Tenemos una historia muy rica, llena de personajes interesantes y atractivos.
El cine ocasionalmente se ocupa de ellos.
Una película dedicada a la figura de Don Miguel de Unamuno ya es de por sí un acierto.
Nos cuenta dos episodios en la vida de este intelectual.
Su exilio en Fuerteventura en 1913 durante la Dictadura de Primo de Rivera por un lado.
Por otro el incidente en la Universidad de Salamanca en 1936 con Millán-Astray y José María Pemán.
El famoso “Venceréis, pero no convenceréis“.
Los dos relatos son de máximo interés.
La visión en la Isla del Viento, del caciquismo y de la oposición al progreso de los reaccionarios están bien expresados en la película.
El episodio en el Paraninfo de la Universidad el “Día de la Raza” es magnífico y muy aleccionador. Yo lo conocía, lo había leído en varias ocasiones.
Resaltar que Doña Carmen Polo y el Obispo lo protegieron y evitaron un posible linchamiento.
Pero a pesar del interés del personaje y de las historias que se cuentan, la peli es aburrida, incluso tediosa.
Hay situaciones ridículas y chirriantes.
La dirección es como anticuada, como de serie española de la transición que se detiene en diálogos que se hacen interminables y resultan demasiado pomposos, perdiendo el interés.
En cualquier caso aplaudo la iniciativa de Manuel Menchón de mostrarnos episodios de nuestra historia que debemos tener presentes.
Esta vez sí que aciertan los del Cine Club Alcarreño ofreciéndonos este didáctico documental.
Esa famosa entrevista que duró 8 días en la que los dos cineastas conversaron, comieron, cenaron y posiblemente hasta durmieron juntos, cambió la percepción del Maestro del suspense.
Hitchcock había sido considerado un director “popular” de películas comerciales. Tuvieron que venir los críticos franceses para elevarlo a la categoría de autor.
Comentan la obra de Hitch directores tan afamados como David Fincher, Martin Scorsese, Wes Anderson, Richard Linklater, James Gray, Olivier Assayas, Kiyoshi Kurosawa, Peter Bogdanovich, Arnaud Desplechin o Paul Schrader.
Una magnífica lección de cine.
Aunque tampoco aporta mucho más que la lectura del libro “El cine según Hitchcock“.
Antes de comenzar la peli me las di de listo.
Comenté con mi amigo Daniel que el libro era una recopilación de entrevistas que Truffaut había realizado a lo largo de varios años en los que conversaba con Hitchcock. Era lo que pensaba.
Él, acertadamente, me lo negó.
Cuando comenzó la proyección la peli le dio la razón a mi compañero de butaca.
Se oyó en la sala una exclamación, más bien un ruido, de satisfacción.
“En ‘Silencio’ es difícil sentir ni frío ni calor ante una narración tediosa (…) todo es monotonía y tiempos muertos. Y el deseo de que acabe de una vez algo inútilmente dilatado.”
Scorsese no es uno de mis directores favoritos.
Es un director demasiado protagonista.
Cuando veo sus películas me da la sensación que se exhibe, que me está demostrando continuamente lo bien que lo hace, con esos movimientos de cámara, con los travelings imposibles, con el uso de la grúa…
Otro defecto es el uso pertinaz de la voz en off, que tanto detesto.
Aún así he seguido toda su filmografía que considero muy interesante.
Es uno de los mejores cineastas vivos.
A Martin siempre le interesó la religión. En 1988 rodó La última tentación de Cristo.
En Silencio nos cuenta la historia de dos misioneros que intentan evangelizar el Japón del siglo XVII, por un lado.
Y por otro todos los métodos que utiliza el poder nipón para doblegar su voluntad.
Es una historia de fe y de resistencia.
La fe que es puesta a prueba de la manera más dura.
Y la resistencia a ser colonizados primero por la religión y posiblemente después por la fuerza militar de las potencias occidentales de la época.
La narración es lenta, demasiado detallista, pero con un atractivo inmenso, por lo que cuenta y por cómo lo cuenta.
Esta vez Scorsese se deja de florituras y realiza una narración más clásica, con una cámara invisible.
Las imágenes de ese Japón feudal son estremecedoras y embriagadoras, barro incluido.
El mensaje de la peli es tan interesante, que da mucho que pensar.
Estamos ante una obra maestra.
Una de las mejores películas de Scorsese.
Solo un consejo: no pongas voz en off, es innecesaria.
Estamos ante un impresionante ejercicio de strip-tease político.
500 horas grabadas durante 15 meses de seguimiento continuo de Podemos.
Ninguna otra formación se hubiera atrevido a una exploración interna tan extensa y profunda.
Fernando León de Aranoa retrata la realidad de este grupo político con la suficiente cercanía, pero con una imparcialidad irreprochable.
No esconde los momentos difíciles, ni las crisis internas.
Me llama la atención que los mayores problemas siguen siendo organizativos y no ideológicos.
Las ideas son claras, pero las estrategias y la logística son fuente inagotable de confrontación en esta formación que quiere encontrar un nuevo lugar en la política española.
Las reflexiones de Íñigo Errejón son de una inteligencia y de una claridad pasmosas. Un auténtico cerebrito.
La impresión general es que este grupo político está sembrado de reflexiones y de razonamiento.
Me gusta mucho este thriller, pensé al terminar la proyección.
Cuando llego a casa me sorprende ver críticas tan negativas.
Incluso mi admirado Javier Ocaña la pone a parir:
“Hay una buena cantidad de inverosimilitudes; también de casualidades forzadas, incluso de arbitrariedades. Pero ese no es el problema. (…) una grisácea fotocopia de fotocopia (…) con aspecto de compleja cuando solo es confusa.”
Un exitoso empresario mata a su amante en un hotel pirenaico.
Con esta premisa se va rebuscando en la verdad, o mejor dicho en las posibles verdades.
Cada personaje tiene su punto de vista y de ahí tenemos que descubrir la realidad.
El planteamiento me parece brillante y la trama avanza con energía.
Tal vez sea demasiado discursiva, apoderándose, en ocasiones, la palabra a la imagen.
Llama la atención lo buena actriz que es Bárbara Lennie, sobre todo si la comparas con el inadecuadamente expresivo Mario Casas.
Porque Bárbara sabe llenar de matices su interpretación haciendo grande su papel.
Mario en cambio…
Una sala con bastante público, que creo que salió más que satisfecho.
Hace unas semanas una paciente de muchos años a la que había visto ocasionalmente durante el embarazo vino a la consulta con su recién nacido que padecía Síndrome de Down.
Al ver al niño le dije que lo sentía y les deseé mucho ánimo.
Ella me lo agradeció. Me dijo que era la primera persona que se compadecía. El resto o hacían como si no pasara nada o hablaban de “bendición de Dios”.
La historia de Jan es un relato de superación.
Del salir adelante de una situación tan dolorosa como que tu hijo no va a ser normal, que siempre irá por detrás en un mundo cruel que lo señalará.
Aunque tú y los tuyos le den todo el amor…
Este documental en formato de retrato casero no deja de ser un testimonio de la realidad desde el punto de vista de unos padres que saben afrontar una situación tan especial.
A ratos muy enternecedor y emotivo, no he podido evitar llorar a moco tendido gran parte del metraje.
Como pero le encuentro la excesiva presencia del padre que ocupa demasiado protagonismo, porque la peli gana cuando es Jan el personaje principal.
Claudia, una joven, bella y simpática nos invita a participar a Diego Gismero y a mí en un Programa de cine realizado para la asignatura de Realización Multicámara de La Universidad de Alcalá de Henares, para el Grado de Comunicación Audiovisual.
En los años setenta surgió este trío de rumba catalana.
En aquellos años me las daba de cultureta y era más de canta-autores que de bailoteos.
Al ver este documental compruebo cómo reconozco la mayoría de las canciones que bailaba en las fiestas de pueblo a las que era muy aficionado.
El documental va diseccionando el éxito mundial de este grupo.
Declaraciones de familiares, amigos y admiradores con mucho material gráfico.
Cuando la película lleva una hora de metraje, y parece que lo ha contado todo, aparecen los tres componentes del grupo hablando de su vida, en algunos casos muy triste y el documental recobra brío y alcanza niveles impresionantes de interés.
Siempre quedará la incógnita que hubiera pasado si se hubieran trasladado a vivir a los USA…
¿Serían como Julio Iglesias?
Un documental bien construido, con interés incluso para los que nunca habían oído hablar de Rumba 3.
Película francesa dirigida por Anne Fontaine que nos ofrece un episodio de horror en la Polonia de la Segunda Guerra Mundial.
Hace bastante años hice un viaje a Varsovia y Cracovia.
Me impresionó la marca de desgracia y sufrimiento que tenía este país y eso que no quise ir a Auschwitz.
Estas monjas sometidas una y otra vez al martirio de la violación por el ejército, supuestamente, libertador.
Toda la Europa que fue ocupada por el Ejército Rojo sufrió de este castigo de guerra.
La violación como elemento de venganza y de represalia con las más inocentes.
Las tropas comunistas violaron a ancianas y niñas sin distinción.
También entraron en el convento de esta película.
La peli trata el tema de cómo afrontar esta desgracia.
Cuando has consagrado tu vida a Dios, confías en que te protegerá.
Él es todo poderoso.
Está también el concepto de la Providencia Divina.
Ese “cuidado amoroso con el que Dios cuida de todas las cosas”.
Cuando un suceso tan traumático sucede en una comunidad religiosa, los pilares de la fe se tambalean.
Como dice una monja: ” la fe en un día es 24 horas de duda y un minuto de esperanza”.
Pero, ¿qué pasa cuando ni siquiera ese minuto aparece, porque ha sido aplastado por la cruda realidad?
¿Cómo poder seguir entregada a Dios y a la Fe?
En medio de esta tragedia personal y moral aparece una joven doctora comunista que paradógicamente es la que viene a dar luz en ese microuniverso de tinieblas.
Anne Fontaine consigue sumergirnos en este cosmos componiendo una película con una profundidad que últimamente brilla por su ausencia en el cine francés.
El tramo final de la película consiguió emocionarme y el esperanzador final me encantó.
Al escribir esto último las lágrimas vuelven a brotar de mis ojos.
Sigo siendo un tipo sensible.
Pongo fotos de la directora y de la protagonista, la bella Lou de Laâge.
La maldita gripe había cortado mi ordenada, pero divertida, vida.
Necesitaba una buena experiencia en una sala de cine para llenarme de alegría.
Elijo Comanchería.
Y no me equivoco.
Estamos ante un western social.
La Comanchería es un territorio que ocupa parte de Texas y de Nuevo México que era el hábitat de los comanches.
El título en inglés es Hell or High Water, que significa Contra viento y marea.
Como en otras ocasiones, se ha acertado con el cambio.
El término Comanchería hace referencia a ese territorio olvidado que fue usurpado a los indios. A ellos se les quitó también la dignidad, para que vivieran personas que también la iban a perder.
A veces para que se haga justicia hay que incumplir la ley.
Por eso esos dos hermanos elaboran un plan para revertir la hipoteca inversa, con la que engañaron a su madre.
Por cierto, a mis padres hace años un banco, supuestamente amigo, también les ofreció una hipoteca de este tipo.
Menos mal que no la firmaron. El banco hubiera hecho un buen negocio.
El paisaje de esta Comanchería es el de los desahucios, de las casas medio derruidas, de los negocios cerrados, de las calles polvorientas, de las camareras que no sueltan los 200 dólares de propina porque es la mitad de su hipoteca, de gente sin ilusión que lleva armas para dispararlas, de esa basura blanca (white trash) que a mí tanto me gusta ver en las pantallas.
(Curioso. Si pones basura blanca en google sale automático Trump, y no es broma).
Esa América desvalida de ilusiones, pobre social e intelectualmente, es la que ha votado a Donald Trump.
Irremediable al ver a Jeff Bridges, pensar que el Nota se metió a ranger de Texas y ahora le hace la vida imposible a su compañero indio-mexicano, con continuas bromas racistas.
Toda la peli está impregnada de un tenebroso sentido del humor, que nos invita a recordar el estilo de los hermanos Cohen.
Decir que me ha gustado, sería quedarme muy corto.
Estamos ante una gran película, sin paliativos.
El escocés David Mackenzie ya me impresionó con la soberbia Convicto (Starred Up) hace un par de años.
Estamos ante uno de los grandes de la cinematografía actual. Habrá que seguirlo con interés máximo.
Siempre he tenido la impresión que todo es chirriante.
La presentación de la realidad en la medicina, lejos de intentar reflejarla, lo que hace es desdibujarla desde el prisma subjetivo del director o de los guionistas.
Y me irrita ver la imagen deformada de una actividad a la que he dedicado mi vida.
No recuerdo ni una sola película en la que al hablar de medicina no se haya introducido un grave error.
Con lo fácil que sería contratarme de asesor.
Posiblemente toda gran producción los tenga, pero no se les haga caso.
Bien seguro, ocurre lo mismo con los historiadores.
He aprendido a lo largo de los años a tolerar los errores médicos en las películas.
Ocasionalmente alguno me irrita profundamente, me saca de quicio.
Vamos con esta serie.
El ginecólogo William Masters decide investigar sobre sexualidad con la ayuda de una decidida secretaria, Virginia Johnson, en los años sesenta en los USA.
Él posee conocimientos, pero carece de las habilidades sociales de ella.
La serie desarrolla bien como avanza la investigación y los derroteros que va tomando.
Llena de sub-tramas que enriquecen el relato, tiene un cierto carácter de culebrón.
Me llama la atención poderosamente la diferencia entre los los personajes masculinos y femeninos.
Siendo mucho mejores las chicas, que se muestran más maduras, decididas y mejores personas.
El profesor Masters no solo me parece un gilipollas integral, sino que además creo que es mala gente.
Hay una trama secundaria protagonizada por dos actores mayúsculos, los veteranos Allison Janney y Beau Bridges,
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Una historia estupenda, con una profundidad narrativa soberbia que representa muy bien el drama de estas parejas de conveniencia en las que hay amor, pero no puede haber sexo por razones poderosas.
Entre mis personajes preferidos está la cándida secretaria, con tanto amor a la ciencia, que interpreta Heléne Yorke.
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Aunque el gran descubrimiento de la serie es la impresionante Lizzy Caplan, de la que no me extraña se enamoren casi todos los hombres que por ahí circulan.
En estos episodios hay mucho feminismo emergente.
Un poco triste que muchos de los prejuicios sexuales que se rompieron con las investigaciones del doctor Masters sigan aún vigentes.