saga no te la perderás y si te gusta el género de casas encantadas la vas a disfrutar.
Me habían hablado tan mal de esta producción que durante todo el verano había dado preferencia a otras películas. Ahora, que he vuelto a la normalidad, intento ahogar mi soledad en las salas de cine y me lo pienso ver todo.
Jurassic World Rebirth no tiene nada en absoluto de original. Todo es bastante previsible y nada sorprende.
La magia de cuando mis hijos eran niños y esperábamos ansiosos el estreno de la primera película de la saga se ha esfumado. Ya nada nos sorprende, nuestro ojos han visto ya todo.
Son un fiasco estos dinosaurios transgénicos y dan bastante poco miedo y algo más de grima.
Dicho todo esto. La película me ha entretenido y he pasado las dos horas y pico de metraje atento a la pantalla, sin que el tedio o el sopor me invadieran.
Ya sé que es más de lo mismo, pero es un producto razonablemente bien construido y tiene a Scarlett Johansson. Pues ya vale, ¿o no?
Parece que las películas con pingüinos están de moda. No hace mucho vimos la ridícula Mi amigo el pingüino.
Para situarnos Peter Cattaneo es el director de Full Monty, film que se estrenó en 1997. Desde entonces no parece que haya hecho nada de interés.
Steve Coogan interpreta a un personaje triste y aturdido por un pasado impregnado de un suceso luctuoso.
Se desarrolla en Argentina, aunque la mayor parte del rodaje se ha realizado en Canarias, en 1976, durante el inicio del golpe militar que conduciría a la dictadura.
La película mezcla el drama personal, temas educativos y lo político con la represión cruel del disidente en esa época.
El pingüino se constituye en una especie de bálsamo y en psicoanalista al que todos se alivian contando sus pesares.
El film traspasa frecuentemente la barrera del ridículo y de lo absurdo, en el peor sentido del término.
La parte de denuncia social resulta burda y fracasada.
Me molestan mucho los clichés culturales en los que la película cae abundantemente y ese sentimentalismo barato de telefilm trasnochado.
Empezaré diciendo que no hay cuestión que vea más francesa que el adulterio, que, además, el cine francés suele retratar con ligereza y normalidad.
La directora Anne Le Ny saltó a la fama como actriz en Intocable.
En 2007, debutó en la dirección con Ceux qui restent (Those Who Remain), un drama sensible que ella misma escribió y dirigió. Tres años después, en 2010, estrenó Les Invités de mon père (My Father’s Guests), otra comedia dramática hecha y escrita por ella.
En 2014 llegó On a failli être amies (Almost Friends, también conocida como The Chef’s Wife), que combina humor y drama.
Desde entonces, ha continuado al frente del guion y la dirección con proyectos como La monnaie de leur pièce (2018) y Le torrent (2022).
La traducción de su título en francés es Dime solo que me amas, que es mucho mejor que el de Acosada, entre otras cuestiones porque hay un buen número de películas con ese nombre.
El film comienza aceptablemente, pero cuando comienza el acoso, el retrato del ejecutivo acosador se torna esperpéntico y ridículo, descomponiendo la película y transmutándola en un telefilm barato de Antena 3 de domingo por la tarde.
Contrasta la buena interpretación de Elodie Bouchez con la pésima de Omar Sy, un actor tan sobrevalorado como pésimo, capaz de destruir cualquier personaje que interprete.
La Guerra de Afganistán terminó muy aceleradamente. Los talibanes ocuparon el país de manera fugaz y pilló a las tropas norteamericanas desorientadas y aturdidas por lo frenético de los acontecimientos.
Estamos ante un relato épico bélico en el que se ensalza la labor humanitaria que realizó el comandante Bida (Roschdy Zem) salvando a refugiados y ciudadanos franceses.
Martin Bourboulon es un director y guionista francés (nacido el 27 de junio de 1979) que empezó como ayudante de dirección en varias películas antes de hacerse un nombre con comedias como Daddy or Mommy y luego con dramas más ambiciosos como Eiffel y la saga épica Los tres mosqueteros: D’Artagnan y Milady (2023).
Bourboulon no acierta con el ritmo de la película, ni con las escenas de acción, ni con la actuación de los numerosos extras.
Para este tipo de cuestiones los norteamericanos son únicos y los franceses, en un intento de emularlos, fracasan.
La película está rebosante de clichés y de personajes estereotipados.
La cineasta catalana Carla Simón se ha consolidado como una de las directoras más importantes del cine europeo actual. Su debut con Verano 1993 en 2017 fue todo un fenómeno. Esta historia íntima y autobiográfica sobre una niña huérfana conquistó a la crítica y al público, llevándose el Gran Premio del Jurado Generation Kplus y el galardón a Mejor ópera prima en la Berlinale. Además, arrasó en la temporada de premios en España con el Goya a mejor dirección novel, los Gaudí, los Feroz, los Forqué y reconocimientos internacionales en certámenes como Málaga, BAFICI y Cannes Kids.
Cinco años después, en 2022, Carla Simón hizo historia con Alcarràs, un retrato coral de una familia de agricultores catalanes. La película obtuvo el prestigioso Oso de Oro en la Berlinale, convirtiéndose en la primera cinta en catalán que logra este galardón. El filme fue elegido para representar a España en los Óscar y volvió a arrasar en los Premios Gaudí y en festivales de medio mundo, confirmando a Simón como una voz única en el panorama cinematográfico.
En 2025, la directora ha dado un paso más con Romería, su tercer largometraje, estrenado en Cannes, donde compitió por la Palma de Oro. Este nuevo proyecto vuelve a explorar la memoria y la identidad, temas recurrentes en su cine, y ha sido una de las tres películas preseleccionadas por España para aspirar al Óscar a Mejor Película Internacional.
De Verano 1993 a Romería, el recorrido de Carla Simón refleja una carrera marcada por la sensibilidad y la autenticidad. Su éxito no solo ha dado visibilidad internacional al cine en catalán, sino que también ha situado a la directora en la élite del cine mundial, demostrando que las historias locales pueden emocionar a espectadores de cualquier rincón del planeta.
En Romería la debutante Llúcia García da vida a una Carla Simón adolescente que viaja a Vigo para conocer a su familia paterna.
La película se desarrolla, si no me fallan las cuentas, en 2004. A través de los ojos de Marina. Conocemos a sus tíos, primos y abuelos, pero también una España posfranquista que conserva tradiciones rancias y obsoletas.
Descubre una familia con un mayor nivel social y económico, con sus dinámicas familiares complejas, como en todas las familias.
Pero lo que más interesa a a Marina es descubrir el pasado de sus padres y, a través de los relatos sesgados de sus familiares, va componiendo un puzle que nos va a situar en la España de los ochenta y los noventa que recordamos por la Movida, pero que no podemos olvidar que eran tiempos duros de droga y SIDA.
Curiosamente esos pasados “gloriosos” familiares en los que se poseía un astillero no se olvidan. En cambio, la enfermedad y la muerte se esconden en el fondo del armario de los recuerdos.
Marina (Carla) va a componer un imaginario surrealista con sus padres viviendo y siendo jóvenes como ella lo es en la película.
El film me emociona y me llega muy adentro. Magnífico.
Carla Simón, además de una genial realizadora con mirada personal, es, también, una estupenda directora de actrices y sabe componer como pocos las escenas con niños.
Cuando Steven Spielberg estrenó Tiburón en 1975, cambió las reglas del juego en Hollywood. Con su tensión creciente y ese tiburón que apenas se veía, convirtió el miedo en taquilla.
Fue el primer gran blockbuster veraniego, con colas interminables en los cines y playas medio vacías. Spielberg, con solo 27 años, pasó de joven prometedor a genio consagrado. Y desde entonces, el mar nunca volvió a sentirse igual de seguro. 🦈
Vuelvo a ver esta maravilla con mis amigos Javi y Rafa.
Me impresiona lo bien que ha envejecido esta película que funciona como thriller con toques sociales, pero sobre todo como película de terror.
Me asombro dando saltos en la butaca del cine con escenas cuyo desenlace ya conozco.
Se notan las ganas de Spielberg de impresionar al público y de experimentar rodando planos largos, donde la cámara se sitúa de forma virtuosa, pero sorprenderte, para dar imágenes muy informativas al público, al mismo tiempo que trasmiten sensaciones.
Cuatro notas del maestro John Williams nos advierten de la presencia del escualo, aunque hay momentos en las que emplea un tono de aventura que me chirría ligeramente.
No os la perdáis en pantalla grande. Merece la pena.
Jay Roach es un director y productor estadounidense conocido por su mano para la comedia. Saltó a la fama con la saga de Austin Powers y más tarde dirigió Los padres de ella y su secuela. También se ha lucido en cine político con títulos como Recuento y Trumbo. Tiene varios premios Emmy y es especialista en combinar humor con sátira social.
Estamos ante un declarado remake de la película de Danny DeVito de 1989 La guerra de los Rose.
Las dos relatan la desintegración de un matrimonio. No voy a entrar en comparaciones, pero la de los ochenta era más salvaje y cruel.
La trama avanza con dinamismo, con algún diálogo muy inteligente, moviéndose siempre en el filo de la navaja de lo cómic0o y lo ridículo, aunque hay que decir a su favor, que pocas veces cae en lo segundo.
No puedo más que empatizar mucho más con el personaje de Olivia Colman que observa con asombro su éxito profesional, totalmente merecido, asumiendo alegremente su fracaso inicial.
En cambio Benedict Cumberbatch da vida a un personaje egocéntrico e incompetente, que fracasa estrepitosamente en un proyecto original, pero torpe, que no soportará el rol que le toca asumir, que su esposa hubiera cumplido sin disgusto alguno.
Los dos protagonistas están secundados por un grupo de actores muy eficaces en sus roles respectivos: Andy Samberg, Kate McKinnon, Allison Janney, Sunita Mani, Ncuti Gatwa, Jamie Demetriou, Zoë Chao, Belinda Bromilow, Akie Kotabe…
Galway es una ciudad costera al oeste de Irlanda, famosa por su ambiente bohemio, música en directo y pubs llenos de vida. Frente a su bahía se encuentran las islas Aran, siendo Inis Mór la más grande, conocidas por sus paisajes salvajes, fuertes prehistóricos como Dún Aonghasa y sus espectaculares acantilados que quitan el hipo.
En esta bella ciudad vivió durante un tiempo mi adorada Gema.
Esos bellos paisajes, que nos muestra la película, son una importante baza que juega a favor de este drama romántico.
Es la historia de dos familias destinadas a que sus retoños terminen encontrándose. Nos viene a hablar de la fuerza del destino y de los amores por encontrarse.
Nicholas es un chico callado y apocado que observa con asombro el cambio radical que sufre la vida de su padre, al que da vida Pierce Brosnan, y la de su familia, cuando éste decide abandonar su monótono trabajo de funcionario y dedicarse a la pintura, buscando inspiración en las costas del norte de Irlanda.
Por otro lado, Isabel deja su hogar para ser educada en un estricto internado regentado por monjitas.
Pero, como ya he dicho, por muy extravagantes que sean sus vida están destinados a encontrarse.
Con un elenco muy irlandés (Pierce Brosnan, Gabriel Byrne, Ann Skelly, Fionn O’Shea, Pat Shortt…), a pesar de ser una producción británica, la película consigue trasmitir esas emociones que producen las incongruencias del destino.
Ann Skelly, como Isabel, brilla. Fionn O’Shea, componiendo el personaje de Nicholas, está mucho más gris.
Abro con una reflexión estúpida muy de Holasoyramon. La palabra cita siempre ha tenido para mi un estigma cursi y trasnochado, pero con los años he comprendido que es la palabra adecuada para definir esa reunión programada en la que dos personas desean conocerse y, en mejor de los casos, entablar una relación amorosa.
Paolo Genovese nos introduce en las cabezas de estos dos personajes protagonistas, enfrentando sus cuatros yoes, como ya se ha hecho en las magníficas Del revés.
Esas cuatro personalidades (la romántica, la racional, la insegura y la pasional) dialogan incesantemente para ir tomando decisiones y avanzando en una noche de cena, pasiones, inseguridades y miedos.
Son solo tres escenarios y diez actores, que hacen avanzar la acción morosamente, en una película muy teatral.
Ya lo he comentado muchas veces que el teatro funciona, en gran parte, por esa interacción directa entre actores y público. El cine es más complejo y la pantalla separa a los personajes de los espectadores. Son lenguajes diferentes y lo teatral pocas veces funciona en el cine.
Sus, tan solo, 97 minutos contribuyen a hacer soportable una película, que casi no llega a entretenida, con poca gracia y unas reflexiones demasiado simples para elevar el nivel intelectual de los asistentes a la sala.
Pilar Fogliati está estupenda. Edoardo Leo muy flojito.
Un recordatorio final. No hacer nunca el amor en la primera cita. Esas precipitaciones destruyen los improbables siguientes encuentros.