Tenemos cierta querencia hacia las series nórdicas.
Ninguna nos ha defraudado.
En estos diez episodios se nos plantea un caso policial.
Un cuerpo es encontrado en medio del puente-túnel de Øresund, justo en el límite entre Dinamarca y Suecia.
El caso es dirigido por un policía de cada país.
El criminal resulta ser un asesino en serie…
¿Qué ofrece de original Bron?
La trama está bien elaborada, pero para mí lo más interesante son los personajes y el ambiente.
Se nos presentan unos países grises, con edificios poco glamurosos, incluso hay un cierto interés por ofrecernos las partes más oscuras de la sociedad nórdica (mendigos, racismo, violencia policial…)
Siempre pensamos en estos países como los más avanzados, como los paraísos nórdicos y estas series se empeñan en presentarnos unas realidades bien diferentes.
Pero lo mejor de la serie son sus personajes protagonistas.
Él, Martin, el policía danés, de ética dudosa, mal marido, mal padre, pero tremendamente humano.
Ella, Saga, la policía sueca, marcada por un pasado y por una cicatriz que le rompe verticalmente los labios.
Padece síndrome de Asperger.
Incapaz de comprender el lenguaje no verbal, incapaz de sentir empatía, de entender la ironía.
No sujeta a los convencionalismos sociales.
Su falta de habilidades sociales se ve suplida por su perspicacia y su profesionalidad.
Saga se va contagiando durante la serie de la humanidad de Martin, su compañero, y va aprendiendo habilidades sociales, porque ella quiere ser mejor.
Muchas de las convenciones sociales no las comprende, pero cuando se las explica Martin parece que cobran forma.
Una serie estupenda.
Incluyo a Sofia Helin entre mis actrices favoritas y Saga Norén entre mis personajes preferidos.
En esta tercera temporada ya tenemos instalado a Francis Underwood (Kevin Spacey) en la Casa Blanca.
Pero las cosas no vienen rodadas. Todo son complicaciones.
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Por otro lado Doug Stamper (Michael Kelly) se recupera de la agresión que padeció en el último capítulo de la segunda temporada.
Para que os centréis éste es el lugarteniente de Underwood.
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Dos mujeres se convierten en enemigas.
Por un lado la Congresista Jackie Sharp (Molly Parker).
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Por otro la candidata Heather Dunbar (Elizabeth Marvel).
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Las cosas se le complican cuando sus relaciones con su ambiciosa esposa Claire Underwood (Robin Wright), se deterioran.
Me resulta asombroso que un personaje tan repulsivo como el presidente Francis Underwood me resulte tan atractivo.
Francis es calculador, malvado, soberbio, sin escrúpulos, sin lealtad, sin barreras morales. Un auténtico psicópata de la política.
Su ambición es desmedida. Todo por el poder. Y cuando digo todo, es todo.
Robin Wright interpreta a la Primera Dama, que por cierto ejerce de directora de alguno de los episodios, es gélida como la Antártida. Me da un poco de miedo.
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Curiosamente los discursos y los debates de los políticos que aparecen en la serie son muy interesantes y no aburren.
Posiblemente en esta serie no hay buenos. La bondad es una cualidad que escasea en la política norteamericana.
Es una serie soberbia. De diez.
Preparados para ver la cuarta temporada, pero antes vamos a retomar las series nórdica y nos disponemos a ver dos temporada de Bron (El puente).
Birgitte Nyborg (Sidse Babett Knudsen) regresa a la política danesa después de un tiempo en la actividad privada.
Al no ser elegida presidenta de su partido, funda uno nuevo (Los nuevos demócratas) para tener el máximo protagonismo.
Se relata los avatares en la formación de una nueva estructura política.
Sigue desarrollándose en tres ámbitos: el político, el familiar y el periodístico.
Los primeros episodios son bastante malos y dan ganas de abandonar la serie, pero a mitad de temporada cobra más vigor.
Se tratan temas interesantes que ayudan a soportar la trama central.
Se habla del maltrato animal, de la prostitución, de la enfermedad y de las maneras de enfrentarse a ellas, del adultero, del acoso laboral, del amarillismo en la prensa, de las traiciones políticas, de la ambición por el poder…
Un directivo joven y tontoelculo pretende cambiar los informativos de la TV1 danesa, en una especie de circo, estilo Sálvame de Luxe, todo para ganar audiencias.
Somete a Torben Friis (interpretado por Søren Malling), director de informativos, a un despiadado acoso.
Asistimos al derrumbe personal y laboral de este personaje en una subtrama que es muy interesante.
En el último episodio me quedo perplejo al observar como funciona la política danesa.
En la misma noche de las elecciones se realizan contactos entre los partidos para formar un nuevo gobierno. Dinamarca amanece con un recién elegido primer ministro.
¡Qué diferente es este país nuestro!
Tal vez, la temporada más floja.
Estaba deseando que acabara para ver la sexta temporada de Juego de tronos.
Borgen es una serie danesa con tres temporadas. La primera, que voy a comentar, consta de diez episodios.
Se trata de un drama político que relata el ascenso a la jefatura del gobierno danés de Birgitte Nyborg.
La serie se desarrolla en tres escenarios fundamentalmente.
El Palacio de Christiansborg, sede de los tres poderes del estado danés, conocido popularmente como Borgen.
La redacción de la TV1.
La casa familiar de Birgitte.
Osea hay política, periodismo y familia.
Estos diez episodios me han resultado muy interesantes, seductores incluso.
Hay cuestiones que me asombran dentro de esta ficción política, como la capacidad de negociación, el acceso inmediato de los medios a los gobernantes, la influencia de la prensa en las decisiones políticas, lo difícil que es mantenerse puro dentro de un mundo que invita a la corrupción, aunque sea a pequeña escala.
En el ámbito del periodismo: el enfrentamiento constante entre lo interesante y lo correcto.
Dentro de esta familia lo difícil que es, para esta presidenta, conciliar la vida laboral y familiar.
El esposo no se resigna ocupar un puesto de secundario. Si el presidente hubiera sido él, la esposa hubiera aguantado sumisa la situación.
Es una serie muy recomendable, especialmente para los políticos españoles.
Aquí se forma gobierno contando con varios partidos y las negociaciones son interesantes, pero caminan hacia el éxito.
Respecto a los personajes…
Birgitte Nyborg es interpretada por Sidse Babett Knudsen, que demuestra su habilidad política para la negociación, pero que ve naufragar a su familia.
Es llamativo como el poder se va apoderando de ella y la va transformando poco a poco en una persona más dura.
Los ideales, las buenas intenciones se van apartando lentamente para que mantenerse en el poder sea lo único importante, dejando atrás amigos, ministros y maridos.
Esta mujer ejerce una extraña fascinación en mí. No la adoro, ni la detesto, simplemente la comprendo.
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Kasper Juul, interpretado por Pilou Asbæk, es el Jefe de prensa de la Primera Ministra.
Un hombre con una infancia penosa, que carece de escrúpulos, con un ligero complejo de superioridad.
Resulta admirable y despreciable al mismo tiempo. Inteligente y astuto.
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Katrine Fønsmark, a la que da vida Birgitte Hjort Sørensen, es la ambiciosa periodista de TV1.
Antepone su trabajo a todo y da prioridad a la información veraz.
Con un dudoso gusto al vestir, es envidiada por sus compañeros y mantiene diferencias de criterio con su jefe.
Es una especie de Letizia Ortiz.
Sus relaciones sentimentales no suelen terminar bien.
Tal vez sea el personaje más ético.
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Hay muchos más personajes secundarios, pero importantes, como los hijos y el esposo de Birgitte Nyborg, o el Ministro de Economía amigo y consejero de la jefa de gobierno, o los otros políticos.
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Una serie estupenda que discurre sin grandes estridencias, sin grandes momentos, pero que representa de manera maravillosa la vida, sus dificultades y sus aciertos y que tiene de fondo la alargada sombra del poder que lo domina todo.
Si algo hemos aprendido a lo largo de todos los episodios de The Wire es que nadie es bueno o malo íntegramente.
Esta quinta temporada está dedicada a la Mentira.
Porque esta cualidad está instalada en la ciudad de Baltimore como paradigma de la sociedad norteamericana.
Cuando se habla de verdad y mentira no se puede olvidar a la prensa.
David Simon nos enseña como es la redacción de un periódico y nos enfrenta dos tipos de periodismo.
Uno en el que se defiende ese viejo dicho de: “no dejes que la verdad estropee una buena noticia“.
Y otro basado en la rigurosidad del relato, en la comprobación de los hechos.
El objetivo es vender periódicos. ¿Está justificado todo para obtener este fin?
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Esta misma pregunta nos la podemos hacer cuando los detectives James ‘Jimmy’ McNulty y Lester Freamon deciden inventarse un asesino en serie para conseguir fondos para detener a Marlo “Black” Stanfield el asesino de las Casas Vacías.
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Mientras la vida y la muerte se sucede en las esquinas de la ciudad.
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Omar Little continua su peculiar cruzada contra los narcos.
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Bubbles lucha por rehabilitarse y olvidar su pasado.
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El Alcalde Carcetti deja atrás sus sueños de honradez. Todo vale para llegar a Gobernador del Estado.
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El Senador Clayton Davis, paradogma del político corrupto, sale indemne de las acusaciones echando mano de todo el asqueroso populismo que se pueda imaginar.
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Podríamos hablar también de los trapicheos de jueces y abogados, en un todo vale para prosperar.
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La vida continua en Baltimore, en los USA y posiblemente en el mundo impregnada de mentira.
Sigo con Elena, en el salón de mi casa, esta serie.
Conforme avanza se va convirtiendo en diseccionadora de la realidad norteamericana.
En esta temporada nos muestra nuevos escenarios y los ya conocidos.
Las calles de Baltimore siguen siendo protagonistas con sus “esquinas” donde se vende y compra la droga y donde la vida no vale nada.
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A la policía se le acumulan los cadáveres en las calles de la ciudad y en las casas abandonadas con muy escasos resultados prácticos.
La Brigada de crímenes especiales se disuelve y cada uno de sus componentes ocupa puestos diferentes.
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El detective James ‘Jimmy’ McNulty parece que encuentra la armonía en su vida patrullando por las calles y con su pareja (la maravillosa oficial Beatrice ‘Beadie’ Russell interpretada por Amy Ryan).
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En esta temporada ocupan un lugar importante las escuelas de la ciudad y la experiencia de inserción que realiza el expolicía Ervin H. Burrell.
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Un personaje que cobra protagonismo es el indigente Reginald ‘Bubbles’ Cousins.
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El otro gran escenario es el de la política municipal con el Concejal Thomas ‘Tommy’ Carcetti, interpretado por Aidan Gillen (Meñique en Juego de tronos).
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Estos escenarios que se nos presentan componen un fresco realista y macabro de la sociedad norteamericana.
La dura realidad alejada de la gente guapa y de los barrios residenciales de Mujeres Desesperadas o del glamour neoyorkino de Sexo en Nueva York.
El desarrollo de la trama tiene varios escenarios.
Las calles de Baltimore con los personajes ya conocidos, Avon Barksdale y Russell ‘Stringer’ Bell, y otros que van ocupando más protagonismo como el malvado Marlo Stanfield.
Ocupa un lugar destacado el ladrón de narcotraficantes Omar Little. Un personaje que venero.
Por otro lado la Brigada de homicidios de la ciudad y la Unidad de Crímenes especiales donde se realizan las escuchas.
Pero en esta temporada irrumpe con fuerza la cúspide de la policía de Baltimore y el Comandante Howard ‘Bunny’ Colvin con su experiencia de apartar de las esquinas habitadas el tráfico de drogas.
Otro nuevo escenario es el de los políticos con su alcalde corrupto y el concejal Thomas ‘Tommy’ Carcetti, interpretado por Aidan Gillen, el maquiavélico Meñique de Juego de tronos.
El Detective James ‘Jimmy’ McNulty sigue operando por libre y sumergiéndose en una espiral autodestructiva de alcohol y desobediencia, aunque al final parece encontrar el camino.
Los personajes ya conocidos se entremezclan entre los nuevos, todos bien definidos y bien dibujados, exigiendo un esfuerzo al espectador que si lo realiza no se va haber defraudado.
Porque el resultado es muy brillante.
Hay realismo y verdad en cada episodio y en cada secuencia.
Pero además hay emoción y una trama que te engancha, que te impide dejar de verla y te exige más y más atención, y la prestas porque lo que da a cambio es muy grande.
Esa impresión de que no te están engañando, que te están contando la verdad te emociona y te entristece.
En The Wire hay intriga, crimen, corrupción todo sabiamente dosificado para que sientas que estás delante de una de las grandes series de la historia de la televisión.
En este tiempo ha aumentado su popularidad gracias a que líderes mundiales las consideran de las mejores. Es el caso de Barack Obama y Pablo Iglesias.
En esta segunda temporada el Coronel jefe de homicidios de la ciudad de Baltimor tiene una cuestión personal con el jefe del sindicato de estibadores, Frank Sobotka.
Encarga a un grupo de policías que investiguen sus presuntos asuntos sucios.
Se vuelve a formar el grupo que dirigía el Teniente Cedric Daniels, incluyendo al autodestructivo Detective James ‘Jimmy’ McNulty.
Otro de los escenarios son las calles de los suburbios de la ciudad norteamericana con sus líos de drogas y la lucha por conseguir el mercado de estas sustancias ilegales.
Además la Brigada de homicidios tiene que investigar el asesinato de unas mujeres que eran trasladadas en un contenedor para ejercer la prostitución.
Avon Barksdale el narcotraficante condenado en la primera temporada pasa su pena en prisión y desde ahí intenta controlar su negocio.
La peli está contada desde diferentes puntos de vista y en estos diversos escenarios.
Seguimos el duro trabajo policial y nos introducimos ocasionalmente en las vidas de estos servidores de la ley.
Como fondo está el decorado de una ciudad corrompida con marginalidad, drogas, delincuencia, paro y pobreza.
Tiene un claro carácter desmitificador tanto de los delincuentes como de los policías.
La detective Sarah Lund abandona su rutinario trabajo de inspectora de aduanas cuando es requerida para resolver un caso complicado por la muerte de una abogada…
La segunda temporada nos ofrece más de lo mismo, sin que esto sea en absoluto negativo.
La historia menos enrevesada que en la primera temporada nos lleva por la investigación de la inspectora y por los despachos del Ministro de Justicia, un joven recién llegado que al igual que Sarah Lund intenta, a toda costa, encontrar la verdad.
Se nos muestra una Dinamarca oscura y decadente, con un aspecto alejado del paraíso nórdico que se suele idealizar en estas zonas del sur.
Pero el gran atractivo de la serie es el personaje de Sarah Lund. Mujer impenetrable, independiente, arisca que emplea tanto el pensamiento deductivo como la intuición como armas de investigación. Pero el rasgo más característico es su tenacidad en busca de la verdad, una verdad que se ofrece esquiva y difícil de encontrar.
El que no quiera spoilers debe dejar de leer.
Cuando Sarah parece que puede establecer una relación descubre que es imposible, que ha sido utilizada. Esa escena final es desosalora. Sarah resuelve el caso, pero queda en soledad.
De resaltar que en las dos temporadas los políticos llegan a una componenda al final, dejando atrás la ética. Lund nunca accedería.
El atractivo poderoso de esta mujer radica en su obstinación y en su hermetismo.
La trama de crímenes en Afganistán y la consideración de secreto de estado invita a la reflexión. La verdad se esconde en los despachos de los ministros.
En esta segunda temporada se alarga la historia carcelaria de Piper Chapman (Taylor Schiling).
Su trama, tal vez, va perdiendo interés para que ganen más protagonismo las subtramas de las demás compañeras de prisión.
En la mayoría de los episodios se insertan flashback (analepsis en castellano) que nos permiten conocer a personajes secundarios y comprenderlos mejor.
Jason Biggs, un actor con aspecto de tontaco, sigue confirmando que no es muy listo. Su ruptura con Chapman contribuye a hacer más caótica su existencia.
Se reflejan bien en la serie las luchas de poder dentro de la prisión tanto entre presas como entre los funcionarios.
La segunda temporada mantiene el buen nivel de una serie divertida que combina bien tragedia y comedia, mezcla que la hace bastante atractiva.
He oído comentarios muy elogiosos, sobre todo en radio.
Ha ganado premios Emmys, Globos de Oro y BAFTA como para rellenar todas las paredes de mi casa.
De qué va.
Una empresa de publicidad en el Nueva York de los sesenta. Relata las mezquindades de los publicistas.
Ahí no paran de fumar, ni de beber. Se fornica bastante.
Cómo son los personajes.
Don Draper es un creativo con un pasado turbio que quiere olvidar y enterrar.
Debe ser guapo e interesante porque liga una barbaridad.
Su esposa es una deidad, pero él no le hace mucho caso y está francamente insatisfecha.
Peggy Olson es una secretaria que debido a su instinto creativo consigue ascender el escalón insalvable de chica que escribe a máquina y pone cafés a codearse con el resto de publicistas. Con una historia personal que la hace ciertamente despreciable.
En Mad Men no hay buenas personas. Hay envidias, recelos, crueldades.
Esa oficina es una guarida de buitres.
Cómo avanza la historia.
Lo bueno de las series es que te puedes tomar tiempo en presentar los personajes, desarrollarlos, complicar la trama y aumentar el interés.
El argumento combina las vidas profesionales y familiares de los principales personajes. Dosificando bien la información y dibujando con trazo fino una historia sólida.
Pero mi preferida es Elisabeth Moss, haciendo de muchacha no muy agraciada (Peggy Olson) que sacrifica su vida personal para triunfar en la empresa. Se abre camino en un mundo profundamente machista y reaccionario y destaca no por su belleza sino por sus cualidades.
Qué me ha parecido.
No estoy deslumbrado como con otras series de las que soy devoto como The Walking Dead, Juego de Tronos o Breaking Bad (por mencionar tres recientes), pero me ha interesado moderadamente.
A Elena también le ha bebido de gustar porque ha querido seguir viendo el resto de temporadas.