Hay predators buenos y malos, marines psiquiátricos, hay niño autista como evolución de la especie humana, una científica experta (inesperadamente) en armas, los que ven a los alienígenas deben ser eliminados (¿porqué?).
El Predator malo tiene mil y una oportunidades de matar al protagonista, un chulito rubito y guapete, pero solo le da mamporros casi cariñosos.
Todo es un sin sentido, sin que haya nada coherente.
Relatar lo que sucede en una temporada de Juego de Tronos es casi imposible. Hay que leerse los libros.
En esta cuarta temporada vemos muchos sucesos que no quiero desvelar para no eliminar la sorpresa.
La historia avanza, lo más divertido es que no podemos suponer hacia donde va, porque cuando lo imaginamos algo pasa que rompe nuestros esquemas.
Ese es un elemento fundamental de esta trama la imprevisibilidad del guión. Personajes que creíamos fundamentales han perecido sin piedad, dejándonos huérfanos de pronto.
Los ingredientes son infalibles.
Hay sexo. Obligado en cada capítulo alguna chica desnuda.
Hay violencia. Una muerte truculenta (e inesperada) anima el cotarro. Además de un fondo malsano de violencia que se respira en muchas relaciones.
En los últimos capítulos unas batallas impresionantes.
Hay política. La lucha por el poder en sus diferentes formas.
En esta temporada vemos como Daenerys Targaryen comprueba que más difícil gobernar que conquistar. Me declaro ferviente admirador de la Khaleesi. Os pongo fotos.
Cersei Lannister sigue siendo tan mala como siempre y tan incestuosa.