Refresco la anterior peli de esta saga (Deadpool – 2016 – Tim Miller). Me encanta volver a verla y me gusta la crítica que realicé, bastante sesuda, me sorprendo de mí mismo.
El listón de la diversión había quedado muy alto.
Se crean expectativas que pueden ser defraudadas.
La primera fue la peli más vista con una calificación de “mayores de 18” en los USA que casi solo se da a pelis pornos.
Fue la primera peli de superhéroes nominada a los Globos de Oro como mejor comedia.
En esta secuela, Wade Wilson es presentado como un tipo sin escrúpulos que entra en una profunda depresión…
La peli resulta tan descarada e iconoclasta como la anterior. Se ríe de sí misma y de las pelis de superhéroes.
No termina de tomarse en serio nada.
Su trama es más compleja, con varios cambios de guión.
Es incluso cruel con sus personajes.
Tiene aspectos salvajes y turbios.
Tal vez al final se vuelve un poco blandita, en una especie de concesión al público para que no salga amargado.
Porque existe el riesgo que a pesar de pasárselo fenomenal, te quede un regusto pesimista y desolador.
Porque la peli no deja de ser el relato de una terrible depresión y la búsqueda del protagonista de una redención.
Impresionantes las espectaculares Morena Baccarin (Vanessa) y Zazie Beetz (Domino).
Si te fijas bien podrás identificar al actor que interpreta a Vanisher.
Es curioso que las peores fueran las dos primeras.
Carrie intenta llevar una vida normal con su hijita y su trabajo en una ONG.
Pero el destino, y ella que es una busca líos, se lo impiden.
El tema central de esta sesión es el poder de los servicios secretos sobre la política.
Se conjura una compleja trama para desbarajustar las buenas intenciones de la Señora Presidenta Electa de los USA.
Como ya va siendo costumbre Carrie Mathison se enfrenta a problemas personales muy graves y al lío de conspiraciones. Una sufridora.
Su trastorno bipolar tampoco ayuda, aunque estos capítulos tienen un valor secundario.
Se habla del poder real, del uso de las redes sociales para crear estados de opinión, del papel de la prensa tradicional, del uso del terrorismo para restringir las libertades y de la manipulación de la verdad.
Un aspecto positivo de la serie es que deja, hasta cierto punto, cerrada la trama.
Claire Danes está estupenda y sobre ella descansa el mayor peso de la serie.
Carrie Mathison quiere llevar una nueva vida en una Fundación, pero su pasado le persigue.
En esta temporada el escenario fundamental es Berlín.
Además de terroristas, de la CIA y de la inteligencia alemana y rusa, contamos con la intervención de la prensa y de los hakers.
Estos dos elementos son actores fundamentales en el teatro del terrorismo internacional y en su lucha por parte de los estados.
La serie desde la tercera temporada no ha perdido interés.
Se incorporan nuevos personajes como la jefa de la CIA en Alemania (Miranda Otto dando vida a Allison Carr) o los espías rusos y disfrutamos (o padecemos) con los ya conocidos.
Carrie vuelve a utilizar su fase maniaca para intentar comprender la realidad, su patología psiquiátrica sigue muy presente.
Los últimos episodios son escalofriantes, interesantes e insoportablemente realistas.
Los atentados de París y Bruselas están presentes en el visionado de la serie que fue realizada antes que sucedieran.
Como ya es costumbre se nos plantean problemas morales en la guerra contra el terrorismo de un calado trascendente.
Hemos visto las cinco temporadas de tirón.
Ya es hora que Elena y yo cambiemos de registro.
Además no nos queda más remedio porque aún no está completada la sexta temporada.
Nos despedimos de momento de la extraordinaria y maravillosa Claire Danes, el alma de la serie, y del resto de los protagonistas, de alguno definitivamente.
Los que se animen a verla que se salten la segunda temporada, incluso la primera.
Esta quinta es estupenda.
Claramente estamos viviendo una edad dorada de las series.
Las dos primeras temporadas fueron muy regulares, especialmente la segunda. La tercera mucho mejor. Esta cuarta excelente.
Carrie Mathison mete el cuezo hasta la ingle y se carga a todos los invitados a una boda para intentar eliminar a un afamado terrorista.
Consigue que se la nombre Jefa de zona de la C.I.A. en Pakistán…
En esta temporada pasan mil cosas.
Investigaciones de la Agencia con una falta absoluta de escrúpulos y de moralidad para obtener objetivos antiterroristas, sin importar la legalidad y la justicia.
También hay de la vida privada de la protagonista con su niñita a la que deja en segundo plano. La hijita es clavada al padre.
La serie ocasionalmente nos da la visión de los terroristas y no es complaciente con el espionaje norteamericano.
Los desastres se van acumulando y nos hacen vivir estupendos momentos de tensión.
De hecho, Elena y yo nos hemos zampado los doce episodios, de casi una hora, en una semana.
Claire Danes está impresionante, componiendo un personaje con muchas sombras, con el que a veces empatizas y en ocasiones aborreces.
Rupert Friend interpretando al agente de campo Peter Quinn es un elemento muy turbador e interesante, espero verlo en las próximas. Por cierto, mucha tensión sexual no resuelta.
Me alegra mucho que Nicholas Brody haya desaparecido de la trama. ¡Qué gran acierto eliminarlo!
Aunque hecho de menos a su esposa Jessica Brody, interpretada por la magnética Morena Baccarin, ahora de moda por su intervención en Deadpool de Tim Miller.
Después de una segunda temporada muy decepcionante vemos, Elena y yo, esta tercera.
Después del ataque al corazón de la CIA con la que terminaba la anterior temporada (y no quiero hacer demasiados spoilers) se nos presentan las consecuencias en la familia Brody, sobre todo en su hija adolescente Dana (papelón).
Por otro lado padecemos con la estupenda Carrie Mathison metida en un maquiavélico plan del Director Saul Berenson.
Una artimaña retorcida y enrevesada, pero genial que da cuerpo a toda la temporada que cobra brío y enjundia.
Desde el principio de la serie queda claro que no hay buenos ni malos, mejor dicho hay malos y peores.
En esta temporada se toma partido por la CIA que aunque con medios poco ortodoxos y nada legales, parece tener claros sus objetivos.
Hay que aceptar que el fin justifica los medios para no cabrearte continuamente con lo que vamos viendo.
La temporada no solo se desarrolla bien sino que termina mejor, eliminando a uno de los personajes que ya era un lastre para la serie.
Claire Danes demuestra ser una actriz excepcional, dando calidad a su personaje, rellenándolo de miles de matices.
Estupenda Nazanin Boniadi interpretando a la experta en finanzas Fara Sherazi. Un personaje clave, pero que no deja de ser una chica modesta y sencilla con sus escrúpulos morales y éticos.
En la vida real Boniadi es portavoz de Amnistía Internacional EE.UU. (AIUSA), con un enfoque personal en la convicción y el tratamiento de los iraníes jóvenes, las mujeres y los presos de conciencia.
Ella tiene su propia página en el blog oficial de Amnistía Internacional EE.UU. y ha escrito artículos de opinión en medios de comunicación como CNN y The Huffington Post.
Elena está enganchada y yo, lo confieso, también.
Dos cosas he sacado en claro:
Primero: las historias de espías son siempre atractivas.
Segundo: yo no serviría para ese trabajo. Soy demasiado flojo.
La desquiciada Carrie Mathison y el ambiguo Nicholas Brody.
Una pareja destinada a la destrucción.
En general mantiene la tensión que mezcla espionaje, política, terrorismo islámico, patología psiquiátrica, conflictos familiares y crisis adolescentes.
Me horroriza la tensión a la que son sometidos los personajes, sobre todo la familia de este congresista de doble vida.
Me molesta la incoherencia argumental de algunas cuestiones que son increíbles. Si fuera de la CIA me cargaría a los dos protagonistas sin dudarlo. Ya sé que me meto mucho en el papel.
Me asombra la buena química sexual que padecen los dos adversariosbarraamantes fervorosos.
Me gusta que los malos no sean solo los islámicos. Los mandamases amaricanos son también presentados como muy malvados. En realidad, no hay buenos.
El último episodio es sorprendente y bestial.
Seguiremos viéndola, pero a mí me aburre ligeramente. Me parece más de lo mismo.
Hubiera eliminado a los protagonistas y continuado esta serie de espionaje, pero con otros.
Destacar la impresionante interpretación de Claire Danes.
El retrato de una paciente maniacodepresivo (Bipolar) es perfecto. Por una vez la cuestión médica resulta realista.
Pocas películas y series han tenido como tema central las investigaciones de la CIA.
Homeland en su primera temporada tiene dos protagonistas como ejes narrativos.
Por un lado Carrie Mathison interpretada por la estupenda Clare Danes.
Por otro Nicholas Brody, que da vida Damian Lewis.
La primera es una agente de campo de la CIA que ha estado durante años en Oriente Medio, con problemas mentales, que trata de ocultar.
El segundo un marine secuestrado por los terroristas durante ocho años.
La serie se basa sobre las investigaciones, la obsesión, de la agente Mathison, sobre el supuestamente “convertido” Brody.
La virtud de esta primera temporada es descubrirnos el sombrío y oscuro mundo del espionaje, donde la legalidad es asaltada sistemáticamente por la Razón de Estado. Donde el fin justifica los medios.
Los personajes son planteados de forma poliédrica. No son buenos, ni malos.
Llenos de problemas familiares y personales.
Personas en continuo conflicto.
Tal vez hubiera preferido que se me dieran menos datos o de forma menos explícita, lo que hubiera contribuido a hacer algo más enigmática la serie.
Destacar, incluso elevar a los altares, a Clare Danes que compone una protagonista estupenda con una capacidad interpretativa impresionante.
Aunque a mí me ha gustado moderadamente a Elena le ha entusiasmado.
Veremos como avanzan el resto de temporadas que pensamos ver de tirón.
Me olvidaba mencionar a la bella Morena Baccarin que ahora está especialmente de moda por el estreno de Deadpool de Tim Miller.
Deadpool es una película que se adapta (aparentemente) a la perfección al modelo pre-establecido.
Tiene su héroe atormentado y que solo busca venganza, con una historia de sufrimiento. Se siente un inadaptado (y lo es).
Hay novia guapa, amigo simpático, enemigo malísimo que no acepta bromas.
Pero el director, Tim Miller y los guionistas, Rhett Reese y Paul Wernick, le dan la vuelta al género para cachondearse de él y de sus personajes y hacer parodia de todos los convencionalismos trillados y ya gastados.
La virtud de Deadpool es precisamente construir una peli con la misma narrativa habitual y a base de diálogos divertidos, provocativos. Componer un divertimento que se ríe de todo, respetando un espíritu que dinamita sin que llegue a destruirlo.
Feliz reencuentro con la estupenda Morena Baccarin que estoy viendo en Homeland.
Estupendos los secundarios de lujo (de baratillo según los guionistas) Colosus,Negasonic Teenage Warhead y la fornida Gina Carano interpretando a Polvo de ángel.
El gran poder (debería decir superpoder) de la peli es que va a entusiasmar a los seguidores de Marvel y de sagas de super-héroes en general.
La continua tormenta de chistes y chascarrillos cuesta asimilarla y el público se ríe desincronizadamente según los va pillando. Yo me reía de los últimos.
El viernes de su estreno superó el millón cien mil euros, convirtiéndose en el mejor viernes del año.
Hay que ir a verla.
Solo un par de observaciones: los niños muy pequeños no la entenderán y su humor irreverente, iconoclasta, provocador puede no gustar a todo el mundo.
Especialista en comedias ya ha hecho dos pelis con Melissa McCarthy, Cuerpos especiales y La boda de mi mejor amiga.
En la peli hay una reivindicación de las mujeres con formas redondas.
Un enfretamiento entre la oronda Melissa McCarthy y la delgaducha Rose Byrne, que da grima verla tan flacucha, aunque no consigue el nivel de la Reina Letizia.
La peli funciona porque tiene una estructura de thriller aunque no para de usar la comedia y los chistes verbales y visuales se suceden sin descanso.
La apología de las chicas gorditas se basa paradójicamente en poner en ridículo a su protagonista.
Pero el personaje más sobresaliente y con el que se es más cruel es con Jason Statham que se ríe de sí mismo de manera bestial.
Uno de los más duros del cine actual y posiblemente de los peores actores (con el permiso de Nicolas Cage) demuestra tener una gran vis cómica con unos diálogos descacharrantes.
Ya es conocida mi aversión al inefable Nicolas Cage, que es, según mi opinión, el peor actor de la historia del cine, pero no solo del pasado y del presente sino también del futuro. Por mucho que mi imaginación se desborde es imposible pensar que podamos encontrar un actor más nefasto en los tiempos venideros.
Completa el reparto Jude Law, una parodia de James Bon.
Es curioso que este actor, hace unos años, parecía destinado a ser uno de los más grandes del estrellato de Hollywood, y al final se ha quedado en nada.
Creo que ha influido mucho su notoria alopecia que no es soportada por los gerifaltes de la Meca del cine.
Espías es una peli muy divertida, su ausencia de más pretensiones la hace perfecta para pasar una buena tarde de verano.
Pero contiene un grandísimo hallazgo: Jason Statham como actor de comedia.