¡Mamma Mia! La película sirvió hace diez años para que me reconciliara con Meryl Streep.
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Siempre la había visto en papeles dramáticos y contemplarla llena de alegría y de energía sirvió para que la apreciara como actriz, con su producción anterior y posterior.
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Estamos ahora ante una secuela y una precuela.
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Nos cuenta como fue ese verano de relaciones de Donna con tres jóvenes y por otro lado la inauguración del hotel diez años después de la boda de Amanda Seyfried.
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He disfrutado de esta peli con cada fotograma.
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Todos los números musicales con sus coreografías me han parecido sensacionales.
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Yo que nunca fui un gran fan de Abba, desconocía alguna de las canciones, pero me daba igual, son todas maravillosas.
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Lily James (Baby Drive, Orgullo + Prejuicio + Zombies, Cenicienta), la joven Donna, es un gran descubrimiento como cantante. Con una frescura, una gracia, un carisma ante la pantalla que la hacen irresistible.
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La aparición de Cher le da un plus. Impresionante cantando Fernando.
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El número final con todo el mundo vestido a lo Abba es una delicia. Dan ganas de bailar y de ser feliz.
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La Streep aparece poco, pero lo suficiente como para recordarnos que tenemos que ver la de hace diez años.
Cerca de veinte años lleva Terry Gilliam para rodar esta peli.
En 2002 se estrenó un documental, Perdidos en La Mancha (Lost in La Mancha), que contaba el desgraciado intento que Gilliam realizó en 2000. De lo más recomendable.
Ahora gracias a una coproducción de varios países europeos, aunque con sello británico, se ha podido estrenar, cerrando el último Festival de Cannes.
En esta peli hay muchos elementos, a priori, valorables: cine dentro del cine, viajes en el tiempo, aventuras, esperpento, trama con mafioso ruso, nostalgia…
Todo contado de tal manera que me puede recordar al cine de Buñuel y de Fellini.
Se ha rodado en Portugal, Toledo, Madrid, Zaragoza en el Monasterio de Piedra, Segovia, Navarra y (como no) en Fuerteventura, el sitio de moda gracias a las subvenciones del Gobierno Canario.
En una de las escenas de la peli Toby (o Sancho) observa un mapa de la zona de Jadraque, pero no hay nada localizado en Guadalajara.
La peli en general resulta aburrida y asfixiante.
Da la impresión que Gilliam no tiene una idea clara por donde va la peli y va cambiando de rumbo sin orden ni concierto.
En bastantes ocasiones, la tosquedad en la dirección la convierte en ridícula y penosa.
Insoportable la reiteración del episodio de los molinos, como si fuera lo único que aporta una obra tan compleja como la de Cervantes.
Además, he tenido un problema personal. No he podido evitar ver en Adam Driver a Kylo Ren, todo el tiempo.
Si te gusta el universo de Gilliam tal vez la soportes con esfuierzos.
Si no sabes quien es este director, no vayas verla, cuando termine la proyección tendrás ganas de darle un puñetazo.
Narra la historia de la rivalidad entre dos leyendas del tenis: el sueco Björn Borg (Sverrir Gudnason) y el norteamericano John McEnroe (Shia LaBeouf).
Peli sueca con formato americano que disecciona magistralmente las personalidades de estos dos ases del tenis.
Hay aspectos que se analizan muy interesantes como el sufrimiento que ocasiona el triunfo y el vértigo que se siente cuando se pone en riesgo.
Se cuenta más de la vida infantil del sueco que del norteamericano.
Sus caracteres parecen contrapuestos, pero en el fondo tienen mucho en común.
Tal vez su única diferencia es la capacidad de control de la ira.
Los dos la padecen, pero Borg la reprime, con todo el sufrimiento que eso le causa. McEnroe la exterioriza, la escupe, lo que le ocasiona poca popularidad.
En esa final de Wimbledon de 1980 es demoledor ver como cae sobre ellos el peso de la responsabilidad. El triunfo como único objetivo.
Salí de la película bastante satisfecho de mí mismo. Nunca he recibido un premio, ni he ganado en nada, ni he sido el primero en ninguna competición. Todo ello me da la felicidad.
Nunca sentí la presión de ganar y mucho menos de perder mi liderato. Es como el triunfo del ostracismo.
El único pero que le pongo a la peli es la manera de filmar el partido final.
De niño me tragaba todo lo que echaban en la tele. Recuerdo los partidos de tenis siempre desde uno de los lados, con una cámara fija que permitía seguir los avatares tenísticos a la perfección.
Janus Metz Pedersen ha optado por el montaje, que le da atractivo visual, pero nos impide seguir de verdad las jugadas. Hubiera preferido esos planos fijos, incluso con imágenes de archivo.
Asombroso el parecido de Sverrir Gudnason a Björn Borg.
Mamma Mia! es la peli ideal para ver un sábado por la tarde con frío glacial.
Dos opciones, o te vas a un centro comercial para idolatrar al dios Consumo o te quedas en el sofá viendo Mamma Mia!.
Todo trasmite alegría en esta peli.
Una fotografía luminosa y brillante.
Un paisaje idílico, de calas y mar con aguas templadas.
Números musicales simpáticos y jocosos.
Personajes entrañables.
Amanda Seyfried llena de juventud y vitalidad.
Cuando la vi en su estreno sirvió para que me reconciliara doblemente.
Meryl Streep siempre me había caído gorda, muy buena actriz, pero siempre con papeles dramáticos. Verla en una comedia musical cambió mi opinión sobre ella, desde entonces soy fan.
La música de ABBA era despreciada por mí en los setenta y ochenta. Me consideraba un intelectual, más bien un cultureta. Yo era de cantautores y de música clásica. La estupidez congénita que siempre me ha acompañado.
Oír las canciones del grupo sueco en este musical, me hizo comprender que lo mío era solo postureo.
Me asombra que Phyllida Lloyd haya dirigido solo dos películas.
Tanto en ésta como en La Dama de Hierro demuestra ser una buena directora.
Ewan McGregor interpreta al hombre bueno que se introduce en un lío de mafias y espías sin comerlo ni beberlo.
Es normal que haga bien su papel de hombre de honor, valiente y sencillo al fin y al cabo ha sido Obi-Wan Kenobi, hace muchos años en una galaxia muy lejana.
La peli discurre surcada de tópicos, con malos malísimos y agentes secretos que se mueven entre dos aguas.
A pesar de su carácter predecible resulta interesante.
Stellan Skarsgård está inconmensurable.
Naomie Harris muy mona, pero demasiado delgaducha.
Una producción británica que no pasará a la historia, pero que resulta eficaz.
Incorpora la reflexión moral: si robas cien euros eres un ladrón, si robas cien millones eres un inversor.
Simon Pegg interpreta a un psiquiatra que encuentra su vida aburrida y decide emprender un viaje de reencuentro consigo mismo y en busca del secreto de la felicidad.
La película nos va presentando todos los tópicos culturales y raciales que podamos sospechar.
Se debate entre la comedia y el drama ambientado en paisajes de postal.
Personajes que solo son estereotipos caricaturescos.
Algunas cuestiones, como el secuestro, son tratadas con una banalidad irritante.
La conclusión se ve venir desde el principio. Ya sabéis, el rollito ese que la felicidad no hay que ir a buscarla lejos sino que la tienes en casa…
El psiquiatra Héctor parece un gilipollas desde el principio y conforme avanza el metraje se va confirmando. ¡Qué tipo de tonto dejaría a Rosamund Pike?
Dicho todo esto, me atrevo a afirmar que la peli me ha gustado y me ha divertido.
El tratamiento de comedia me engancha, en general, bien llevada por este actor, que me cae simpático desde que lo vi en Zombies Party (Una noche… de muerte).
La peli respira una cierta inocencia que me parece enternecedora.
Solo la puedo recomendar para público poco exigente.
Peli australiana en tono de drama (¿épico?) que habla de la tortura, la venganza y la reconciliación.
Adolece de graves defectos. Me parecen innecesarias las escenas de torturas, demasiado violentas y explícitas para una persona tan sensible como yo. Además, generalmente es peor lo que uno supone, gracias a la elipsis, que lo que se ve.
La historia de amor otoñal entre Colin Firth y Nicole Kidman con sus problemas posteriores está mal explicada y resulta poco creíble.
La tortura denigra al que la padece , pero mucho más al que la realiza.
Hay un interés desmesurado, que resulta molesto, en resaltar que está basada en hechos reales.
El final con un aire de folletón de telefilm me resultó especialmente penoso.
Tuve la suerte de compartir sala con mis amigos de Azuqueca, Laura y Pablo. Comentamos sobre la peli, brevemente, al final.
Coincidíamos que Nicole Kidman era una gran actriz. Está mejor desde que le ha desaparecido el efecto bótox, que le hizo perder expresividad.
Antes de empezar conversé con mi amigo Daniel (un auténtico maestro). Le comenté que a esta peli solo podían acudir salidos, cinéfagos o cinéfilos de pro. Yo me incluía claramente entre los primeros.
Seguimos las desventuras de Joe ahora ya interpretada por Charlotte Gainsbourg. Esta chica sigue experimentando en el sexo y cae en el sadomaso.
Las escenas me desagradaron profundamente, incluso me resultaron insoportables. Pasé un rato francamente angustioso.
La sensación de repugnancia hacia lo que me mostraban hizo que mi primera impresión fuera muy negativa.
Estos días que he tardado en hacer este comentario me han permitido meditar.
El cine debe ser trasmisión de emociones. El muy h**** de p**** de Lars von Trier consigue llenarme de sentimientos, de manera perversa me comunica la degradación personal de esta ninfómana. Son emociones negativas que no desearía haber padecido.
La interpretaciones de las dos Joe (jovencita y adulta) me han parecido insuficientes, demasiado frías.
Desde luego el sexo que nos oferta el director danés no estimula ni al más salido del mundo. Esto no es una peli erótica (nada más lejos) es un tratado sobre sexo puro y duro, sin la más mínima dosis de amor.
No la volvería a ver ni por todo el dinero del mundo.
Me alegro de encontrar amigos en el Cine Club Alcarreño (Ana, Rafa, Daniel…).
Mis expectativas sobre esta peli eran de lo más bajas posibles. Acudo por el morbo de verla, con sus más de cinco horas del desconcertante y provocador Lars von Trier. Para su comercialización ha sido reducida a dos de unos 120 minutos cada una. El montaje no es del director pero ha dado su visto bueno.
Con un comienzo inquietante y lírico consigue atraparme desde el principio.
El director danés usa de todos los recursos narrativos cinematográficos para desarrollar su peli. Abusa de la voz en off, usa pantalla partida, primeros planos, de detalle, algún plano secuencia, generales, fotografía en blanco y negro o color…
Se da un barniz cultureta con las comparaciones entre sexo y pesca con mosca y después con la música polifónica.
Todo esto podría haber dado como resultado el desastre total, que era lo que yo temía.
Muy al contrario, Lars von Trier consigue transmitir una gama de sentimientos y emociones impresionante: vergüenza, insatisfacción, soledad, ternura, intranquilidad, desasosiego, incomodidad…
Pero además le imprime un cierto tono poético.
Joe relata su historia impregnada en un sentimiento de culpa, se cree malvada, pero su historia es, a veces, cómica y en ocasiones cruel para ella misma.
Se retrata con verismo la estupidez del sexo masculino, incapaz de decir no a las ofertas sexuales de una joven atractiva.
En el arte de la seducción se consigue la victoria cuando se estimula el deseo y se obtiene la derrota cuando se consuma. Esta brillante conclusión no es mía se la debo a mi amigo Daniel.
Esta primera entrega termina de manera abrupta (coitus interruptus). Te deja expectante.
Hace casi tres lustros leí la novela de Noah Gordon en la que se basa esta peli. Me gustó y se convirtió en una de mis favoritas.
No voy a comenzar haciendo comparaciones entre obra literaria y producción cinematográfica. Ya sabéis todo eso: son lenguajes diferentes, siempre el lector se ve defraudado…
El maestro Berlanga relataba este chiste:
Estaban dos cabras comiéndose unos rollos de celuloide:
– Esta peli están muy rica.
– Sí. Pero el libro era mejor.
El médico es una producción alemana que adapta la novela de un norteamericano.
La parte que se desarrolla en Inglaterra, en realidad rodada en Escocia, es algo más creíble que lo que desarrolla en Persia, rodada en Marruecos.
La sección oriental es de palo total, todo suena y parece falso, de palo total. Ni por un momento me creí nada de lo que contaba. Demasiado rebuscado. Muy penoso.
Tal vez la presencia de Stellan Skarsgård interpretando a Barber sea lo mejor. Aunque el episodio de la intervención en la vista por parte de los médicos judíos es muy decepcionante.
Su protagonista Tom Payne, que hasta ahora se había dedicado a la televisión en series para mí desconocidas, podría haberse mantenido escondido. La humanidad hubiera ganado.
Hay escenas que se suponen deben conmover la espectador como la despedida entre el médico afamado Ibn Sina y su discípulo Rob Cole. Se pone de fondo una música de emociones, se ambienta con llamas (de lo más falso), un diálogo para hacer llorar… Mi única reacción fue un bostezo.
Al salir, Elena me dijo que le había gustado mucho: “una historia muy bonita y el protagonista precioso“.
No conozco ninguna de las anteriores películas de Philipp Stölzl y ésta hubiera preferido no haber tenido el gusto.
Por cierto, era mucho mejor el libro. Esto es como una miniserie de baja calidad.