Ricardo y yo nos dirigimos a la tercera peli de la tarde, nuestro amigo Jesús nos la recomienda.
Se trata de una interesante mezcla de géneros. Romance, drama, ciencia ficción y thriller.
Hay una comunicación intertemporal que trastoca la vida de los protagonistas.
Las referencias a Regreso al Futuro son continuas y muy descaradas. Lo cual me parece bastante divertido.
La peli tiene “trucos” de guión que son absolutamente inverosímiles. Mejor tragarla sin pensar demasiado, porque si no se desploma y no te la crees. Y no me refiero a la conversación a través de la tele entre dos tiempos diferentes, cuestión que asumo sin pestañear ni un segundo.
Se deja ver, incluso resulta, ocasionamente, entretenida.
Pero el elemento más penoso es la interpretación de su protagonista.
Adriana Ugarte es una actriz (?) guapa, con buena presencia ante la cámara, que seguro se esfuerza por hacerlo bien, pero tiene una malsana tendencia hacia la mueca fácil, hacia el pucherito barato, incapaz de mover sus labios con naturalidad.
Un amigo me dijo, hace tiempo que tuviera cuidado con lo que la criticaba, que su padre era juez.
Solo un consejo: señor magistrado páguele unas clases en alguna buena academia de interpretación (Cristina Rota por ejemplo) donde le enseñen a evitar el mohín innecesario.
Lo siento, pero no comparto el entusiasmo de Jesús.
Mezcla géneros muy diferentes: asesinos en serie, ciencia ficción y drama familiar.
En principio una combinación poco prometedora, pero sorprendentemente funciona bien en todos los aspectos.
Cuando es una historia policial mantiene bien el tipo con buenos momentos de acción, aunque la ambientación y la actividad de esa comisaría son un poco precarias, supongo que los policías que la vean no la encontrarán demasiado realista.
La parte de ciencia ficción cuenta con un elemento fundamental al actor Alejo Sauras, que va ganando en protagonismo capítulo a capítulo aportando un tono humorístico muy atractivo.
Nunca pensé que detrás de esa cara bonita se escondiera un buen actor, que sabe dar a su personaje de ultratumba un atractivo muy humano. De hecho su humanización es una baza fundamental de esta serie.
Tal vez la trama familiar sea la más difícil de llevar. El riesgo de caer en el sentimentalismo barato es muy elevado. Pero ese difícil equilibrio se sostiene, creándose estupendos momentos de intensidad dramática sin llegar a la vergüenza ajena.
Que la serie funcione tan bien depende de las buenas (excelentes) interpretaciones de los actores.
Anna Castillo maravillosa en su papel de Susana Vargas, con esa energía y esa vitalidad imparables. ¡Qué maravilla de actriz!
Cristina Plazas, dando vida a esa madre que se preocupa por todos y que tiene que superar su viudedad.
Goizalde Núñez con ese desparpajo y esa gracia que enamoran.
Alfonso Bassave dando vida a ese chuloputas que engatusa por ser guapo y estar bien constituido.
Las chicas Lucía Caraballo y Ángela Arellano tan simpáticas y tan bien en su papel. Destacar el desparpajo de la actriz que da vida a Patri.
¿Qué decir de Javier Gutiérrez qué no se haya dicho ya? Estamos ante un actor incomensurable que es capaz de salir airoso de los trances más difíciles. Grande entre los grandes.
Tal vez a un determinado público le eche atrás su componente de ciencia ficción, pero yo le pido que confíe en mí y disfrute de esta serie.
Hacer una peli sobre la discapacidad y salir airoso tiene su mérito.
Desde el principio plantea descaradamente los prejuicios sobre estas personas en la voz de Marco (Javier Gutiérrez), para dejar claro que no se va a eludir el asunto.
Por cierto, Javier parece que se está especializando en personajes miserables (Vergüenza, El autor).
La peli está llena de buenas intenciones y de buenos sentimientos, con momentos muy emotivos que me emocionaron hasta la lágrima.
Tiene un aspecto didáctico para todos los menores y para algunos mayores.
El mensaje que todos somos más o menos discapacitados me parece muy sincero, auténtico y certero.
De una peli dedicada a reinvindicar estos valores no se puede hablar mal y de hecho ningún crítico se ha atrevido.
Pero, en mi opinión la peli peca de buenismo, tiene ese tufillo a buenrollismo impostado y resulta terriblemente previsible.
Desde su planteamiento inicial todo sigue el guión que el espectador espera. Eso complace en general, pero no hay ningún elemento turbador que haga realmente atractiva la trama.
Aún con todo se pasa un rato estupendo y sales contento con lo que has visto, aunque esta historia de superación personal, de valores del trabajo en equipo ya te la sabías.
Pocas veces en el cine y ninguna en televisión habíamos visto un retrato tan realista y veraz de un tipo de personas que podemos encontrarnos en la vida que llamaríamos (generosamente) metepatas.
Efectivamente se siente vergüenza ajena.
La serie se podría haber titulado “Patéticos“.
Durante los primeros episodios, son 10 de 25 minutos, lo pasaba mal viendo las meteduras de pata de este impresentable. Le decía a Elena que no lo podía soportar y casi abandono.
Luego adquirí un cierto distanciamiento que me permitió aguantarla.
Jesús, magníficamente interpretado por Javier Gutiérrez, reúne todos los requisitos para ser un gilipollas integral. Tiene el difícil sentido de la inoportunidad, pero además es mala persona. Lleno de prejuicios. Un tonto que se cree listo.
Nuria, a la que da vida Malena Alterio, se va contagiando de la estupidez de su pareja, pero ella tiene buen fondo, no como Jesús.
El último episodio parece que va haber una cierta redención, pero solo es un espejismo, una ilusión.
Javier y Malena demuestran, una vez más, lo buenos actores que son.
Una serie que me ha impactado, de la que me va costar recuperarme.
Mi puntuación: 7,15/10.
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Los directores Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero:
“Manuel Martín Cuenca | España | 2017 | 112 min. V.O. en español subtitulada en inglés ”
Javier Gutiérrez, María León y Antonio de la Torre protagonizan la última película de Manuel Martín Cuenca (La flaqueza del bolchevique, Caníbal), basada en la novela El móvil de Javier Cercas y rodada en localizaciones sevillanas. Álvaro, tras separarse de su mujer Amanda, escritora de best‐sellers, decide cumplir su sueño de escribir una gran novela. Ante su abismal falta de talento, y siguiendo los consejos de su profesor de escritura (que quiere “realidad” en sus textos), decide empezar a manipular a sus amigos y vecinos para crear una historia real que superará, con creces, la ficción.
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Dirección: Manuel Martín Cuenca
Guion: Alejandro Hernández, Manuel Martín Cuenca
Fotografía: Pau Esteve
Montaje: Ángel Hernández Zoido
Sonido: Daniel de Zayas
Intérpretes: Javier Gutiérrez, María León, Antonio de la Torre, Adriana Paz, Tenoch Huerta, Adelfa Calvo
Producción: Jaime Ortiz de Artiñano
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En 2013 Manuel Martín Cuenca ya nos sorprendió con la estupenda Caníbal.
Aquí me ha vuelto a dejar boquiabierto.
Estamos ante una de las grandes pelis de este año, llamada a ser una de las multipremiadas, haciendo competencia a La llamada de Ambrossi y Calvo.
Don Manuel nos introduce en una historia laberíntica que tiene como fondo el tema de ser escritor.
Antoñito de la Torre, debería decir Don Antonio, con su espectacular interpretación nos resume, en una especie de monólogo, cual es la esencia del buen escritor y de la buena literatura.
Su vehemencia ha hecho que casi me orinara encima.
Javier Gutiérrez está más contenido, pero demuestra en cada plano lo buen actor que es.
El resto de los personajes son potentísimos y están, todos y cada uno, magníficamente interpretados.
Pero yo me quedo con Adelfa Calvo. ¡Por Dios qué pedazo de actriz!
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Lo dicho: un peliculón.
A los que vilipendian y vituperan el cine español, que vayan a ver esta peli, cambiarán de opinión.
Vi en mi infancia el relato épico de Antonio Román de 1945.
Me impresionó.
De hecho aún la recuerdo y eso que no la he vuelto a ver.
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Salvador Calvo, especialista en series de tele, nos ofrece un relato de factura técnica correcta que cabalga entre el heroísmo, la obstinación y la locura.
Inicialmente me impresiona falto de ritmo, lastrado por una narrativa torpe, pero la peli gana en su final.
Cuando la historia se vuelve trágica, cuando ya no hay heroísmo, sino el sinsentido como norte, es cuando la historia crece y alcanza paradógicamente sus mejores momentos.
El teniente Tosar empeñado en no rendirse, capaz de asesinar a sus soldados mientras duermen por aplicar el reglamento de campaña, es el paradigma de la sin sazón de la guerra.
Soldados y mandos que luchan en una batalla que se resolvió económicamente por unos políticos, que abandonaron las colonias y a los soldados y funcionarios, colmando el deshonor.
Porque ni siquiera supieron ceder la soberanía de sus territorios de ultramar (Cuba, Puerto rico y Filipinas) a sus habitantes sino que los vendieron al nuevo imperio americano.
Eso se refleja correctamente al final de la peli, edificándose un relato de derrota moral, de crisis, donde quienes tienen el comportamiento más noble son los luchadores filipinos.
Por cierto en la peli aparece la enfermedad del Beriberi, que se debe a déficit de vitamina B1, tiamina o aneurina.
El llamado Beriberi húmedo cursa con insuficiencia cardiaca, por lo que los enfermos presentan edemas maleolares y en los pies, cuestión que se refleja bien en la peli.
Carlos Hipólito interpreta a un médico militar bastante competente.
Hay mucha diferencia entre las actuaciones de los jóvenes actores y los veteranos. ¿Adivina cuáles son los mejores?
Para mí Javier Gutiérrez, componiendo un personaje de perro viejo, que se las sabe todas, un suboficial que busca la muerte y el honor, del que carece absolutamente.
Cesc Gay en su trayectoria nos ha presentado un cine sencillo, desprovisto de artificios formales, que evita manipular al espectador tratándolo con respeto.
Su cine puede parecer vacío de sentimientos, porque no usa la música como elemento provocador, porque presenta situaciones simples (aparentemente) donde no hay estridencias, ni grandes momentos.
Todo esto lo cumple en Truman.
La historia de estos dos amigos que se reencuentran, tal vez, por última vez es pura tragedia, pero como la vida, el relato está salpicado de momentos de humor que desdramatizan y quitan solemnidad.
Todos terminamos falleciendo. No conocer el momento nos hace vivir el presente con más o menos alegría. “La ignorancia produce cierta felicidad”.
Saber que tu vida estará acabada en unos meses puede causar tristeza en ti y en los que te rodean.
Pocas pelis se han hecho sobre este tema y de éstas la mayoría son presentadas como tragedias.
Cesc Gay vuelve a saber encontrar un tono ligero lleno de emociones, pero sin subrayados.
Nunca he ocultado mi devoción por Darín y Cámara, el mejor actor mundial y uno de los mejores españoles.
Esta peli confirma lo magníficos actores que son.
Darín inmenso, ejerciendo de argentino locuaz, intenso, soberbio.
Cámara contenido, con su mirada expresa más que si hablara, inmenso.
Solo por ver sus interpretaciones merece pagar la entrada.
Un planteamiento original que al igual que a los protagonistas te obliga a permanecer clavado al asiento.
Una pesadilla en un coche que puede explosionar, de un padre, cómplice del fraude de las preferentes, con sus dos hijos.
Los niños inicialmente resultan repulsivos para después mejorar, no es que les cojas cariño, pero ya no les tienes asco.
El protagonista, podrá ser un buen padre y un buen marido, que no, pero es un corrupto que coloca productos tóxicos por la “amistad” y la confianza que tienen sus clientes.
Tampoco nos puede caer muy simpático.
A pesar de estos inconvenientes de la Torre consigue atraernos y conducirnos a golpe de volante y explosión por los senderos que nos marca.
Ofreciéndonos alguna escena memorable, como el plano secuencia que sigue a la artificiera Elvira Mínguez (siempre estupenda) y que termina detrás de un helicóptero. Con truco (seguro) pero realmente virtuoso.
Porque la aparición de esta actriz da nuevos bríos a la película, su continencia gestual y su carácter osco nos cautivan.
Tal vez le sobran los últimos minutos, donde se dan demasiadas vueltas al tornillo (pasado de rosca) prolongando una situación demasiado tensa.
Ya se sabe que Luis Tosar es un valor seguro y no defrauda, componiendo un personaje con matices y que sabe llenar la pantalla.
La isla mínima es un thriller ambientado en los arrozales sevillanos en la España de la Transición.
Todos los personajes están atrapados e intentan escapar. Unos de su pasado y otros de una vida miserable.
El retrato de esa comunidad deprimente y pobre es de una fisicidad impresionante.
Los dos policías sancionados por cuestiones bien diferentes encarnan dos maneras de concebir la vida. Condenados a trabajar juntos.
La peli avanza sin dar respiro al espectador, ni a los protagonistas. No hay trampas ni cartones. Tanto unos como otros van conociendo la investigación y los personajes.
La composición de los personajes es perfecta. Inmejorable. Abrumadoramente realista.
Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez saben crear sus personajes dotándolos de historia y de vida, con los gestos justos, sin sobreactuaciones.
Alberto Rodríguez sabe componer escenas impresionantes de las que no se pueden olvidar, usando el primer plano con maestría sin abusar de él y con una fotografía impactante.
A mí personalmente me disgustó el punto final que no me pareció todo lo redondo que esperaba.
Estamos ante una de las grandes pelis del cine español de este año.
Volvemos a ver esta peli once años después de su estreno.
Mientras casi todo el país lloraba por el uno a cinco, Elena y yo nos reíamos con esta comedia.
Es normal que la gran mayoría de los ciudadanos les guste ver a unos millonarios que ganaron el mundial.
Preferir a unos perdedores como los de esta peli es algo insólito.
Siento un desprecio absoluto por el negocio del fútbol. No consigo comprender porqué unos muchachos con una habilidad especial son capaces de mover tanto dinero y despertar tantas pasiones.
Hay jóvenes que destacan en música, teatro, literatura, ciencia… que no ganan ni la milésima parte que ellos y para mí deberían ser más valorados.
Nunca me alegraré que pierda la selección. Salí a festejar hace cuatro años la victoria en Sudáfrica. Pero las cosas se deberían poner en su (juicioso) sitio.
Como consuelo, pensemos que si no siguen ganando, nos ahorraremos todos los españoles una pasta gansa.
Perdón, ya vuelvo a la peli.
En Días de fútbol se nos relata la existencia de una generación de muchachos inadaptados, torpes intelectuales y sentimentales, perdedores al fin y al cabo.
Y ¿dónde quieren triunfar? Aunque de una manera modesta, en el fútbol. Ellos se conforman con ganar un partido aunque sea con un árbitro sustituido.
Muchos españoles con ver ganar a la roja. Perdón, me he vuelto a salir de la peli.
Las escenas iniciales fueron rodadas en la Prisión de Guadalajara.
Fernando Tejero obtuvo el Goya al mejor actor revelación.
Con buenos momentos. Funciona bien al principio cuando se presentan los personajes para después caer en la reiteración de los chistes y terminar siendo ligeramente aburrida.
Yo la recordaba mejor.
A veces los segundos visionados ponen las cosas en su sitio. Hablo de la peli y no del fútbol.
La historia se desarrolla en 1974 cuando la crisis económica azotaba al país. Martín y su hijo tienen añoranza de Suiza.
En la trama no hay eso, tan difícil de definir, que es el pulso narrativo. Las escenas se suceden de forma cansina y deslavazadas.
Los personajes están mal construidos. Algunos son excesivamente caricaturescos como el cura o el evasor de capitales. Aunque reconozco que el tour de force entre las consuegras tiene su gracia.
A Carlos Iglesias le gusta protagonizar sus pelis. Aprovecha esa triple labor de guionista, director y actor para ponerse el mejor papel. Se coloca de tío estupendo y además las más guapas se enamoran de él. Yo haría lo mismo.
Hay un interés exagerado, que se nota demasiado, en querer trasmitir que lo que se cuenta es tremendamente actual. Resulta demasiado forzado.
La contraposición entre el Madrid de corrala y la Suiza de postal resulta demasiado gruesa.
En general los actores están poco acertados pero destacan los dos muchachos. Aún están a tiempo para dedicarse a otra cosa.
En general las actrices están mucho más acertadas que los actores. La que mejor la estupenda Nieve de Medina que compone el personaje más bien construido.
Menos mal que la próxima secuela será dentro de ocho años. O por lo menos eso espero. ¡Carlos no te des prisa!
Gente en sitios es un largo (aunque solo dura 83 minutos) realizado a base de empalmar cortos que la mayoría no tienen nada en común. Han colaborado un montón de actores conocidos.
A mí me despertó cierta inquietud. Los hay bastante desasosegantes, pero otros son francamente divertidos.
Unos ladrones entran a una casa y la ven tan sucia que se ponen a limpiar.
Coque Malla busca en una chatarrería un regalo para su esposa, un delco por ejemplo, mientras reflexiona sobre la vida actual…
Lógicamente resulta irregular en su visionado. Gana al cabo de los días cuando superada la digestión lo encuentras más energético de lo que suponías.
Puede volverse en obra de culto conforme pasen los años. Es posible que dentro de dos lustros sea estudiada para comprender la vida en 2013, el año en el que empezamos a salir de la crisis según Montoro.