Cutrecomentario de Ramón:
Mi tío es toxicómano perdido.
Julia Ducournau (París, 1983) es esa directora que te hace mirar tu filete con sospecha después de ver Crudo (Raw, 2016).
Con Titane (2021) se llevó la Palma de Oro y dejó claro que los coches pueden ser más cariñosos de lo que pensábamos.
Su cine mezcla vísceras, poesía y una imaginación que ni Freud sabría por dónde coger.
Le encantan los cuerpos raros y las emociones extremas, como si Cronenberg y Almodóvar hubieran tenido una hija en una rave.
En resumen: si ves su nombre en el cartel, mejor merienda algo ligero.
Aquí nos ofrece un dramón familiar con elementos de fantástico y de terror.
Intenta asombrarnos y perturbarnos con escenas que tienen que ver con cuestiones médicas como cuerpos convertidos en cerámica, epistaxis, secreciones purulentas o paradas cardio respiratorias por sobredosis de opiáceos.
A veces, consigue sus objetivos, pero en otras mete el cuezo y ofende al intelecto.
La parte de drama familiar está exagerada y sobreactuada convirtiéndose en un folletín penoso e insoportable.
Los actores están desbocados con una pésima dirección de éstos.
Una cuestión importante. Encima de una cama no se puede hacer la RCP. La presión sobre el tórax hará bajar el cuerpo entero y es inútil, una pérdida de tiempo que costará la vida del paciente, bien seguro. Siempre hay que realizar la RCP sobre una superficie dura, lo ideal el suelo con el reanimador de rodillas junto al paciente. Por favor, Julia búscate un asesor médico para tus películas, puedes contar conmigo.
En resumen, un mojón de muchísimo cuidado, que solo tiene algún elemento fantástico salvable.
Mi puntuación: 3,22/10.
Toda la información sobre la película en #Sitges2025
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Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
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