No me dio tiempo a verla entera en el Festival de Málaga. En Tudela la consigo ver de cabo a rabo.
Diana o Sofía juega con su cliente y con el espectador. Nos vuelve locos a los dos.
Es seductora, descarada y además asume su rol de prostituta con naturalidad, siendo este asunto, a mi modo de ver, muy polémico.
La asunción de su condición voluntaria de “chica de compañía de lujo” creo que no gustará a algunos colectivos feministas, ni a mí. Pero así es el personaje.
Su cutre piso contrasta con la sofisticación de la protagonista.
Las escenas de sexo están bien conseguidas, haciendo que el espectador (osea yo) presente sentimientos encontrados e incómodos, incluso insoportables.
Hay un uso original en el lenguaje cinematográfico que la hace más atractiva.
Mis pacientes muestran muchas veces temor por el parto, pero yo les advierto que lo que de verdad es tremendo es la maternidad.
El parto son unas horas y se pasan, mejor o peor, pero es un rato.
La maternidad es para toda la vida.
Los primeros días en las primíparas son terribles. Llenos de inseguridades, de novedades, de responsabilidad.
Además están las madres, suegras y cuñadas que no paran de poner pegas, sacar defectos y dar consejos de gran experta.
Cito algunas de estas frases que deberían tener persecución penal:
– No tendrás pecho. El niño no te engorda.
– No es normal que haya perdido peso esta primera semana.
– No puedes esperar a que te venga la leche. Dale un biberón.
– Dale cada tres horas, así se pondrá más gordo.
– Las vacunas es meter veneno.
– Ahora con la epidural ya no se sufre. Ya no se sabe que es tener hijos.
– De toda la vida se ha vendado la cabeza a los niños.
– Este niño va desabrigado.
– Este niño pasa calor.
– Hay que ponerle un gorrito.
– Yo sí que tuve un parto malo. Y te lo cuenta.
– No tendrás leche como le paso a tu prima Paquita.
– Este niño no hace las cacas normales.
Podría seguir durante horas.
Por ello a mis pacientes embarazadas les digo que no hagan caso a suegras y cuñadas (maléficas especies). Se deben fiar del sentido común, de los libros que (seguro) han leído y de mí.
Tully refleja esos días después del parto de una madre con tres hijos.
Agotada, con sueño eterno, con cicatrices y venas por todo el cuerpo, con un cuerpo deformado y con esa terrible sensación de que lucha contra todo el mundo que le es hostil.
Marlo necesita alguien que la ayude, que la comprenda.
Desea poder con todo, ser una super-mujer, pero acude a la joven Tully… y no diré más.
Marlo se siente sola e incomprendida, desamparada.
Ni la sociedad, ni su “buen” esposo van a ayudarla.
Dando vida a esta Marlo está la inconmensurable Charlize Theron sin miedo a salir gorda y deformada. Capaz de transmutarse de espía pibón en Atómica (Atomic Blonde) a madre sufridora en Tully.
Estas dos facetas tan diferentes representan muy bien lo que ahora se pide a las mujeres de este siglo XXI, tenerlo todo, poder con todo. Una generación de auténticas super-mujeres.
Mi total admiración hacia Charlize y que sepas que estás bella de todas las maneras.
Veo esta peli porque algunas me mis entrevistadas en Guadalajara de Cine la mencionan como la peli de su infancia.
La recordaba vagamente. No me había olvidado de su humor y de su ligereza.
Es un cuento medieval de capa y espada con protagonistas guapos y secundarios resultones.
Buenas escenas de peleas, con estupendos momentos de risa o de sonrisa sin que chirrien y una historia de amor a la vieja usanza.
Ahora resulta trasnochada. Con una protagonista femenina de la Edad Media y no del siglo XXI.
Me impresiona ver a una jovencísima y empalagosa Robin Wright. Impresionante su transformación, con los años y con la vida, llegando a ser la señora Underwood en House of Cards.
Como buen cinéfago me gusta ver pelis, pero también me gusta saber de cine. ¿Será eso cinefilia?
La combinación perfecta es el género del cine dentro del cine.
Cuenta la historia de la legendaria rivalidad entre dos de las más grandes estrellas de todos los tiempos, Joan Crawford y Bette Davis, centrándose sobre todo en la relación de ambas actrices, en 1962, en una película que esperaban relanzara sus carreras: “¿Qué fue de Baby Jane?“.
La relación entre estas dos grandes actrices fue tormentosa, mezclándose sentimientos de odio, envidia y admiración.
Pero la serie habla también del crepúsculo de la vida. En este caso asociado al final de una carrera.
Lo duro que es haber sido una gran estrella y terminar con papeles mediocres en producciones de tercera, mientras ven que su belleza (la que da la juventud) se disipa.
El tercer gran personaje de esta serie es el gran director Robert Aldrich, un todo terreno de Hollywood que funcionó bien en todos los géneros, en eso que se dio en llamar artesanos del viejo cine de estudios.
Interesantísimo también el ambiente de los rodajes y las situaciones que se presentan.
Una serie que todos podemos disfrutar, pero los cinéfilos terminarán entusiasmados.
Muy divertido ir identificando a las estrellas que aparecen.
No me puedo olvidar de los tres actores principales, Jessica Lange, Susan Sarandon y Alfred Molina, inconmensurables.