Diálogos brillantes, con exposiciones interesantes y debates morales de máximo interés.
Plantea una cuestión casi filosófica. Si tu hijo ha hecho un acto execrable, ¿qué debemos hacer?
¿Ocultarlo e intentar olvidar? o ¿afrontar las consecuencias y procurar aprender de ello?
Hay una postura práctica y otra ética. ¿Cuál será la mejor para nuestro hijo?
¿Se puede amar a un individuo capaz de regodearse ante la muerte de un ser humano?
La peli toma partido, como es lógico, presentado lo deleznable que resulta siempre culpabilizar a la víctima.
Un asunto de tanto calado se nos muestra con un aspecto muy teatral, con unos actores que parecen estar más en un escenario que delante de una cámara.
La voz en off de la locura de un irreconocible Steve Coogan, es axfixiante e irritante, pero refleja bien cómo se debe sentir el personaje preso de sus pensamientos parásitos y paranoides.
En todo el metraje no paramos de oír el blablablá de los personajes, que termina siendo insufrible.
Aún así me ha gustado, por las cuestiones que plantea.
Me olvidaba. Detesto los restaurantes con nombres largos en la carta y pequeños en el plato.
Estoy sometido a cierta presión para ver series españolas.
Me resisto todo lo que puedo. Con ésta había recibido opiniones muy favorables.
Lo cierto es que el resultado suele ser decepcionante.
La casa de papel es un intento esforzado para crear un producto atractivo.
Intenta combinar los elementos clásicos para gustar al espectador: intriga, drama, cierta dosis de acción, sexo y notas de humor.
Se recrea en la construcción de los personajes que, sin embargo, parecen estereotipos.
La idea original es muy atrayente, pero su desarrollo resulta excesivamente alargado, habiendo muchos tramos que son de relleno que no aportan nada a la evolución de la historia.
Hay unos agujeros de guión tremendos que inhabilitan la credibilidad del argumento.
La monina (no llega a guapa) Úrsula Corberó es la narradora omnisciente de la serie, su voz en off resulta absolutamente inadecuada y cansina.
Esta chica sale manteniendo relaciones sexuales en varios de los primeros capítulos, tal vez, para intentar dar un plus de entretenimiento a la audiencia.
El personaje que más atractivo me ha parecido es la inspectora Raquel Murillo, interpretada por la encantadora y muy competente Itziar Ituño, que se esfuerza en un mundo testosterónico por demostrar su competencia. Su vida personal y su subtrama resultan de lo más estimulante.
Destaco también a la racial y potente Alba Flores, merecedora de ser la protagonista. Úrsula a su lado parece una sosita.
Paco Tous tan competente como siempre.
La primera temporada se deja ver, pero la segunda es penosa.
El final grotesco, de risotada.
Ya sé que algún patriota de las series ibéricas se va a enfadar, pero que le vamos a hacer.
Una mañana de Septiembre en un encierro de campo en Chiloeches se nos ocurrió hacer un vídeo de entrevistas y paisajes de festejos taurinos.
Durante ese mes fui grabando con mi móvil.
Luego lo monté con un programa casero.
El resultado era penoso técnicamente, especialmente el sonido.
Recurrí a mi colaborador habitual, Diego Gismero, para que me lo arreglara. Hizo lo que pudo, que fue bastante.
La idea era que lo vieran los protagonistas y algún amigo.
En YouTube tiene poco más de 300 visualizaciones.
Perdí muy poco tiempo en montarlo y en realizar los créditos. No era un trabajo fino.
No sé quien fue, pero algún amigo me sugirió que lo presentara a la Muestra Alcarreña de Cortometrajes.
El último día lo envié, sin esperanza que lo eligieran.
Pero me lo seleccionaron.
No lo había vuelto a ver desde su edición.
Me sentí orgulloso, pero algo temeroso.
Lo comenté con Alberto Sanz, presidente del Cine Club Alcarreño, me dijo que había sido una decisión difícil.
El corto no es una apología de la tauromaquia, pero sí reúne a aficionados al mundo de los toros.
Cuando salimos de casa Elena y yo para ir al Teatro Moderno le dije que íbamos a territorio hostil, con mayoría de antitaurinos.
Nos acompañan protagonistas del vídeo, nuestros amigos Lourdes, Sonia, Azucena, Willy y Rodrigo, todo un honor y una responsabilidad.
Mi amigo Daniel también me apoya sentándose a mi lado.
Salgo a presentarlo y no lo hago mal, al menos soy breve.
Cuando lo veo en pantalla grande me sorprende la buena calidad de la imagen y la mala del sonido, pero casi todas las entrevistas se entienden, que ya es mucho.
Se oyen gritos en contra y silbidos.
Elena alza la voz pidiendo respeto a la tolerancia.
Los descontentos no encuentran un apoyo mayoritario, algún tibio aplauso los acalla. Supongo que terminan saliendo de la sala.
Esperaba algo así y no me molesta. La polémica es buena y el derecho al pataleo legítimo.
Pero me siento abochornado al ver mi corto.
Resulta un coñazo. Demasiado largo, excesivamente reiterativo.
Alguien grita: ¿esto cuando termina?
Yo también deseo que acabe.
Menos mal que quedaba poco.
Al verlo en pantalla grande me he convencido que es una mierda. Un producto infumable que solo puede gustar a los protagonistas y los amigos incondicionales.
No es digno de ser visto en un cine.
Como vídeo casero pase, pero como elemento cinematográfico en absoluto.
Fue un error enviarlo a la MAC.
Tal vez se vieron obligados a programarlo, sabiendo que crearía polémica entre los antitaurinos y que carecía de valor fílmico.
De todo esto he aprendido que para exhibir un corto hay que currárselo más, cuidar más la edición y los detalles.
En YouTube puede valer todo, pero en la gran pantalla hay que aportar unos mínimos que mi engendro no tenía.
Pido perdón a los amigos que compartieron esa proyección, a los miembros de la MAC por haberlo presentado y sobre todo al público que tuvo que aguantar 17 minutos de tortura insoportable.
Agradezco infinitamente a los que terminada la proyección aplaudieron, supongo que por costumbre y por compromiso.
La intención era hacer un homenaje a los amigos con los que comparto el verano prestando asistencia sanitaria en festejos taurinos. No se merecían una obra cinematográfica de tan baja estopa. Son magníficos y tienen derecho a algo mejor.
En 2012 vi Tenemos que hablar de Kevin una peli de la dierectora Lynne Ramsay que me marcó. Extraordinaria y terrible.
Lo mismo podría decir de la que nos ocupa.
Joaquin Phoenix da vida a un sicario que a golpe de martillo se termina convirtiendo en justiciero.
Es un individuo atormentado. Su infancia y su vida en el ejército le marcaron para siempre. Sus recuerdos, sus pesadillas le invaden y le impiden ser feliz.
Todo contado con los recursos necesarios, pero mínimos.
Pocos diálogos, dando preferencia a lo visual.
Se trata del cine que a mí me gusta, el que me apasiona.
Cine independiente americano emparentado con el polar francés.
Se llevó la Biznaga de Plata a la mejor peli y mejor dirección en Zonacine en la vigésima edición del Festival de Málaga.
Júlia se va de erasmus a Berlín.
Todo son dificultades.
Su novio (gilipollas) no la apoya.
No está a gusto con sus compañeras de piso.
En clase los profesores no se lo ponen fácil.
Se siente sola, desubicada.
Cuando hablamos de erasmus todos pensamos en juerga, fiestas y desparrame, pero la vida es dura fuera de casa.
De esto nos habla Elena Martín, de una manera naturalista, sencilla y sincera.
Ella se dirige a sí misma componiendo un personaje bien construido, con una capacidad expresiva maravillosa, con una mirada sabe trasmitir su situación anímica.
Ella es el gran valor de esta peli.
Elena Martín me parece maravillosa.
Cuando terminamos de verla fui el único al que le había gustado.
El resto de amigos y compañeros del Cine Club Alcarreño la denostaban cruelmente.
Menos mal que al día siguiente Alberto Sanz, presidente del Cine Club, también la defendía.
Lo bueno del cine y del arte en general es que se establece una relación entre la obra artística y el espectador. Esa relación es siempre individual e intransferible.
Tal vez parecería más inteligente si pusiera a parir esta octava o novena entrega de la Saga Galáctica.
Podría sacar mil defectos a la trama.
Meterme en cuestiones de física para aniquilar escenas.
Podría decir que copia de El Imperio contrataca.
Afirmar que es más de lo mismo.
Pero no lo voy a hacer.
Sencillamente porque me ha gustado mucho.
Me he divertido y me ha dado lo que esperaba.
De este nuevo episodio me gusta todo.
El personaje de Rey, una maravillosa Daisy Ridley, que a pesar de su inexperiencia y juventud tiene claros sus objetivos. Deseosa de tener unos ancestros de postín tiene que enfrentarse a la cruda realidad.
Me gusta Kylo Ren (Adam Driver) un malo predestinado a serlo. Sin perdón.
Finn (John Boyega) que empieza a dejar de ser un pringado. Valiente, bueno, pero poco astuto.
Me gusta también Poe Dameron (Oscar Isaac), un rebelde con causa.
Me entusiasma Leia Organa (Carrie Fisher), con ese carisma aplastante. Lamento que la vida se la haya llevado aunque con ella no han podido las armas de La Primera Orden.
Me gusta la intervención de la hija de Carrie (Billie Lourd).
Me impresiona ese Luke Skywalker/Mark Hamill que reflexiona sobre La Fuerza y la orden Jedi. Un hombre fracasado que se dejó tentar por el reverso tenebroso y malvive como un ermitaño intentando no volver a meter la pata.
Me gusta la historia de este episodio. La narración de un fracaso y de la resistencia ante las peores circunstancias.
Me gustan los muñecajos nuevos. Que servirán para llenar las estanterías de las jugueterías y las de mi habitación. Porque no me importa caer en la trampa del merchandising.
Me gusta Snoke y que sea interpretado por Andy Serkis, es malo, es feo y no es un holograma.
Me gusta lo atractiva que es visualmente esta peli, con esa pelea con los caballeros de rojo y ese desierto de sal boliviano que se tiñe de púrpura al paso de las naves.
Me gusta ese final con la resistencia metida en el Halcón Milenario, diezmada y exhausta de tanto huir, pero con esperanza.
Me gusta esta peli y todas las anteriores, incluso La amenaza fantasma.
Deseo que tenga todas las navidades el regalo de una nueva peli de La Guerra de las Galaxias.
Efectivamente se trata de dos pelis paralelas con discursos parecidos, con semejanzas en la manera de contar la historia.
Productos navideños de consumo familiar sin pretensiones alejados de la órbita cultureta de la crítica.
Hicimos Ricard, Diego y yo una sesión doble con estos dos productos y me lo pasé fenomenal.
Las pelis con protagonistas femeninas me encantan.
Las tres madres y las tres abuelas son maravillosas y componen un mosaico de diferentes prototipos de mujeres en sus relaciones familiares.
Le sobran edulcorantes artificiales al final del metraje, pero aún así me ha complacido.
Las dos pelis terminan con el viaje de los más mayores a un determinado sitio de los USA. Se podrían juntar y hacer una secuela común. Se podría llamar El gran desmadre de padres y madres malos por desigual en Las Vegas.
Creo que la vi por primera vez en un Cine Club de un colegio mayor en Zaragoza, pero no lo recuerdo.
La vuelvo a ver en una calidad pésima en YouTube, pero aún así ejerce un poder de atracción brutal.
Desde el principio del visionado me encontré mal.
Con ese malestar que produce un alimento en mal estado, o un viaje en barco, para mí que padezco vértigo periférico.
Esa desagradable sensación se fue acrecentando hasta que llegó un momento que tuve que dejar de verla.
Al día siguiente reanudé su visionado y me pasó lo mismo.
Estos tres “ejecutores de sentencia” comen y beben mientras comentan anécdotas de los que han ido “ajusticiando” a lo largo de su vida como “funcionarios”.
Me impresiona su frialdad afectiva, la falta absoluta de remordimientos, la ausencia de cualquier atisbo de culpa o de pesar.
Unos psicópatas ignorantes y patanes.
Pero en algo tienen razón.
Ellos ejecutaban la sentencia, pero más responsables eran los jueces y fiscales y las propias leyes que admitían la muerte como castigo.
Martín Patino nos sumerge también en la crónica negra de una época, relatando crímenes abominables, generalmente realizados por personas incultas, de muy baja extracción social.
El relato espeluznante de una época.
Veo esta peli porque la comentamos en el Taller de Cine de Azuqueca de Henares en relación con la próxima peli que podremos disfrutar en pantalla grane, El verdugode Berlanga.
Julita es una octogenaria, la matriarca de una familia con muchos hijos que tuvo un mono y que perdió un castillo.
Todo el documental gira en torno a ella con su fuerte personalidad.
Es también el relato de una familia con una especie de Síndrome de Diógenes colectivo, donde el único cabal es el marido de Julita que acepta la idea de desprenderse de cosas inútiles.
El resto de la familia acata con resignación o prestando apoyo la idea de conservarlo todo como reflejo de la nostalgia de otros tiempos.
No puedo evitar recordar a mi madre. Una mujer de fuerte carácter que siempre quiso ser el centro de todas las atenciones.
En cambio mi Clarita no era tan colaboradora a la hora de ponerse delante de la cámara como Julita.
A mi madre había que pillarla en buen momento.
Tan solo conseguí de ella que comentara algunas pelis míticas en su vida.
No puedo evitar que las distopías o ucronías me entusiasmen.
Las pelis de nazis siempre me han atraído.
La combinación de estas dos cuestiones está claro que me tenía que encantar.
La idea de un mundo dominado por alemanes y japoneses que han ganado la Segunda Guerra Mundial es estupenda.
La presentación de esta realidad alternativa es muy atractiva.
Solo la ambientación y la descripción de estas sociedades ya tienen máximo interés.
Eso es lo que mejor funciona en la serie.
Pero también ruedan bien las intrigas de “alta política”.
Los personajes están bien construidos en ese ámbito.
Lo que peor funciona son las cuestiones de la Resistencia, con personajes más simples y con una protagonista Juliana Crane que se pasa todo el metraje lloriqueando, sin terminar de definirse, que no se mueve por fines patrióticos sino sentimentales.
He deseado que se la cargaran, de hecho nadie la quiere, pero no hay manera.
El toque fantástico, le da un atractivo aumentado. Confunde y despista, pero hipnotiza.
El macguffin es claramente las cintas, que no entiendo, ni entenderé supongo, pero que es chulo.
El final de la segunda temporada es apoteósico.
Un final que podría ser un perfecto colofón, pero supongo que habrá tercera temporada.
No recuerdo mi primera vez, pero estoy seguro que me partí de risa.
Cuando era niño y adolescente agradecía mucho el humor.
Cualquier cosa cómica me gustaba.
Tal vez, el vivir un país en (un poco) blanco y (mucho) negro influía.
La peli se tolera porque dura poco más de ochenta minutos.
Pero a mí me satura.
No deja de ser una sucesión de sketches y gags, la mayoría muy divertidos, pero sin una narración que mantenga el interés.
La peli se sostiene solo por las continuas bromas, pero en absoluto porque la trama sea interesante o se cree en el espectador cierta espectación por lo que va a ocurrir.
Te ríes, pero la olvidas.
De hecho recordaba alguna escena especialmente graciosa, pero no sabía muy bien de que iba la peli.
El éxito de Toma el dinero y corre sirvió para que Allen haya seguido rodando durante casi cincuenta años sus películas.
Bienvenida sea.
Es ideal para salir del cine y volverte a reír recordando algunos de los chistes.
Curiosidades:
Estreno modesto:
La película fue finalmente estrenada en una pequeña sala en Manhattan llamada Playhouse.
Debido al éxito del film la gente comenzó a acudir en masa superándose el récord de entradas de la sala.
.
.
.
Falso documental:
La película sigue un estilo documental.
Woody Allen comentó lo siguiente sobre el uso de este estilo en una entrevista con Richard Schickel:
Toma el dinero y corre era un pseudo-documental.
La idea de hacer un documental, cosa que, finalmente, perfeccioné con Zelig me acompañaba desde el día que empecé a hacer películas.
Pensaba que era un vehículo ideal para hacer comedia, sobre todo porque el documental es un formato muy serio, de tal manera que uno se ve obligado a trabajar dentro de unos parámetros muy fijos donde cualquier cosa, por pequeña que sea, hecha con la intención de romper la seriedad se convierte inmediatamente en algo divertido.
.
.
.
San Francisco:
La película fue grabada en San Francisco a diferencia del Nueva York de las siguientes películas del director.
Incluso en una escena sale el famoso restaurante Ernie’s en que se rodó una escena de Vértigo de Alfred Hitchcock.
La prisión que aparece en la película es la de San Quentin.
.
.
.
.
Mickey Rose:
Allen co-escribió la película con Mickey Rose, un antiguo compañero de instituto, tardaron tres semanas y según palabras del director, “el objetivo de la película era provocar la risa durante todo el metraje“.
.
.
.
Ralph Rosenblum:
El primer montaje de Woody Allen se consideró decididamente poco gracioso.
Los productores Jack Rollins y Charles H. Joffe lo convencieron para reunirse con el editor principal Ralph Rosenblum para ver qué se podía salvar.
Lo primero que hizo Rosenblum fue cortar el sangriento final, luego reestructuró la película por completo, y en general reforzó la narración suelta de Allen.
Este esfuerzo transformó la película terminada en un clásico de comedia.
Rosenblum posteriormente se convirtió en el editor elegido de Allen en la mayoría de sus siguientes películas, incluyendo Bananas(1971), El dormilón (1973), La última noche de Boris Grushenko (1975) y Annie Hall (1977).
.
.
.
San Quentin:
A cien prisioneros de San Quentin se les pagó una pequeña tarifa para trabajar en la película durante las secuencias de la prisión.
El elenco y el equipo regular fueron sellados cada día con una tinta especial que brillaba bajo luz ultravioleta para que los guardias pudieran decir a quién se les permitía abandonar el recinto de la prisión al final del día.
.
.
.
Fecha de nacimiento:
Virgil Starkwell nació el 1 de diciembre de 1935.
Esta es la fecha real de nacimiento de Woody Allen.
.
.
.
Dillinger:
El inepto intento de Virgil de escapar de la prisión sacando una pistola de jabón teñida de negro con betún se basa libremente en la famosa fuga del ladrón de bancos John Dillinger en la cárcel de Indiana, Crown Point, usando una pistola de madera ennegrecida con betún.
En un paralelo interesante, en la película Dillinger (1973) dirigida por John Milius y protagonizada por Warren Oates como John Dillinger, se le muestra usando una pastilla de jabón en lugar de una pieza de madera.
.
.
.
.
Bandas de escuela:
El “Spring Street Settlement House Marching Band“, con la que Woody Allen intenta tocar el chelo en una escena, fue realmente la banda de marcha de Tamalpais High School en Mill Valley, California, justo al norte de San Francisco.
La banda había recibido una invitación para actuar en Disneyland en un festival de bandas de la escuela secundaria y la tarifa que recibieron de la película les ayudó a pagar su viaje.
.
.
.
Julius Epstein:
El nombre del psiquiatra es Dr. Julius Epstein.
Se trata muy probablemente un homenaje al guionista Julius J. Epstein, quien es más conocido por ganar un Oscar por su guión Casablanca (1942).
.
.
.
Nervioso:
Más tarde, Woody Allen dijo que no estaba nervioso por su primer día, pero estaba tan emocionado por filmar en la prisión de San Quentin que se cortó la nariz afeitándose esa mañana.
El contratiempo se puede ver en la escena de la prisión en la película.
Él y su equipo encontraron que los reclusos eran muy amables y cooperativos.
Las autoridades de la prisión también acogieron con entusiasmo la producción, pero emitieron una advertencia: el reparto y el equipo técnico debían estar siempre acompañados por guardias y, si eran tomados como rehenes, no se abrirían las puertas para asegurar su liberación.
.
.
.
Lewis:
Esta fue la primera película que dirigió Woody Allen.
Su falta inicial de confianza lo llevó inicialmente a pedirle a Jerry Lewis que dirigiera la película, pero Lewis estaba ocupado con su propio trabajo.
.
.
.
Final triste:
Al principio, Woody Allen filmó un final deprimente en el que era asesinado a tiros, cortesía de los efectos especiales de AD Flowers.
El editor de Allen, Ralph Rosenblum (cuyo primer trabajo con Allen fue éste), lo convenció de ir por un final más ligero.
.
.
.
Mejor tiempo en San Francisco:
Filmado durante 10 semanas en el área de San Francisco.
Woody Allen bromeó diciendo que era un mejor lugar para pasar el verano que Cleveland, pero, en realidad, sabía que la ciudad era lo suficientemente compacta como para permitirle a él y a su equipo completar 87 escenas en 50 días.
Su equipo de filmación sabía que un calendario tan desalentador era más adecuado para la industria de la televisión, donde trabajar hasta las 10 u 11 de la noche era algo habitual.
Pero Allen completó la película sin trabajar hasta tarde, y varias veces terminó el rodaje a las 4 en punto.
.
.
.
Tres funciones:
La primera vez que Woody Allen realizó la triple tarea de escribir, dirigir y actuar en una película.
.
.
.
Reescritura rápida:
Ralph Rosenblum hizo que Woody Allen escribiera nuevas escenas de narración y voz en off para ayudar a unir las piezas dispares.
Allen mostró una habilidad virtuosa para ir a una esquina y sacar nuevas páginas en un santiamén que encajaban perfectamente con las sugerencias de Rosenblum.
.
.
.
Cinemobile:
Fouad Said, el director de fotografía original de la película, que fue reemplazado unas semanas después de la producción, había inventado recientemente el Cinemobile para Yo soy espía(1965), un vehículo que facilita el transporte de equipos en rodajes de ubicación.
Al usar este dispositivo, Allen pudo filmar hasta en seis lugares por día, tres veces lo habitual para una unidad de filmación de Hollywood en ese momento.
Como resultado, redujo el presupuesto en casi medio millón de dólares y acortó el rodaje en una semana.
.
.
.
Casino Royale:
La decisión de Woody Allen de convertirse en su propio director fue parcialmente estimulada por el caótico y descontrolado rodaje de Casino Royale(1967), en el que apareció dos años antes.
.
.
.
Falsa peli verdaderos productores:
La película que Virgil muestra a su pandilla (“Trout Fishing in Quebec“) aparece como una producción de Rollings and Joffe, los productores de la vida real de Woody Allen.
.
.
.
Palomar Pictures:
El contrato que Woody Allen tuvo con Palomar Pictures le dio carta blanca para hacer lo que quería con esta película, incluido el corte final, estableciendo el precedente de cómo trabaja hasta el día de hoy.
“Nunca me molestaron”, dijo.
“Fue una experiencia muy agradable. Y desde ese día nunca tuve ningún problema en el cine desde el punto de vista de la interferencia de ninguna manera”.
.
.
.
Arthur Penn:
Como director neófito, Woody Allen admitió que había buscado muy poca ayuda de cineastas más experimentados.
“Nunca se me ocurrió por un segundo que no sabría qué hacer“, dijo, y dejó que la visión de la película en su cabeza guiara cómo hacerlo.
Almorzó con Arthur Penn, quien le impartió cierta información técnica (como el proceso de corrección de color de las tomas) y algunos detalles logísticos, pero de lo contrario, simplemente se sumergió.
.
.
.
Improvisar:
Woody Allen animó a su elenco a improvisar, a menudo filmando hasta tres gags improvisados para cada escena.
.
.
.
Muchas tomas:
Woody Allen rodó innumerables tomas e imprimió la mayoría de ellas porque en su inexperiencia asumió que un buen director debe hacer muchas tomas y protegerse con cobertura desde todos los ángulos.
Continuó la práctica en sus primeras películas, pero luego se ganó la confianza para hacer lo que le parecía más apropiado: largas tomas, con poca o ninguna cobertura y muy pocas repeticiones.
.
.
Material eliminado:
Una de las primeras cosas que Ralph Rosenblum hizo fue pedir ver todo el material que se había cortado.
Descubrió que Woody Allen había eliminado muchas de sus partes más divertidas.
También reorganizó la película.
Debido a que estaba muy poco estructurado de todos modos, con muchos diálogos visuales dispersos, fue libre de usar el estilo documental para cambiar el orden y el ritmo de la película para lograr un mejor efecto.
Él dividió las entrevistas con los padres de Virgil en varios segmentos a los que podría volver para tener algo que separar, un puente entre otras secuencias.
.
.
.
Música nueva:
Ralph Rosenblum descubrió que Woody Allen había puesto música melancólica detrás de algunas de las escenas para enfatizar la triste vida de su personaje.
Rosenblum sustituyó la música por una nueva y optimista -una pieza de ragtime de Eubie Blake aquí, una bossa nova allí- para mostrarle a Allen la mejora, y le ofreció el consejo de cortar siempre con música, incluso antes de que se completara la escena.
Este aspecto de la imagen también fue ayudado tremendamente por el compositor Marvin Hamlisch, un antiguo pianista de ensayo nuevo en el negocio que sorprendió a todos con su capacidad para realizar sugerencias y componer la música adecuada en prácticamente cualquier estilo en un período de tiempo sorprendentemente corto.
.
.
.
Cuidado con Hamlisch:
A pesar de su satisfacción con el trabajo del compositor Marvin Hamlisch, todos se volvieron un poco locos por su personalidad.
Llamaba constantemente, obsesivo y nervioso, queriendo discutir el puntaje, rogándole a la gente que escuchara lo que había escrito inmediatamente.
A veces incluso insistía en que escucharan por teléfono, cuestionaba qué instrumentos preferían oír tocar y pedía que se ampliaran las escenas para acomodar los temas que había creado.
En una sesión de grabación para la secuencia principal del título, una balada original con la que Hamlisch estaba particularmente complacido, Allen escuchó impasible, se encogió de hombros y preguntó:
“¿Qué fue eso?”
El compositor estaba tan devastado que cuando Allen salió de la habitación, se acostó en el suelo del estudio y lloró.
.
.
.
Elegir el personal:
La mayoría del equipo de producción de Woody Allen fue elegido para él, pero seleccionó al diseñador de vestuario, al director de fotografía y al director de arte.
A las pocas semanas de producción, sin embargo, tuvo problemas con sus elecciones y despidió al director de fotografía, Lester Shorr.
.
.
.
Actores no profesionales:
Muchos de los miembros del elenco no eran profesionales y fueron elegidos porque parecían más auténticos y reales que los actores del personaje en el enfoque “documental” que Woody Allen tenía en mente.
Ralph Rosenblum encontró a Woody Allen reservado, desanimado por los problemas con su película, pero para nada arrogante ni exigente.
Admitió que no sabía lo que estaba haciendo y siguió las sugerencias de Rosenblum.
.
.
Fritz:
Marcel Hillaire interpreta a un ex director de cine llamado Fritz, quien obviamente es una caricatura de Fritz Lang, con su característico acento teutón, botas negras…
.
.
.
.
Granujas de medio pelo:
La primera de dos falsos documentales cómicos de Woody Allen, y la segunda es Granujas de medio pelo (2000), que se hizo y se estrenó alrededor treinta y un años después.
.
.
.
Charles Starkweather:
La historia, y la referencia inherente en el nombre del personaje principal, fueron inspiradas en parte por Charles Starkweather, un famoso criminal y asesino de la década de 1950.
.
.
.
Primera peli:
Una edición en DVD de esta película declara que esta película es la “primera película como guionista, director y estrella” de Woody Allen .
.
.
.
Cómo dirigir:
Antes del primer día de rodaje, Allen estaba leyendo un libro titulado “Cómo dirigir”.
.
.
Louise Lasser:
Una de las actrices es Louise Lasser, esposa de Allen en ese momento.
.
.
.
El sexo:
“En relación a las mujeres, el psiquiatra de la cárcel me preguntó si había estado con alguna, y dije que no.
Me preguntó si el sexo me parecía sucio, y contesté que solo si se hace bien“.