Copio algunas de las opiniones de los más sesudos críticos de este país:
Javier Ocaña:
“Una vez más, el problema de Velilla y sus coguionistas habituales son los diálogos. (…) los rancios chistes cuarteleros, de vergüenza ajena, hunden cada secuencia.”
.
.
Beatriz Martínez:
“Oda al mal gusto, un espectáculo-grotesco y retrógrado que utiliza la doble moral que anida en nuestro país para desplegar una batería de chistes sonrojantes que demuestran que la sutilidad está sobrevalorada. (…)
.
.
Manuel Cuéllar:
“Lo que se le reprocha es que el trazado sea basto y vulgar, demasiado evidente todo (…) Todo es demasiado caricaturesco, estereotipado (…)
.
.
Francisco Marinero:
“Una farsa anticuada y sin embargo plagada de chistes coyunturales y fáciles y de estereotipos”
.
.
Comparto todas y cada una de estas palabras. No voy a insistir en ello.
Acudí con el cineasta y crítico David Recio. Me acompañó habiéndome advertido de las opiniones vertidas en la prensa.
Algún paciente me había hablado maravillas, incluso emparentando su humor con el del maestro Berlanga. (Nada más alejado).
En el cine había varios grupos de señoras, alguno bastante numeroso.
Un público mayoritariamente femenino.
Durante la proyección se oyeron frecuentes carcajadas.
En la mayoría de las ocasiones no encontré la gracia por ningún lado.
Quiero resaltar aspectos positivos.
Los dos tienen nombre de mujer.
Por un lado Carmen Machí, una actriz como la copa de un pino, que a pesar de estar en una peli infumable compone un papel verdadero y profundo. Sus diálogos (monólogos) con su padre fallecido están magníficamente interpretados.
En Europa hay una marca registrada con el nombre de Moana, por que se tuvo que cambiar el nombre de la peli y de la protagonista por Vaina.
La empresa de perfumería CASA MARGOT, S.A. tiene registrada la marca Moana Bouquet como uno de sus productos.
En maorí, Moana significa “océano, mar profundo o gran extensión de agua” mientras que Vaiana es un nombre de origen tahitiano que significa “agua procedente de la cueva”.
Vayamos al asunto. Que me pierdo.
Vaiana es una peli muy bonita.
Me gusta todo de ella:
Sus personajes, sobre todo esa princesa rebelde y aventurera.
Sus efectos visuales, con ese océano que cobra vida.
La perfección de sus dibujos.
Sus canciones, divertidas y emotivas.
El que la prota sea una jovencita que además se mueve por espíritu descubridor, por el afán de conocer y de saber y no por el amor como en La Sirenita.
El gallito tontorrón, que tan divertido resulta.
Pero hay una cuestión que me turba, que me preocupa.
Disney siempre había tenido a protagonistas huérfanas.
Vaiana tiene padre y madre, incluso abuelita.
Durante toda la peli estuve esperando el fallecimiento de uno de los progenitores o incluso de los dos, pero esto no llegó.
Lamento que una tradición tan arraigada en la Compañía del ratón se haya perdido.
Se están esfumando las viejas costumbres.
Si hay Vaiana dos espero algúna defunción. Eso me daría tranquilidad.
Curioso que en la sala hubieran grupos de niñas de alrededor de seis años pastoreadas por alguna madre, en cambio casi ningún niño (masculino).
¿Tal vez piensen que Vaiana es una peli para niñas?
Intenta plasmar la realidad iraní desde su punto de vista.
Compone un drama naturalista.
Una divorciada que intenta vivir una vida independiente con su hijo de diez años.
Su existencia es complicada.
Los problemas económicos, la incomprensión de su hermano, la hostilidad de su exmarido, la insistencia de su novio, la estupidez de su hijo… le dificultan la existencia.
Tampoco me queda claro lo que Hahid quiere, en realidad.
Tal vez desee la independencia, pero en esta sociedad especialmente opresora con las mujeres, es imposible.
La peli solo tiene un momento de humor. Solo un minuto. Los 105 restantes son de puro drama.
El drama del machismo impregna la película, porque no solo son machistas los hombres, sino también la mayoría de las mujeres y el hijo, ese niño traidor que desprecia a su madre, prefiriendo al tontoelculo de su padre, un toxicómano perdido.
La peli creo que aburrió al respetable.
Algún desertor abandonó la sala.
Otros hablaron gran parte del metraje.
Durante unos minutos un asistente roncó sonoramente, sus bufidos fueron audibles en toda la sala.
A mí no me apasionó, tampoco me aburrió.
Rafa, Daniel y un servidor, como buenos y aplicados culturetas, destacamos el magnífico retrato social que realiza la peli.
Pertenece al conjunto de pelis de Los crímenes de Fjällbacka, basadas en las novelas de Camilla Läckberg.
La vemos en la foto superior. ¡Qué chica tan guapa!
Sus guiones se basan en experiencias vividas en su localidad natal, Fjällbacka, en Suecia.
Como todos sus relatos tienen dos tiempos, uno actual y otro en un pasado oscuro que se intenta desvelar y que suele ser la clave para resolver los crímenes del presente.
Aquí Erica y Patrik legan a vivir a esta localidad después de la muerte en accidente de los padres de ella.
Descubren que su madre tuvo un asuntillo mucho antes que ella naciera.
En esa cuestión desconocida estuvieron implicados miembros de la resistencia y nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Las historias ambientadas en este periodo histórico siempre tienen mucho tirón.
La estructura es la propia de un telefilm, con muchos sucesos y vueltas de guión.
Pero el asesino me resultó fácil descubrirlo.
La actriz que interpreta a la escritora protagonista, Claudia Galli, me parece un encanto además de ser una muy buena profesional.
Ella es la conductora de la historia y la que termina resolviendo los casos.
Éste es como el episodio piloto de la serie Los crímenes de Fjällbacka.
Por falta de conocimiento lo hemos visto el último, aunque en este caso el orden de factores…
Como de cualquier película se puede hablar de lo qué dice y de cómo lo dice.
Primero de lo segundo.
La habilidad y el manejo de la técnica cinematográfica en Mel Gibson son innegables.
Construye una película con un montaje portentoso y, lo que es más difícil, invisible.
Un manejo de la cámara y del tempo cinematográfico impecables.
Sabiendo combinar escenas de acción con momentos de reflexión, sin apabullar ni aburrir al espectador.
Con un color perfecto. Una fotografía de Simon Duggan inmejorable, dando realismo al relato, pero con la plasticidad perfecta para que nos podamos sumergir en él.
En el cómo lo dice le ponemos un diez a Gibson.
Hablemos de lo qué dice.
La historia del primer objetor de conciencia condecorado en los USA.
Un muchacho con unos fuertes principios morales, atormentado por la culpa, la suya y la de su violento padre.
Capaz de sufrir lo indecible por mantener su ética personal.
Un hombre íntegro que realiza su labor, más allá de lo que el deber le puede indicar.
El bueno de Mel compone un drama bélico antibelicista, profundamente pacifista.
Para eso nos muestra sin tapujos la crueldad de la guerra.
Además de la historia bélica y del dilema moral, nos cuenta una historia romántica entre un paleto y una enfermera, con sensibilidad y elegancia, sin sensiblería.
Pero Hasta el último hombre es una película religiosa que habla de la culpa, del pecado y de la redención.
Redención que, tal vez necesite, con una vida llena de excesos, incluyendo la violencia.
Por eso su aspecto religioso cobra un valor especial, trascendiendo la historia alcanza a su autor.
Los personajes están bien construidos con su propia lógica personal.
Andrew Garfield está estupendo y su pareja, la bella Teresa Palmer no desmerece.
Magnífico el sargento interpretado por Vince Vaughn, un homenaje a tantas películas que han usado a personajes similares (La chaqueta metálica, Oficial y caballero…).
En lo qué dice le tenemos que dar otra buena nota.
Gibson ha hecho una muy buena película, una de las mejores producciones de este año, sin duda, que debería ser recompensada en los Oscars.
Enlaza con otra de las buenas pelis norteamericanas de esta temporada.
Una comedia gamberra más, en la estela de Resacón en las Vegas.
Pretende ser incorrecta y transgresora, pero se dosifica para no herir sensibilidades.
En esa prudencia está su mayor defecto.
Todo es más o menos predecible, pero goza de momentos hilarantes.
Me reí en bastantes ocasiones, aunque sintiendo cierta culpabilidad.
En general, me gustó.
Era lo que esperaba, ni más, ni menos.
Mi falta de expectativas resulta preocupante.
Las dos grandes bazas de la peli son Jennifer Aniston y Olivia Munn.
Mi veneración hacia Jennifer data de su época en Friends, serie que para mí (y muchos) es de culto.
De Olivia me enamoré cuando la vi en X-Men: Apocalipsis de Bryan Singer interpretando a Elizabeth “Betsy” Braddock, mejor conocida como Psylocke (Mariposa Mental en España). ¡Qué bien le sentaba el traje de superheroína!
Me lo he pasado fenomenal y además gozo de la fidelidad de un nutrido grupo de lectores, con los que no puedo tener más que palabras de agradecimiento.
Os pongo un par de gráficas.
La primera de las visitas mensuales desde el inicio del blog. Son de usuarios únicos.
En la actualidad más de cinco mil personas visitan mi web mensualmente.
.
.
Ésta es de los últimos doce meses..
.
.
Por países, lógicamente la mayor parte de las visitas son de España, poco más de la mitad.
Destacar el cuarto puesto de los USA y el noveno de Holanda.
Saura nos debía a los aragoneses una peli dedicada a la jota.
A mí oír cantar o ver bailar la jota me despierta una emoción especial.
Lo que justifica que me haya pasado gran parte del metraje llorando.
Saura nos ofrece una panorámica de los diferentes aspectos de la jota.
Se esfuerza en no aburrir.
Me impresionaron la jota flamenca y la gallega por poner dos ejemplos.
Magnífico el homenaje a Imperio Argentina en Nobleza baturra. ¡Qué ganas de volverla a ver!
.
.
Muy sentido el tributo al gran Labordeta que terminó siendo un abuelo para todos los aragoneses, aunque eligiera una canción especialmente triste como Rosa rosae.
.
.
Está bien la participación de Carmen París con esa fusión de jota y jazz.
.
.
Tal vez he echado de menos un gran baile de jota de la más acrobática (puede que no sea el término más correcto) al final de la peli, como gran colofón.
En cualquier caso una peli muy valiosa, con una estética simple pero muy cuidada que ofrece un amplio panorama de la jota.
Vi en mi infancia el relato épico de Antonio Román de 1945.
Me impresionó.
De hecho aún la recuerdo y eso que no la he vuelto a ver.
.
.
Salvador Calvo, especialista en series de tele, nos ofrece un relato de factura técnica correcta que cabalga entre el heroísmo, la obstinación y la locura.
Inicialmente me impresiona falto de ritmo, lastrado por una narrativa torpe, pero la peli gana en su final.
Cuando la historia se vuelve trágica, cuando ya no hay heroísmo, sino el sinsentido como norte, es cuando la historia crece y alcanza paradógicamente sus mejores momentos.
El teniente Tosar empeñado en no rendirse, capaz de asesinar a sus soldados mientras duermen por aplicar el reglamento de campaña, es el paradigma de la sin sazón de la guerra.
Soldados y mandos que luchan en una batalla que se resolvió económicamente por unos políticos, que abandonaron las colonias y a los soldados y funcionarios, colmando el deshonor.
Porque ni siquiera supieron ceder la soberanía de sus territorios de ultramar (Cuba, Puerto rico y Filipinas) a sus habitantes sino que los vendieron al nuevo imperio americano.
Eso se refleja correctamente al final de la peli, edificándose un relato de derrota moral, de crisis, donde quienes tienen el comportamiento más noble son los luchadores filipinos.
Por cierto en la peli aparece la enfermedad del Beriberi, que se debe a déficit de vitamina B1, tiamina o aneurina.
El llamado Beriberi húmedo cursa con insuficiencia cardiaca, por lo que los enfermos presentan edemas maleolares y en los pies, cuestión que se refleja bien en la peli.
Carlos Hipólito interpreta a un médico militar bastante competente.
Hay mucha diferencia entre las actuaciones de los jóvenes actores y los veteranos. ¿Adivina cuáles son los mejores?
Para mí Javier Gutiérrez, componiendo un personaje de perro viejo, que se las sabe todas, un suboficial que busca la muerte y el honor, del que carece absolutamente.
La peli se inicia con unas mujeres con obesidad mórbida bailando desnudas como si fueran gogós de discoteca cult.
Nos da la idea perfecta de lo que vamos a ver en esta peli.
Tom Ford nos va a ofrecer lo peor de esta sociedad, lo más desagradable, pero disfrazado de arte y de estilo.
.
.
La trama se desarrolla en tres planos diferentes.
Por lado la vida de Susan Morrow (maravillosa Amy Adams) que habita en un mundo de riqueza, de esnobismo, de cirugía plástica y reparadora.
Galerista de moda, su matrimonio es un fracaso y su vida bastante triste.
.
.
Por otro la novela que un exmarido le envía y dedica.
Una historia cruel y violenta.
Desarrollada en la América profunda, donde los paletos sin barreras morales campan por sus respetos.
Tony Hastings (Jake Gyllenhaal) es asaltado y su mujer e hija tienen un triste final.
Es la historia del hombre bueno, que algunos considerarían débil, que se ve arrastrado a la venganza.
.
.
La presencia en el relato literario de un inspector, Bobby Andes interpretado por un magistral Michael Shannon, da una energía a la narración inconmensurable.
Un personaje que merece un aparte.
Un policía de la vieja escuela, que le importa más la justicia que la ley.
Desprecia a los delincuentes, pero también a la víctima y la culpa de no haber sabido defender a su familia. la misma culpa que siente Tony Hastings.
.
.
Mencionar al malvado Aaron Taylor-Johnson, un individuo despreciable, un cáncer dentro de una sociedad ya enferma.
.
.
El tercer nivel de la historia es la relación juvenil entre Susan Morrow y Edward Sheffield, también interpretado por Jake Gyllenhaal.
.
.
Él un novelista sin futuro. Ella una rica heredera que odia lo que representa su madre, pero termina eligiendo el mismo camino.
Tom Ford sabe retratar una sociedad vacía, donde la apariencia es lo importante y contraponerla al sufrimiento de la víctima destinada a padecer la injusticia.
Mundos que conviven, pero no se tocan, que no convergen. Moviéndose en escalas diferentes.
La peli en su conjunto contiene el andamiaje perfecto para entretener y subyugar, pero no plantea soluciones, no hay sitio para la felicidad, ni para la justicia, ni para la redención.
Es un espectáculo triste y desolador que te atrapa en la trampa que se teje con habilidad.
Me cabe preguntarme: ¿en esta sociedad decadente, en crisis, el arte, y el cine en concreto, qué función deben jugar?
¿La denuncia, y solo la denuncia, está bien?
¿O sirve para profundizar en el vacío moral?
Mi amigo Carlos ponía el ejemplo de presentar como arte un urinario en una exposición.
Me parece que me he ido muy arriba.
Que nadie me haga caso.
Debe ser la cafeína que me hace discurrir más de la cuenta.
Después de comentar durante hora y media Anomalisa, vemos algunos cortos de animación de la época silente del cine.
Disfrutamos de este corto mítico, que ya conocía.
Me llama la atención la imaginación que se despliega y también cierta crueldad, con momentos muy cercanos al gore que preludia un cine de animación basado en el slapstick, que tan buenos momentos nos ha dado en nuestra vida.
Vemos también un corto de Rasca y Pica que homenajea al botero Willie. Genial.