Adaptación cinematográfica de ‘Las viudas‘ (‘Widows‘), miniserie británica de 1983.
Estamos ante una producción que se apunta a la moda de pelis protagonizadas por mujeres, que por cierto, ya era hora.
Las cuatro protagonistas son personajes interesantes y sus intérpretes estupendas, Verónica (Viola Davis), Alice (Elizabeth Debicki), Linda (Michelle Rodriguez) y Belle (Cynthia Erivo).
Mezcla política. corrupción y atracos. Cuestiones, que si lo piensas bien, encajan a la perfección.
A mí me ha dejado muy mal sabor de boca y una lamentable sensación de producto fallido.
La peli me impresiona repleta de tópicos, de juegos efectistas, de lagunas en su guión.
Ni siquiera Robert Duvall me parece acertado.
Pero lo que más me molesta son las escenas ridículas que se suceden en la trama.
Además me parece sumamente pretenciosa, con trama de telefilm e ínfulas de gran drama..
Es como si debajo de un vestido de alta costura descubriéramos que hay una bata de andar por casa.
Steve McQueen se llevó el Oscar con la sobrevalorada 12 años de esclavitud, y con eso parece que cualquier cosa que haga ya es estupenda.
Pero a mí no me la pega.
Esto es un bodrio de tomo y lomo.
¡Liam Neeson retírate!, por el bien de la humanidad.
Por esta peli Denzel Washington fue nominado a los Oscars de este año.
Llega a España meses después de su estreno en los USA.
El personaje que interpreta Denzel marca la película y su personalidad le da carácter al film.
Se trata de un individuo con Síndrome de Asperger (o al menos eso me parece), que le cuesta empatizar con los demás y que carece de habilidades sociales.
Es muy inteligente y se sabe el Código Penal americano al dedillo.
Por todo ello es ideal para documentar casos y preparar alegatos, pero poco hábil a la hora de defenderlos en un tribunal.
Comprometido socialmente, comete un delito para beneficio suyo y rompe su integridad…
La historia es potente, pero ni ésta, ni el personaje son capaces de conectar con el espectador que no termina de empatizar con este raro individuo.
La peli naufraga con su final, poco creíble.
Tanto Colin Farrell como Carmen Ejogo están estupendos.
El primero interpretando a un abogado negociante, interesado y sin escrúpulos.
La segunda como activista con dudas existenciales.
El mejor momento de la peli es precisamente cuando Denzel se ha dejado llevar por la tentación y disfruta la vida.
No todo puede ser trabajo y compromiso, hay que dar, de vez en cuando, un gustillo al cuerpo.
Lo mejor de la tentación es caer en ella. Lo peor es el sentimiento de culpa.
Yorgos Lanthimos | Reino Unido | 2017 | 109 min. | V.O. en inglés subtitulada en español
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El griego Yorgos Lanthimos (Canino, Langosta) ganó el Premio al Mejor Guion en Cannes por esta película protagonizada por Alicia Silverstone, Nicole Kidman y Colin Farrell, un melodrama perturbador con toque de thriller e incluso de terror. Steven es un eminente cirujano casado con Anna, una respetada oftalmóloga. Viven felices junto a sus dos hijos, Kim y Bob. Cuando Steven entabla amistad con Martin, un niño de dieciséis años sin padre, a quien decide proteger, los acontecimientos dan un giro siniestro. Steven tendrá que escoger entre cometer un impactante sacrificio o arriesgarse a perderlo todo.
Un testosterónico Colin Farrell llega a un internado para señoritas.
A estas féminas se le suben los estrógenos y la progesterona a la estratosfera y se establece una competición entre ellas de lo más estimulante (sobre todo para Colin).
Pero estas chicas son remilgadas, educadas, señoritas de buena familia e intentan mantener la compostura, hasta que se desatan las pasiones…
No es una peli que pueda gustar a todo tipo de públicos, pero a mí me ha parecido excelente.
La joven Sofía Coppola nos presenta un Sur de postal, bello, enigmático y caluroso.
Nos embelesa en una atmósfera turbia y turbadora.
Tal vez sea su mejor película.
La idea de Sofía Coppola me encanta.
Una joven directora, con solo 42 años, con una carrera deslumbrante detrás, hija de uno de los grandes de la historia del cine, que debutó de niña como actriz.
Para mí su mejor película es María Antonieta y Lost in Translation la peli más sobrevalorada que recuerdo.
Nicole Kidman, Kirsten Dunst, Elle Fanning y el resto de las niñas están exquisitas y magníficamente bien dirigidas.
En mi opinión el error de Farrell es no haber ido a por la “hembra alfa”.
Por ello no me molesta que se hagan cinco pelis ambientadas en este cosmos especial, aunque sea para que Heyday Films y Warner Bros puedan oír el clin de la máquina registradora.
Los cuatro personajes protagonistas me caen bien de principio.
Eddie Redmayne interpretando a ese mago flojo, delicado y ligeramente torpe, muy alejado del héroe convencional.
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Katherine Waterston atractiva investigadora ninguneada por sus superiores.
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Dan Fogler un gordo bonachón muggle cuya mayor ilusión es abrir una pastelería para endulzar la vida a las personas.
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Alison Sudol la atractiva y enamoradiza maga capaz de leer la mente.
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Son cuatro pringados. La idea que sean los héroes de la función me parece muy atractiva.
Los efectos especiales magníficos.
La ambientación y el retrato de Nueva York de principios del siglo XX maravillosos.
Los animales fantásticos muy atractivos.
Los aspectos sobre el reprimido Credence Barebone, bien interpretado por Ezra Miller, interesantes.
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Pero la trama termina cayendo en ese cine de escombro que tanto detesto y que tanto parece gustar a los adolescentes de esta época actual.
Quiere imitar sin disimulo el cine de super héroes de los últimos años.
El encanto de las primeras pelis de Harry Potter era su trama intimista, incluso minimalista que se perdió en las últimas dos entregas.
El cine estaba abarrotado de niños de los seis a los quince años.
Algunos grupos acompañados por un adulto que intentaba mantener el orden en su entorno.
Todos los infantes devorando palomitas y refrescos ricos en sacarosa.
Bastantes llegaron ya empezada la peli.
Según iban entrando y ocupando filas yo me desplazaba hacia las primeras butacas huyendo de ellos.
Algunos grupos no dejaron de meter ruido toda la duración de la peli.
Cuando terminó me quedé a ver los créditos y contemplé una sala con un suelo lleno de basura, restos de envases y palomitas.
Estos niños son guarros, irrespetuosos y maleducados.
Se supone que éste es cine familiar, donde los padres y los hijos comparten una tarde de cine, pero los progenitores han cejado en sus funciones y prefieren que sus hijos vayan en grupos de amigos en los que se comportan como energúmenos.
Yo, en mi infancia, iba al cine todos los fines de semana. En las pelis aplaudíamos, avisábamos cuando llegaba el malo, pero participábamos en la proyección. Era nuestro centro de atención.
Estos niñatos de ahora desprecian lo que van a ver. Solo ensucian y meten ruido.
Ya disculparás si me he ido muy arriba en esta digresión.
Esta peli es la típica de manual con el que Hollywood llena nuestras carteleras y nuestras tardes de domingo en la pequeña pantalla.
El mayor atractivo es la presencia de Anthony Hopkins, pero no nos engañemos, su entusiasmo en lo que hace es cero.
Se le ve aburrido, desganado.
Tal vez cuando cobró se sintió feliz, con esa estúpida satisfacción que da tener una cifra más alta en la cuenta corriente.
Pero dentro de su interior, debe de sentir una profunda decepción consigo mismo.
Primero porque no demuestra ser un buen profesional, ejecutando un personaje en el que no cree.
Y segundo interviniendo en una peli con un guión y una dirección rutinaria.
Se supone que estamos ante un thriller paranormal trepidante, con visiones chulas, persecuciones en coches, agentes de FBI torturadas por su pasado, dramas familiares…
Todo convencional y sin convicción.
Cuando a un protagonista lo hieren, me da igual.
Cuando descubro su pasado tormentoso me da igual.
Que esté divorciado por el fallecimiento de su hijita, lo único que pienso: eso ya lo hemos visto.
Rutinario en el argumento y en la presentación.
Pretenciosa, intentando plantear cuestiones de fondo moral.
Es una peli fraude que no da nada de lo que promete.
Tal vez sea un iluso.
Por un momento pensé que Hopkins solo hacía buenas pelis y buenas actuaciones.
Esta segunda entrega de True Detective ha cosechado malas críticas.
Le pregunté a mi sobrijo Adrián. Me dijo que le había gustado.
Solemos discrepar.
Nada apuntaba hacia el éxito de la futura relación serie-espectador.
El asesinato de un personaje de una ciudad de segunda del estado de California es encargado a tres policías.
Está claro que la designación está pensada para el crimen no se resuelva.
La Detective Ani Bezzerides (Rachel McAdams) marcada por el abandono de su madre, su hermana artesana y actriz porno, su padre gurú de una secta.
Sus relaciones sentimentales (sexuales) no perduran y como venganza su “exnovio” la denuncia por acoso.
Rachel McAdams es una actriz bellísima que yo idolatro. Aquí sale mal aliñada, con su pelo despeinado y sus mechas californianas desteñidas. Aún así me parece super atractiva.
El Detective Ray Velcoro trabaja de extranjis para un mafioso venido a menos. Su relación con su hijo es difícil y con su ex imposible.
Su mujer fue violada y se mantiene la duda sobre la paternidad biológica de su hijo.
Es interpretado por un Colin Farrell en estado de gracia, alcohólico y toxicómano.
El tercero en discordia es Paul Woodrugh, un poli de carretera que oculta sus relaciones homosexuales. Interpretado por Taylor Kitsch.
En contra de lo que sus superiores podían suponer se empeñan en resolver el caso que les lleva por senderos tenebrosos de vanganzas y especulación inmobiliaria. ¡El ladrillo, cuántos disgustos ha dado!
La primera temporada era más tétrica, más tenebrosa, con un aire existencialista filosófico.
Aunque esta segunda no tiene ese carácter poético, está construida en unos personajes rotos por la vida que tienen su propia moral que respetan y cumplen.
Son personajes de cine negro, con esa ambigüedad moral tan inquietante y atractiva.
La trama de la peli está bien urdida.
Hay muy buenos momentos de acción, con orgías de tiros incluidas.
Recuerdo con nostalgia la peli de Paul Verhoeven de 1990. Era divertida, con toques de humor y una estética retrofuturista encantadora.
Una jovencísima Sharon Stone hacía de mala esposa.
Salía Kuato, el líder de la resistencia que emanaba del abdomen de George sorprendiendo a niños y mayores.
En esta versión hay explosiones, tiroteos y más explosiones y más tiros. Todo es penoso, reiterativo, sin sentido.
Deseas que de una de esas tracas salga un cohete que termine con la vida de Douglas Quaid interpretado o mejor dicho perpetrado de forma infame por Colin Farrell. Hasta Arnold Schwarzenegger lo hacía mejor (tal vez exagere).
Su director Len Wiseman he pensado que sería valenciano por su afición a los fuegos de artificio pero es americano de pura cepa, aunque no descarto algún ascendente levantino.
El estreno atractivo de este fin de semana es Alabama Monroe, una peli belga nominada a los Oscars que solo es exhibida en un cine en Madrid. Habrá que confiar que en los próximos meses la proyecte el Cine Club Alcarreño.
Mientras espero que empiece leo la magnífica crítica del maestro Javier Ocaña. Todo parece augurar que me he metido a ver un bodrio.
Intento mantener el tipo, relajarme y disfrutar de la peli.
Colin Farrell es lo primero que me llama la atención, con un peinado imposible, una especie de Anasagasti pero al revés, es decir mucho pelo en el centro y poco a los lados. Su papel es el de galán romántico y da más bien el de chulito de discoteca.
La historia se me hace imposible. Se mueve en esa delgada línea entre el absurdobarraridículo y la fantasía.
No consigo comprender este amor a primera vista.
La música me parece insoportable, empeñada en decirme lo que debo sentir en cada momento.
Russell Crowe hace de malo, una especie de demonio, un personaje estereotipado, sin el menor interés.
El aburrimiento llega a cotas poco sentidas por mí en mucho tiempo.
Estrenada intencionadamente el día de San Valentín, aunque tiene también aire navideño.
En definitiva un pastelón, pero que nadie se engañe, esto no es bollería fina, se trata de bollería industrial, con mucha azúcar y muchas grasas saturadas, de la que te sube el colesterol y puede producir eventos vasculares no deseados.
Por un lado el triste relato de la niñaGinty, sin el más mínimo interés. La podemos ver todos los sábados y domingos por la tarde en los telefilmes de Antena 3.
Y por otro cómo Walt Disney convenció a la escritora de Mary Poppins para que cediera los derechos para hacer la famosa peli que se inspiraba en su infancia.
Cuando cumplía 6 años se estrenaba. No recuerdo cuando la vi por primera vez, pero me acompañó durante mi niñez. Nunca me gustó el personaje perpetrado por Julie Andrews, me ha resultado siempre insoportable. Una persona engreída, que se cree perfecta, incapaz de transmitir emociones. La androginia de esta actriz siempre me ha molestado. Nunca he podido comprender cómo el Captain Von Trapp se enamora de ella en la inefable Sonrisas y lágrimas. ¿Pero qué le vió?
Ya sé que todo lo que digo es muy heterodoxo. Mary Poppins está considerada un clásico y tal vez lo sea, pero yo no la soporto.
La Disney es la productora de la peli y su fundador es presentado como paciente y agradable, cuando al parecer no era ni lo uno ni lo otro.
La señorita P.L. Travers es impertinente e insoportable pero con buen fondo, aunque haya que escarbar mucho para encontrarlo. Este personaje me irrita profundamente.
La peli es una sucesión de rabietas de esta señorita, que afortunadamente permaneció soltera, afortunadamente para los posibles maridos.
Entre medio de los cabreos vamos viendo su triste infancia. El conjunto resulta tan ñoño, tan blandito como un dónut recién salido del horno. Y tan reiterativo como una caja de 12 de las rosquillas que tanto gustan a Homer Simpson. Como para coger un empacho.
La peli se esfuerza machacanonamente en emocionar y no lo consigue, aunque observé que al final alguna espectadora tuvo que sacar el pañuelo.
Podría decir que tanto Emma Thompson, como Tom Hanks lo hacen fenomenal, pero se da por sabido.
Una peli solo útil para nostálgicos de la institutriz que viaja en paraguas y es doña perfecta.
El primer inconveniente es el guión, con algunas lagunas, aunque hay momentos logrados.
El segundo inconveniente es la realización, abusando de los primeros planos y con un claro aire de tvmovie.
El tercero los actores, especialmente un inexpresivo Colin Farrell, sobre el recae casi todo el peso de la historia y a mí me resultó antipático, y no me creo nada su drama personal.
En cambio Noomi Rapace está estupenda y su deformidad facial le da un atractivo especial, algo morboso (¿tendré que mirármelo?). Esa combinación de fragilidad y decisión hacen a su personaje muy potente.
La unión de dos personas heridas marcadas por un pasado triste es interesante. Es como la versión De óxido y hueso americana, aunque esto sea comparar el jamón pata negra con mortadela de olivas del Día.
En conjunto me ha gustado, no es para echar cohetes, pero resulta entretenida. Tal vez sea por la presencia de Noomi Rapace o el final de fuegos artificiales y 25 muertos.
Película estrenada en España el 5 de Enero de 2011, de producción americana y con un director solvente como lo es Peter Weir.
Un grupo de presos de un gulag en medio de Siberia en la Unión Soviética de Stalin se fugan y realizan un larguísimo viaje recorriendo toda Asia de norte a sur.
A lo largo del metraje de la peli vamos conociendo a los personajes pero de forma dosificada sin prisas y los vamos queriendo y apreciando incluso al psicópata de Valka, magníficamente interpretado por Colin Farrell.
Los paisajes son extraordinarios pero no son una postal sino son la naturaleza dura y cruel, del frío de los bosques siberianos, de los mosquitos de los pantanos y de la sed terrible de los desiertos. La naturaleza no es solo belleza es terrible y no tiene piedad. El reto de este grupo es enfrentarse a ella y vencerla.
Los hechos que se cuentan están basados en un libro que los cuenta como reales pero esto se ha puesto en duda desde hace 4 años, una vez fallecido el autor.
Está película fue estrenada en 2009 y Jeff Bridges (su absoluto protagonista) ganó el Oscar al mejor actor.
La historia es típicamente americana. Un cantante de country con más de cincuenta recorre Texas y Nuevo Méjico cantando en locales de medio pelo, alcohólico pero aún con capacidad creativa, conoce a una joven periodista y madre soltera por medio de la cual encarrilará su vida.
Ya veis los ingredientes son típicamente made in USA: Country, road-movie, güisqui, moteles de carretera y redención personal.
Tanto Jeff Bridges como Maggie Gyllenhaal están sensacionales con interpretaciones profundas y llenas de matices.
A mí la historia no me atrapó y aunque aguanté hasta el final el sabor era demasiado americano como para que me dejara buen gusto de boca. ¿Me habré vuelto insensible?