La septuagésimo segunda edición del Festival de Venecia fue inaugurada con esta película.
Se supone que es un relato épico y, en consecuencia, debe emocionar.
A mí me ha dejado frío (podría parecer un chiste, porque a esas alturas en la montaña hace mucho fresquet, pero no lo es).
La presentación de los personajes es bastante torpe y no llegué a empatizar con ninguno.
La peli nos plantea la ascensión al Everest como una excursión organizada (todo incluido). Pagas 65.000 dólares y te suben al techo del mundo.
Hay cuerdas para irte sujetando, botellas de oxígeno para que no te falte el aliento y unos guías que intentan dar un tono épico al viajecito que ha costado una pasta.
Los sherpas suben las sillas a los diferentes campamentos, las tiendas, las bombonas, colocan las cuerdas y a pulmón libre. Estos son los que tienen mérito.
Pero en esta ocasión la climatología, la mala organización y la escasa forma física de algunos excursionistas se aliaron para que se produjera un desastre.
Con todo lo dicho la épica ha quedado en las intenciones.
Además los personajes al estar mal presentados te importan poca cosa.
Cuando ya estamos sumergidos en la tragedia, la narración se vuelve muy confusa. La nieve y la oscuridad te impide situarte y todos los montañeros van bien tapados y con máscara, con lo cual no sabemos quien es quien.
El desastre llega también a la película.
Hay buenas imágenes, planos aéreos preciosos, pero la historia, los personajes y el desarrollo resultan poco atractivos.
No pasa de entretenidilla.
Parece mentira que un Festival como el de Venecia, que presume ser de autor, comience tan penosamente.
Desde hace unos meses estoy pensando que el cine francés, claramente, está perdiendo fuelle.
Ya se ha visto muchas veces el conflicto que crea una Lolita cuando seduce a un señor que podría ser su padre.
Siempre en estas cuestiones es más interesante el camino que la meta.
En estos tiempos en los que vivimos, la relación se consuma al principio, para cansarnos después con los remordimientos y una sucesión de escenas ridículas, dando la vuelta sobre el mismo tema para aburrir al espectador.
Una vez planteado el conflicto se alarga sin ton ni son y sin interés.
En la peli hay una promoción de la isla francesa, con bellos paisajes, barranquismo, playas, fiestas sobre la arena, lugares con encanto, monterías…
Se hace alusión a Ibiza como isla de perdición.
Estos franceses no desaprovechan la ocasión de publicitarse. Pero esto es de lo más soportable comparado con el resto.
Otra cuestión que me resultó muy molesta es el machismo latente en la peli, que en ocasiones se manifiesta con expresiones como: “no hay mujeres para limpiar” o “estará con la regla“…
Insoportable el histrionismo ridículo de François Cluzet que cansa y aburre.
A mí ni siquiera la lolita Lola Le Lann me ha gustado, aunque aguanta un papel difícil.
El final me gustó, fue lo único. Además terminó la peli y eso me descansó.
El pobre Adolfo aguantó con dignidad. Supongo que cuando le proponga otra sesión doble saldrá corriendo.
Inmediatamente después de rodar Grupo salvaje, Peckinpah comenzó el rodaje de esta comedia.
Para el director era su mejor película.
La peli se filmó en Echo Bay, Nevada.
El rodaje se retrasó por la presencia de lluvia. Esos días el equipo, con Peckinpah al frente, se dedicaba a beber. La factura del bar ascendió a 70.000 dólares.
Simpático y nostálgico western que tiene como protagonista a Cable Hogue (Jason Robards) un hombre bueno con su moral personal que intenta subsistir en un ambiente crepuscular.
También se podía interpretar como una historia de amor, un amor que al final se demuestra imposible.
Después de la orgía de sangre de Grupo salvaje, en esta peli solo muere un forajido.
Es una historia crepuscular. El fin de un hombre del desierto y el fin de una manera de entender el Oeste.
Nuestro protagonista termina aplastado (literalmente) por la civilización que representa el automóvil.
Solo los que se sepan adaptarse sobrevirán, como el charlatán Revendo Joshua que conduce su moto con sidecar.
Stella Stevens (Hildy) me parece encantadora, ella también tiene su golpe de suerte que le permite cumplir sus sueños.
Cable Hogue tiene sus aspiraciones cumplidas al encontrar su pozo en el desierto. Los dos viven momentos felices.
Una peli tierna que refleja bien que Peckinpah tenía su corazoncito.
El trailer de esta peli me gustó. Acudí al cine muy esperanzado.
Nima Nourizadeh ya me sonaba por su anterior peli, Project X de 2012, que me divirtió mucho.
Los americanos realizaron una experiencia entrenando, para ser superagentes, a delincuentes usando drogas. El resultado fue un desastre.
El protagonista, Jesse Eisenberg, es una víctima de este proyecto. Este fumata de nulas expectativas vitales es activado y se vuelve un Ethan Hunt, o mejor un Jason Bourne.
Ver a este actor enclenque convertido en un destroyer resulta divertido.
Pero la brillante idea se desvanece a lo largo del metraje.
La sosa Kristen Stewart contribuye al desastre.
La peli se convierte en una de acción convencional, entrando en terrenos demasiado trillados, demasiado vistos.
Termina aburriendo.
Te alegras que gane el “bueno” y que muera el “malo tontoelculo”.
M. Night Shyamalan siempre ha sido un director polémico, en mi opinión desde hace unas cuantas pelis ha perdido el rumbo (After Earth de 2013).
Tal vez porque las productoras norteamericanas ya no confían en él, se mete en una producción independiente de muy bajo presupuesto.
Una historia de intriga y terror.
Dos hermanos van a ver a sus abuelos, que no conocen.
La niña es una adolescente con vocación de directora de cine.
El hermano es un niño que quiere ser rapero.
Los dos van grabando sus experiencias en la granja de los abuelos.
La peli contiene unos cuantos sustos, un truco de guión al final y poco más.
No hay originalidad, ni genio, ni inventiva.
Pero, sobre todo, es tremendamente aburrida. Sus 94 minutos se hacen eternos.
A los niños les terminas cogiendo manía y a los abuelos asco.
Al final la madre termina relatando el conflicto por el que se distanció de sus padres, algo con supuesta carga emocional, pero solo resulta penoso y patético.
¡Cómo echo de menos al Shyamalan de El Sexto sentido y de El Protegido!
Mi amigo Jesús Hernando, siempre tan amable conmigo, me invita al pase especial de esta peli en los Multicines Guadalajara.
La sala más grande a rebosar.
Muchos bomberos forestales, vestidos con sus trajes de faena y coreando consignas reivindicativas.
Un ambiente formidable.
La peli nos cuenta la vida de tres miembros de equipo anti-incendio.
Está bien narrada sustentada en los comentarios de los protagonistas, sin más voz en off.
Aporta un acercamiento sincero a la vida de estos hombres.
Trata su actividad como laboral, dejando de lado actitudes heroicas.
Son profesionales saben lo que tienen que hacer y lo ejecutan eficazmente.
El fuego, que tanto atractivo cinematográfico tiene, aquí no es sobrevalorado, ni sobreexplotado. Es la amenaza, el monstruo que hay que vencer. Se huye de representarlo como atractivo.
Creo que da una imagen certera y real de su actividad.
Al final de la peli hubo aplausos, pero no entusiasmo.
Javier Ruiz Caldera resucita a Anacleto, el espía más cañí del imaginario de Manuel Vázquez Gallego y Bruguera.
Hay algo muy nuestro en estos personajes.
La historia es una trama típica de espías aunque cocinada con ajo y aceite de oliva virgen.
La estructura de comic pasa a segundo plano para ofrecernos lago más realista.
Un padre agente secreto en una organización cutre de funcionarios esperando la jubilación: Imanol Arias espléndido en plenitud de facultades.
Un hijo con la pereza como norma de vida: Quim Gutiérrez, actor de un solo registro que casualmente coincide con el de su personaje.
Una novia del muchacho que quiere recorrer mundo, aunque lo que de verdad le gusta es mantita y sofá: una adorable Alexandra Jiménez, con una magnífica vis cómica.
Un cuñado declaradamente torpe: Berto Romero interpretándose a sí mismo, desternillante.
Un archienemigo que como suele ser habitual roba todos los planos en los que aparece: Carlos Areces formidable, un auténtico genio del humor. Su sola presencia ya produce hilaridad. ¡Eres muy grande Carlos!
La peli es graciosa, divertida y hay un retrato certero de la torpeza y el cutrerío nacional.
Transporter es una saga de cine de acción francesa y también una serie de televisión creada por Luc Besson.
No recuerdo ninguna y si las he visto las he olvidado.
Transporter Legacy ofrece una combinación de chicas con minifalda, peleitas, tiroteos, persecuciones en coches con muchas colisiones, malos proxenetas, música tecno y disco, diálogos de deficiente mental, secuestro de padre, Costa Azul francesa, promoción de la marca Audi… y poco más.
Una fórmula tan trillada que casi ofende.
La peli está bien dirigida, bien montada, pero la sensación de ya visto es continua.
Las chicas muy majas, muy simpáticas, muy listas y con minifalda (es lo que más me impresionó por eso lo repito).
Desde luego no aporta nada nuevo al cine de acción y mucho menos al Séptimo Arte.
Lo mejor: la olvidas rápidamente.
Aunque mi deseo es recordar mucho a las actrices con minifalda.
Acudo al pase de prensa en Madrid, en los cines Palafox, que ya me resultan familiares.
La peli plantea un tema muy interesante: el cáncer de mama.
El punto de vista es el de la enferma que debe de afrontar al mismo tiempo situaciones complicadas: el paro, los cuernos, un niño futbolero… y su tumor.
Julio Medem da un tono a la historia como de cuento. En mi caso tuve que refugiarme en esta explicación para que la narración me chirriara menos.
Porque aunque la cuestión sea real la manera de verlo es totalmente irreal, con personajes y situaciones mal construidos que rozan y, muchas veces, sobrepasan la inverosimilitud y lo que es peor el ridículo.
Esa falta de autenticidad lastra la peli, pero lo que la termina haciendo insoportable es el sentimentalismo que va in crescendo.
Medem se empeña en hacer llorar al espectador, insiste escena tras escena. A mí me resultó francamente molesto.
Un tema interesante es tratado torticeramente para provocar el llanto.
Isabel Coixet nos obsequió en 2003 con la maravillosa La vida sin mí. Esta ma ma está muy lejos de esa obra maestra.
Penélope Cruz, productora y protagonista, está estupenda y defiende su papel con dignidad, con una expresividad en sus ojos extraordinaria.
La veo más cómoda haciendo de chica de Alcobendas que de latina en Los Ángeles.
Es un papel que está pensado para su lucimiento y eso lo consigue, porque en medio del naufragio de la peli ella es la única que aporta un tabla de salvación.
Luis Tosar solvente, como es habitual, pero poco más.
Especialmente penoso es el papel de Asier Etxeandia. Se nota que Medem nunca ha ejercido la medicina y ofrece un personaje de ginecólogo irreal y bochornoso.
El buen oficio de Penélope no consigue levantar una peli francamente frustrante.
(Me he contenido. No he querido ser duro con una peli española).
Sigo, lentamente, con mi ciclo dedicado al Hombre que mató a John Ford.
Me detengo en su peli más emblemática.
Anécdotas y curiosidades:
En una entrevista, Ben Johnson, dijo que las mujeres mexicanas que “retozaban” con él y Warren Oates en enormes cubas de vino no eran actrices, sino las prostitutas de un burdel cercano.
Fueron contratadas por Sam Peckinpah para poder decirle a la gente que Warner Bros había pagado prostitutas para su reparto.
Robert Ryan se quejó de no recibir sus ingresos.
Sam Peckinpah decidió “castigar” a Ryan.
En los créditos de apertura, después de congelar la pantalla en primeros planos de William Holden y Ernest Borgnine, Peckinpah presentó la imagen de unos caballos cuando aparecía el nombre de Ryan.
El propio robo del tren no estaba en el guión.
Todas las escenas fueron improvisadas en el lugar, el mismo día.
Deke Thornton describe el general Mapache como “un asesino de Huerta”.
Se refería al general Victoriano Huerta, que había derrocado y asesinado el presidente mexicano Francisco Ignacio Madero en 1913, lo que desencadenó una guerra civil.
La ciudad que aparece en la película se rodó en Parras, en el estado de Coahuila, lugar de nacimiento de Madero.
Irónicamente, Emilio Fernández, que interpreta a Mapache, luchó como oficial en el ejército de Huerta, aunque en 1923 en una rebelión iniciada por Huerta y no la revolución 1916 de película.
Huerta fue finalmente derrotado, y Fernández fue capturado, juzgado por traición y condenado a 20 años de prisión. Se escapó y huyó a Los Ángeles, donde encontró su camino en la industria del cine y comenzó una amistad de por vida con el director John Ford.
Después de su regreso a México, se convirtió en un actor y director y es conocido como uno de los más grandes cineastas de la historia del cine mexicano.
La imagen del escorpión enredado en el hormiguero fue sugerida por Emilio Fernández porque él y sus amigos solían hacer eso cuando eran niños. La imagen no estaba en el guión original.
Ernest Borgnine cuando cojeaba no estaba actuando.
Se rompió el pie durante el rodaje de El reparto (1968) de Gordon Flemyng.
Tuvo que usar un yeso durante todo el rodaje.
Antes de que comenzara el rodaje, William Holden y Sam Peckinpah discutieron sobre el bigote que el personaje de Holden, Pike Bishop, usaría.
Porque a Holden, al parecer, no le gustaba su imagen, pero Peckinpah ganó la discusión.
Holden llevó un bigote falso durante la filmación.
No había suficientes uniformes para toda los dobles y extras en el tiroteo.
Si alguien era filmado recibiendo un disparo, el personal de vestuario reparaba y lavaba su uniforme.
Después era usado por otro actor.
En al peli hay 2.721 tiros, es decir una media de un tiro cada tres segundos.
En el “Tiroteo en el Bloody Porche” hay 325 tiros en cinco minutos, menos de un tiro por segundo.
La última escena que se rodó fue la del puente durante la explosión del Río Nazas (sustituyendo Río Bravo).
Fueron necesarios cinco especialistas, cada uno recibió 2000 dólares, y seis cámaras.
La escena fue filmada en una sola toma.
Una cámara cayó al río y se perdió.
Después de la filmación de la película, fue montada por el productor Phil Feldman (en ausencia de Sam Peckinpah)
Cortando su metraje en unos 20 minutos.
Ninguna de las imágenes eliminadas era violenta.
El montaje de 145 minutos realizado por el director en un relanzamiento en 1994, ha sido el que ha perdurado.
El papel de William Holden fue rechazado por Lee Marvin, Burt Lancaster, James Stewart, Charlton Heston, Gregory Peck, Sterling Hayden, Richard Boone y Robert Mitchum.
Marvin en realidad aceptó el papel, pero se retiró después de que se le ofreció un acuerdo salarial mayor por La leyenda de la ciudad sin nombre (1969).
Esta película es una adaptación de una historia ideada por Roy N. Sickner, actor y especialista de cine.
La peli está montada con 3.643 escenas.
Algunas de ellas son tan pequeñas que no son perceptibles.
Hasta el momento era la peli que constaba de más cortes.
El hijo del director Mateo Peckinpah realiza una pequeña intervención durante el atraco inicial. Es uno de los niños que aparece junto con otro abrazados.
John Wayne se quejó de que la película había destruido el mito del viejo oeste.
En 2007, el American Film Institute la clasificó en el puesto 79 de las mejores películas de todos los tiempos.
Sam Peckinpah declaró que uno de sus objetivos para esta película era dar al público “una idea de lo que es ser abatido a tiros”.
Siete trajes idénticos fueron hechos para el actor principal.
Todos ellos se arruinaron durante la filmación.
El presupuesto pasó de 3,5 a 6 millones de dólares y la programación original se extendió de 70 días a 81.
Durante la proyección en Nueva York, Sam Peckinpah invitó Jay Cocks, de la revista Time, que trajo a su amigo Martin Scorsese.
Se sentaron en una sala de proyección de Warner Bros vacía, con sólo otros dos críticos, Judith Crist y Rex Reed.
En la escena final quedaron impresionados en sus asientos.
Recordó Scorsese:
“Nos quedamos fascinados por ella, era obviamente una obra maestra. Fue cine real, utilizando la película de tal manera que de ninguna otra forma se podría haber hecho”.
Durante la escena inicial del asalto a la oficina de correos, uno de los hombres de a caballo se disparó en la cara.
Se hirió gravemente.
“La Golondrina” es cantada por los campesinos mexicanos.
Es una canción escrita en 1862 por el médico mexicano Narciso Serradell Sevilla (1843 a 1910), quien en ese momento se exilió a Francia debido a la intervención francesa en México.
Esta canción se convirtió en la preferida de los mexicanos en el exilio.
Sam Peckinpah quería hacer algo diferente con el uso de las armas de fuego.
Le dijo a un amigo:
“Si disparo a una pelota de nieve, el agujero de entrada es como diez centavos, pero el de salida es del tamaño de un plato de ensalada. Es esa la violencia que quiero para mi película”.
El rodaje fue sorprendentemente bien.
En los 79 días sólo hubo dos pequeños accidentes.
Ben Johnson se rompió el dedo en la ametralladora y William Holden se quemó el brazo con un detonador estropeado.
Pero el polvo y el calor eran implacables.
De acuerdo con el legendario especialista Joe Canutt, quien también trabajó en Mayor Dundee (1965):
“Estábamos en una zona tan cálida que los cactus se habían secado”.
Sin embargo, Sam Peckinpah insistido en que la película debía ser rodada en México.
En los pases previos de la película las reacciones del público eran a menudo negativas y hostiles.
El ejército de Mapache eran verdaderos soldados mexicanos de un regimiento de caballería estacionado cerca de Parras en el estado de Coahuila, donde la película fue filmada.
Número de muertos: 145 (22 en la tanda de apertura y la friolera de 112 en la batalla culminante).
La música de la película es otra obra maestra, compuesta por Jerry Fielding, el compositor que mejor conectó con Sam Peckinpah.
Fielding empezó a trabajar como arreglista en Hollywood muy joven, con tan solo 18 años.
Era la década de los 40 pero enseguida le cerraron las puertas al ser incluido en la lista negra del senador McCarthy ya que se negó a declarar ante el Comité de Actividades Antiamericanas y no regresaría al mundo del cine hasta los años 60.
Jerry Fielding conoció a Sam Peckinpah en 1967 trabajando para “Noon wine” una película rodada para televisión y se hicieron buenos amigos.
Los dos tenían un carácter salvaje bastante parecido y aficiones comunes como el bourbon y las armas de fuego.
Además de “Grupo salvaje” trabajaron juntos en cuatro películas más: “Perros de paja”, “El rey del rodeo”, “Quiero la cabeza de Alfredo García” y “Los aristócratas del crimen”.
No fueron más debido a que Fielding falleció prematuramente en 1980 a los 57 años, víctima de un ataque al corazón.
A pesar de lo bien que se llevaban compositor y director eran famosas sus peleas.
En “Grupo salvaje” hasta en tres ocasiones Peckinpah rechazó las composiciones que el músico había escrito.
Cuentan que Fielding le estampó una silla en la cabeza y el director estuvo a punto de utilizar la pistola que casi siempre llevaba encima.
Afortunadamente lograron ponerse de acuerdo y la partitura que acompaña a la película es magnífica.
El tema principal con su tono trágico y su redoble de tambores de aire militar consigue crear desde los títulos de crédito iniciales una atmósfera tensa que nos anuncia las matanzas a las que vamos a asistir.
Comentarios y opinión:
La violencia coreografiada de esta película y las sucesivas de Sam Peckinpah tiene un tono paradójicamente poético.
Hay un cierto lirismo.
Los personajes van sucios, en la mayoría de los casos son detestables, de una bajeza moral insoportable, pero aún con todo hay un tono épico en los dos personajes principales.
William Holden y Robert Ryan fueron amigos. Un malentendido les hizo enfrentarse y les ha convertido en enemigos.
Los dos se respetan, se temen y en realidad no desean su final. Pero el destino les ha hecho enfrentarse.
Uno de los aspectos más inquietantes de la peli es la constante presencia de niños como testigos atónitos de los tiroteos y como verdugos crueles al principio de la peli.
La imagen de los infantes disfrutando al ver como un alacrán es destruido por un montón de hormigas es escalofriante y curiosamente es una de la imágenes más truculentas de la peli.
La sucesión de tiroteos, de escenas de acción, hacen que la peli se disfrute con atención e interés.
La historia avanza de manera trepidante y no da respiro.
Siempre se ha dicho que Peckinpah renovó el género. Yo creo que le dio una vuelta de tuerca más.
Conservó elementos básicos (la épica, el lirismo), pero introdujo la violencia descarnada, la suciedad física y moral.
En 1996 los hermanos Coen realizaron una película con este mismo título.
Casi veinte años después Noah Hawley retoma el ambiente y la idea central para realizar esta miniserie de diez episodios basada en hechos reales de principios de este siglo.
Se desarrolla en la pequeña y fría localidad de Bemidji, Minnesota.
Los personajes son los típicos americanos. Llevan una vida sencilla y anodina, comiendo de más y viendo concursos en la televisión.
Billy Bob Thornton encarna al personaje de Lorne Malvo, un sicario sin escrúpulos que trastoca el orden existencial de la comunidad, especialmente del fracasado y apocado Lester Nygaard (Martin Freeman).
La bien nutrida Molly Solverson es una agente de policía tenaz e inteligente, empeñada en encontrar la verdad. Le da vida una impresionante Allison Tolman.
La serie está impregnada de humor negro que, en ocasiones resulta, inquietante.
La trama es inteligente y elaborada, pero lo mejor son los diálogos, sembrados de pequeñas historias.
Por ejemplo, Keith Carradine que interpreta a Lou Solverson, cuenta sentado en un bar a su familia que se echó una novia cartera. Cuando estaban enamorados era bonito verla diariamente al entregarle el correo, pero cuando se dejaron pasó a ser incómodo y por ello cambió de domicilio…
Mi opinión es magnífica, pero hay un tufillo tan intenso a Coen que desdibuja la originalidad del relato.
Mi amigo Pablo Franco, con el que tengo el honor de compartir micrófono en EsRadio Guadalajara y Alcarria TV, me sugiere que hablemos de los toros en el cine.
Mi primera impresión no es muy positiva.
Recuerdo pocas pelis buenas sobre el tema.
La primera que me viene a la cabeza es La vaquilla de Berlanga.
Me pongo a investigar y descubro un mundo apasionante.
El primer registro cinematográfico de una corrida de toros se realizó en Madrid el 15 de mayo de 1896, y tuvo una duración de un minuto.
Posteriormente Lumiére filma un corto breve titulado “Arrivée des Toreadors”, donde muestra la entrada de los toreros a la plaza; a la que le sigue una película con el título de “Spagne: Courses de Taureaux”.
El registro cinematográfico más antiguo del que se dispone de un torero corresponde a Luis Mazzantini en 1898.
Se ve que desde los albores del Séptimo Arte la Tauromaquia ha interesado a los cineastas.
A comienzos del siglo XX comienzan a filmarse una serie de películas principalmente en España sobre corridas de toros, vale mencionar:
“Corrida de Toros” (1907) con Antonio Fuentes
“La Historia de la Fiesta de los Toros” (1911)
“Tragedia Torera” (1909) de Narciso Cuyas.
A lo largo de la historia del cine ha habido muchas películas de tema o con fondo taurino, como vais a comprobar.
En 1910 se realiza La Lucha por la Divisa, cuyo argumento es la disputa de dos jóvenes por el amor de una bella mujer quienes tratan de arrancar la divisa de un toro. Uno de ellos cae gravemente herido y el otro arranca la divisa y la tira a los pies de su amada alejándose de ella.
En 1916 de filma la Corrida de Toros de La Prensa.
En 1917 se realiza Juan José dirigida por Ricardo de Baños cuyo argumento nada tiene que ver con una corrida de toros, pero en ella se inserta la asistencia de los protagonistas a una corrida en donde actúa Vicente Pastor.
El mismo productor, en 1919, rueda una película de tres partes llamada Los Arlequines de Seda y Oro. En esta oportunidad se filma una corrida en la plaza de toros de Sevilla en la que actúan las máximas figuras de la época de oro del toreo: Rafael Gómez “El Gallo”, José Gómez “Gallito Chico”, Rodolfo Gaona y Juan Belmonte, actuando también la mejor cantante de la época Raquel Meller.
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Rodolfo Valentino protagonizó “Blood and sand” (Sangre y arena– 1922). El director Fred Niblo llevó al cine esta magnífica obra del valenciano Vicente Blasco Ibáñez. La película es muda.
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Fueron importantes los temas taurinos en varias películas de la época como Currito de la Cruz, de Alejandro Pérez y El Niño de las Monjas llevadas al celuloide en varias versiones.
La primera se rueda en 1925.
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En 1928 se hace la película cómico-taurina Charlot, interpretada por el torero cómico de la época José Martínez “El Chispa”, quien imitaba la vestimenta y los gestos del genial artista británico Charles Chaplin.
En 1927 Raquel Meller trabajó en la película El Relicario que versa sobre los amores de un torero y una joven verbenera.
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El sabor de la gloria (1932) es la primera película de temática taurina sonora. El matador de toros Ricardo González, la actriz Celia Escudero y el cantaor Ángel Sampedro “Angelillo”, son los protagonistas de esta historia que une a toros y flamenco.
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En el año 1935 se filman nuevas versiones de las ya mencionadas Currito de la Cruz y El Niño de las Monjas, con sonido.
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El pianito que acompañaba las películas en cada función pasa a la historia.
En esta última actúa el matador de toros Pepín Martín Vázquez.
Algunos años después de finalizada la guerra civil española se rueda Un Caballero Famoso en la que interviene Amparo Ribelles.
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Sangre y Arena (1941): Película con las actuaciones de Tyrone Power y Rita Hayworth. Otra versión de “Blood and sand“, esta vez del director Rouben Mamoulian. En esta película, los vestidos de luces fueron elaborados por la sastrería de la maestra Nati.
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Ni sangre ni arena (1941) Comedia con la actuación de Mario Moreno Cantinflas.
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En El traje de luces (1946) se puede ver una sastrería de toreros en la que las mujeres bordan los vestidos a mano al igual que se hace ahora.
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En Fiesta Brava (1947), la actriz norteamericana Esther Williams interpreta a una mujer que quiere seguir los pasos de su padre en el mundo del toro. En lo foto, la vemos en el centro del paseíllo. Algo delirante, ¿verdad?
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Brindis a Manolete (1948), director Florián Rey.
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El torero gitano Rafael Albaicín compaginó su profesión en los ruedos con el cine y protagonizó algunas películas como La fiesta sigue (1948).
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¡Olé torero! se estrena en 1948, dirigida por Benito perojo y protagonizada por Luis Sandrini y Paquita Rico.
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En 1955 aparece la que es para muchos la mejor película de tema taurino Torero, interpretada por el matador mexicano Don Luis Procuna. Dirigida por Carlos Velo. Se trata de un documental de 75 minutos.
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Ese mismo año, 1955, se rueda Tarde de Toros, en la que actúan dos figuras del toreo Domingo Ortega y Antonio Bienvenida acompañados por el entonces torero de moda Enrique Vera.
Su director es Ladislao Vajda, de origen húngaro realizó unas muy buenas pelis en su etapa española.
Esta película es un testigo importante de la historia taurina.
Es una de las mejores producciones que se han hecho de toros y en ella aparece un cartel de grandes figuras.
En la imagen, Bienvenida y Ortega comparten un tercio de banderillas.
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Calabuch (1956), dirigida por el gran Luis García Berlanga.
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Mi tío Jacinto (1956), director Ladislao Vajda: Historia de un torero retirado de las lides y su sobrino que pasan por una serie de peripecias para juntar dinero para adquirir un traje de luces.
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También en 1956 se estrenó La vuelta al mundo en 80 días, que inexplicablemente obtuvo el Oscar a la mejor peli.
Protagonizda por David Niven y Mario Moreno “Cantinflas”.
A su paso por España, al principio de la peli, hay unas bochornosas escenas cómicas en una corrida de “toros” con unas vaquillas.
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El torero valenciano Enrique Vera protagonizó algunas películas como la de la imagen, El niño de las monjas (1958).
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Hasta siete películas grabó el rejoneador Ángel Peralta, una de ellas fue La novia de Juan Lucero de Santos Alcocer (1958).
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Francisco Rabal, en el papel de Aceituno, y Rogelio Madrid como Filigranas, protagonizan a un banderillero y novillero en la película Los clarines del miedo (1958), basada en una novela del mismo título.
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Los chicos (1959) de Marco Ferreri: Relata los planes y proyectos de un grupo de adolescentes de comienzos de la década de 1960 en Madrid.
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En 1959 Julio Coll rueda El Traje de Oro, en la que actúa el torero onubense Antonio Borrero “Chamaco”.
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Otra gran película de toros fue El Litri y su sombra (1959) de Rafael Gil. Un film autobiográfico que cuenta las azañas de Litri desde sus comienzos hasta que llega a ser figura del toreo. En la imagen, en una escena donde sale triunfador en una capea de pueblo.
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En el año 1960 Antonio Barden y Carlos Saura dirigen A las Cinco de la Tarde y Los Golfos.
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Al año siguiente Basilio Martín Patiño realiza Torerillos 61. Cortometraje de 16 minutos sobre la vida y los sacrificios de los jóvenes maletillas que recorren incansablemente los caminos entre las dehesas salmantinas, donde pastan los toros bravos. Buscan una oportunidad para demostrar su valor en capeas y tentaderos, decididos a alcanzar su sueño de ser toreros, como única forma de huir de la pobreza y alcanzar la fama.
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En el año 1962 Pedro Lazaga rueda Aprendiendo a Morir, con Manuel Benítez “El Cordobés”.
Escena de Aprendiendo a morir (1962) sobre la vida de El Cordobés, en la que el diestro le explica a Ismael Merlo, que encarna a El Pipo, que ya sabe lo que es un toro mostrándole una cornada que le atraviesa el pecho.
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Se hicieron dos películas que tratan de la vida de “El Cordobés”: Chantaje a un Torero, seestrenó en 1963 dirigida por Rafael Gil.
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Más adelante (1964) se filma Tu Sólo que trata de la escuela taurina de Madrid y en la que aparecen Luis Miguel Calvo, José Miguel Arroyo “Joselito”, José Pedro Prados “El Fundi” y José Luis Bote.
En una de las versiones de Currito de la Cruz (1965), dos buenos actores como Francisco Rabal y Arturo Fernández encarnan a dos veteranas figuras del toreo. El papel de Currito de la Cruz lo encarna Manuel Cano “El Pireo”.
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De Barro y Oro (1966) de Joaquín Bollo Muro, con Juanito Valderrama.
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Nuevo en Esta Plaza (1966): Biografía del gran torero Sebastián Palomo Linares, relata su trayectoria desde sus orígenes humildes hasta alcanzar el éxito. Dirigida por Pedro lazaga
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Yo he visto la muerte, de 1967, es una película que se divide en cuatro capítulos en los que cada protagonista cuenta una historia.
En ella aparecen: Bienvenida, rememorando su cornada en el cuello.
Luis Miguel Dominguín, que recuerda la cornada mortal de Manolete.
Álvaro Domecq habla de su yegua Espléndida y Andrés Vázquez rememora su duro paso por las capeas de los pueblos.
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Sebastián Palomo Linares se reveló como un buen actor. En la imagen, junto a a Marisol en la película Solos los dos (1968).
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La vaquilla (1985), director Luis García Berlanga. Que ya comenté hace unos meses.
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Tú solo (1986), es un filme protagonizado por los alumnos de la Escuela de Tauromaquia de Madrid, que muestra el lado humano del torero: sus emociones, sensaciones, sacrificios…
La película estaba protagonizada por unos jovencísimos Joselito, Carretero o el mismísimo Lucio Sandín.
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Matador (1986), director Pedro Almodóvar: Diego Montes (Nacho Martínez) es un torero retirado por una cornada prematura, que cambió los toros por las mujeres. Después de compartir los placeres del amor junto a ellas, matarlas es su única forma de revivir la intensa emoción de las faenas, las tardes de sol y las estocadas…
María Cardenal (Assumpta Serna) es una abogada criminalista que admira secretamente el arte del matador.
En el momento culminante del amor ella mata a sus compañeros, rememorando con sus crímenes mítico ritual de la tauromaquia…
Ambos, cómplices solitarios sumergidos en un mundo opuesto a sus naturalezas, habrán de encontrarse, y nadie, ni ellos mismos, podrá evitar lo inevitable.
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En 1989 se estrena otra nueva versión de Sangre y arena. Una infumable producción española dirigida por Javier Elorrieta y protagonizada por Christopher Rydell, Sharon Stone y Ana Torrent.
Nueva adaptación de la famosa novela de Vicente Blasco Ibáñez que narra el dilema sentimental de un famoso torero dividido entre el amor a su fiel y buena esposa o a una bella y fría aristócrata.
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Belmonte es la genial biografía del Pasmo de Triana, que encarna Achero Mañas.
Se aprecia en la película la revolución que aportó Belmonte al toreo y su relación de disputa-amistad con Joselito, cuyo papel está interpretado por Luis Miguel Calvo.
Dirigida en 1995 por Juan Sebastián Bollaín.
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Jamón, jamón (1992), director Bigas Luna. Solo hay que observar el cartel de la peli para darse cuenta la fuerza icónica que posee el toro.
Protagonizada por Javier Bardem, Penélope Cruz, Stefania Sandrelli, Anna Galiena, Juan Diego, Jordi Mollà.
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Manolete (2007), director Menno Meyjes: Narra la vida del torero Manolete (Adrien Brody) y la relación sentimental con la que fuera el amor de su vida, Antoñita “Lupe” Sino (Penélope Cruz). Un sinsentido total. Una de las peores pelis sobre el mundo de los toros.
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El brau blau (El toro Azul) (2008): Un hombre joven atraído por el toreo se adentra en su psiquis en un paralelo con la tauromaquia.
Escrita y dirigida por Daniel V. Villamediana.
Una auténtica rareza.
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La lista no pretende ser exhaustiva, ni lo he intentado, ni lo he conseguido.
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El cine se ha ocupado de la Fiesta Nacional en numerosas ocasiones, desde el principio.
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Toros y toreros han sido protagonistas de muchas historias.
Acudimos Elena y yo al EJE (Espacio Juvenil Europeo) de Azuqueca de Henares.
Se trata de una comedia argentina que plantea la relación de un divorciado dedicado a su hija de nueve años y una fóbica a los niños.
El padre, Diego Peretti, tiene que ocultar la existencia de su hija para mantener la relación con la bella Maribel Verdú.
El desarrollo resulta muy divertido con situaciones muy cómicas que funcionan bien.
El trío protagonista está bien construido.
Aunque resulta incomprensible que Maribel Verdú se enamore de un sosaina como Diego Peretti.
Ella es absolutamente maravillosa, está cada día más joven, más fresca, más lozana, más perfecta. Su opción personal de odiar a los niños, me parece de lo más respetable.
El uso de la expresión “es que son niños” esconde la cruda realidad, son pequeños individuos maleducados, incapaces de respetar a los demás.
Por eso el personaje de Maribel Verdú me parece encantador y digno de admiración, porque verbaliza lo que muchos no somos capaces.
La niña Guadalupe Manent es un portento de la interpretación, aunque resulta demasiado redicha, pero tiene carisma a pesar de su corta edad.
La peli pierde cuando la analizas, pero si te dejas llevar por la trama y por este humor argentino llega a ser muy resultona.
En cualquier caso, vale la pena soportar a Peretti con tal de ver a la maravillosa Verdú.
Meryl Streep es una actriz que nunca me ha terminado de gustar. Reconozco que es buena, pero sus papeles dramáticos (casi todos) me han parecido sobreactuados.
Me enamoró en ¡Mamma Mia! La película y desde entonces la he apreciado más.
Aquí interpreta a una vieja rockera que abandonó a su familia por la música. Muchos podrían pensar que es una fracasada, tocando los fines de semana en un antro, trabajando de cajera en un supermercado, viviendo en un piso conchambroso.
Su ex, un convincente Kevin Kline, la llama para apoyar a su hija que está sufriendo un divorcio.
Madre e hija en la ficción lo son también en la realidad. Hay muy buena química entre ellas.
El tono dramático se descafeiniza gracias a los toques de humor y a un tratamiento dulzón de la trama.
Muchas canciones, bien colocadas, que en absoluto molestan.
Streep compone un personaje de manera perfecta entre el patetismo y el orgullo. Es una actriz maravillosa.
El final resulta empalagoso, pero los happy end siempre gustan.
Enrique Gato lleva más de 12 años dedicado a la animación.
Lo hace fenomenal, con un estilo personal y con una perfección técnica increíble, que nada tiene que envidiar a Disney, ni Pixar.
Creó un héroe con inspiración internacional, pero con aire español (Tadeo Jones).
Ahora nos ofrece una historia con clara vocación de ganarse el mercado americano.
Nos presenta una historia típicamente americana.
Ya todo el mundo sabe que el hombre nunca ha llegado a la luna y lo que nos mostraron los norteamericanos, para ganar la Carrera Espacial, fue un gran fraude. Con el tiempo nos hemos dado cuenta de lo mal urdido y mal contado que estuvo esa gran mentira.
Para congraciarse con los habitantes USA, Gato revitaliza el tema y pone de malo a un magnate del petróleo que quiere llegar y plantar su bandera (por primera vez) en la Luna.
La peli ensalza los valores familiares y pone en consideración a los viejos astronautas que tienen que educar a los jóvenes para que realicen “de nuevo” la supuesta hazaña.
Los niños protagonistas son buenos personajes, pero no son suficiente para salvar una peli con un guión flojo que resulta moderadamente divertida.
A Enrique Gato le deseo mucha suerte. Espero que consiga conquistar el corazón (y la taquilla) de los americanos.
Se trata de una producción española (Mediapro, Reposado Producciones, TVE), con director español, pero interpretada por actores internacionales y rodada en inglés.
Aunque la trama se desarrolla durante el final de la Guerra de los Balcanes, probablemente en Bosnia, ha sido rodada en Granada, Almería y Cuenca.
No entiendo porqué León de Aranoa ha echado mano de elenco internacional, cuando podía haber usado actores españoles, que los hay buenos y muy buenos.
Mi pregunta es puramente retórica, lo que pretende es darle difusión en otros países. Cuestión perfectamente lícita.
La peli nos relata las peripecias de un grupo de colaborantes de una ONG para conseguir sacar un cadáver de un pozo, después que se les rompa la soga para extraerlo.
Es una historia pequeña con el paisaje al fondo de los desastres de la guerra. Tal vez lo más interesante sea ese escenario de destrucción, caos y horror.
La peli está muy bien rodada con unos planos aéreos muy potentes que sitúan bien al espectador.
Se combina la tragedia con la comedia y ahí es donde radica el mayor defecto de la peli, que no sabe encontrar el tono.
A mí ver bromear a unos extranjeros sobre los desastres que van observando me resulta molesto.
León de Aranoa vuelve a realizar cine de denuncia social, del que estamos escasos y necesitados, pero se va lejos en el espacio y en el tiempo, teniendo aquí y ahora un material excelente.
Siempre es un placer ver en pantalla a dos monstruos como Tim Robbins y Benicio del Toro.
No puedo decir lo mismo de las protagonistas femeninas, Olga Kurylenko y Mélanie Thierry, una especie de floreros que interpretan las escenas más penosas.
La música cobra demasiado protagonismo. Es estridente en muchas ocasiones, pero a mí me ha gustado.
Mi problema es que conecto más con los problemas de los bosnios, que son solo el paisaje de la peli que con los protagonistas cooperantes que al fin y al cabo volverán a sus casas a disfrutar de su cómoda vida.
Como en todas las pelis de este director sus rodajes resultaban truculentos y están repletos de anécdotas:
Varias escenas importantes quedaron sin rodar, como la masacre inicial de la peli que se presenta como una elipsis.
Charlton Heston ofreció donar a su sueldo si los productores accedían a filmarla, pero el presupuesto ya se había sobrepasado y decidieron no ceder.
Charlton Heston se llevaba muy mal con Richard Harris, lo que no impedía que se quedaran bebiendo hasta las tantas y el primero llegara tarde en varias ocasiones al rodaje.
Sam Peckinpah se mostró muy desagradable durante el rodaje.
Charlton Heston, en una ocasión, llegó a amenazarle con un sable.
El actor declaró que fue la única vez que un director le hizo perder los nervios.
El papel de James Coburn estaba pensado en un principio para Lee Marvin, preferido por Peckinpah, pero pidió mucho dinero.
Después del estreno y el éxito de Grupo salvaje, la productora ofreció a Peckinpah rodar las escenas que faltaban para montar la peli de nuevo, el director lo rehusó tajantemente.
La idea original era rodar una peli sobre el General Custer que fue derrotado y muerto por los indios en la batalla de Little Big Horn, pero las aventuras del Mayor Dundee eran parecidas y más desconocidas, por eso prefirió rodar esta peli.
El presupuesto inicial era de 4.500.000 dólares y programada para 75 días de rodaje.
Pero los días previos hubo cambios en la dirección de la Columbia y se redujo el presupuesto a 1,5 millones de dólares y solo 15 días de rodaje.
Todos podemos imaginar la reacción del irascible Peckinpah.
El guión se escribió pensando en John Ford, pero estaba dirigiendo El Gran Combate y no estaba interesado.
Charlton Heston apoyó al director e impidió que fuera despedido por la Columbia.
Mayor Dundee es un western fronterizo donde hay soldados yanquis, confederados, indios y tropas francesas.
El mayor problema del resultado final es que los productores cambiaron el montaje e impidieron que Peckinpah terminara su película.
En consecuencia el producto final es bastante digno, pero tal vez en manos de Sam hubiera sido una obra maestra. Eso nunca lo sabremos.
Hay un aroma a clásico en la película, pero también hay elementos innovadores en la estructura del western.
Eran tiempos de cambio en la sociedad norteamericana y también en el cine del oeste.
A mí me ha gustado especialmente lo bien rodadas que están las escenas de acción y algún homenaje al cine del gran Ford.
Acudo al cine una tarde de miércoles, día del espectador.
Como suponía, unas docenas de adolescentes alegres y bulliciosas. Solo alguna acompañada de su madre.
Se trata de la adaptación a la pantalla de un éxito literario teen.
Es una historia de amores de instituto.
Hay una chica malota que hace unas fechorías horrorosas de la muerte. Envuelve en plástico el coche de una amiga que le ha traicionado. Hace una foto de un ex desnudo (la tiene pequeña).
En estos actos transgresores enreda a su vecino, un pringadillo enamorado de ella desde la infancia.
La chica desaparece y el muchacho se lía a buscar pistas de donde ha ido. Después la fiesta de graduación…
La protagonista Cara Delevingne tiene algo que me irrita. Va de guay. “Soy lo más tope”. La modelo, que siempre quiso ser actriz, me ha caído gorda. No le veo nada especial.
La química con Nat Wolff es nula, pero curiosamente la peli funciona mejor cuando la supermodelo desaparece y se nos cuenta la relación de amistad de los tres muchachos de Orlando.
Ese viaje a la búsqueda del falso anhelo resulta divertido. Lo mejor de la peli.
Halston Sage y Jaz Sinclair, las dos chicas que les acompañan son encantadoras y resultan mucho más atractivas que la Delevingne.
Una peli intrascendente, que no aporta nada nuevo.
Divierte en alguna ocasión, pero aburre la mayor parte del metraje.
Peckinpah escribió el guión y comenzó a rodar la peli.
Sus habituales conflictos con los productores provocaron que fuera sustituido por Arnold Laven en la dirección.
Afirmaba que los protagonistas y Laven habían arruinado su película.
Trata sobre el adiestramiento de unos reclutas destinados para luchar contra los indios.
El ambicioso General Frederick McCabe (Andrew Duggan) pretende honores a costa, incluso, de sacrificar a sus hombres.
Hay un enfrentamiento muy masculino, muy testosterónico entre el Capitán Demas Harrod (Tom Tryon) y el explorador Sol Rogers (Harve Presnell) por la bella Lou Woddard. Los dos pretendientes y oponentes terminan siendo grandes amigos, como era de esperar.
Hay patriotismo y compañerismo cuartelero. Peleas a lo antiguo Oeste. Disciplina militar. Un jovencísimo James Caan, que interpreta la parte más cómica del relato.
Destaco la batalla, muy bien rodada, con bastante realismo y la crítica al general trepa que recibe apoyo de la arpía de su esposa.
Los indios siguen siendo el mal, un enemigo sin rostro, aunque hay una leve crítica a la campaña militar que se desencadena, que parece desprovista de honor.
De la primera, Compañeros mortales, siempre renegó, incluso llegó a prohibir a sus amigos que la vieran.
En Duelo en la alta sierra compone un western crepuscular.
En tan solo 29 días de rodaje y con un presupuesto mínimo consiguió hacer la peli que quería.
Llegó a las manos con el productor en un par de ocasiones.
Usó las velas de Rebelión a bordo para hacer las tiendas de campaña de la estación minera.
Utilizó los decorados de La conquista del Oeste.
Fue la última película de Randolph Scott, que quedó muy satisfecho con su interpretación y con la peli y decidió que era su final perfecto.
Peckinpah aisló a los actores que interpretaban a los hermanos Hammond para fomentar su amistad y distanciarlos del resto del reparto.
Abroncaba con frecuencia a Ron Starr, que interpretaba a Heck Longtree, para aumentar su inseguridad, pero el joven actor lo aceptaba resignado.
Joel McCrea representa al hombre honrado. Sabedor que su dignidad no le ha hecho rico y que en eso consiste su único capital. Morirá pobre, pero honrado.
Randolph Scott quiere cobrarse la factura que la vida le debe. Lo que más le va a doler será traicionar a su amigo, a quien respeta y admira.
La joven Mariette Hartley desea huir de su padre que la amordaza, pero descubre que su futura vida de casada no es, precisamente, una maravilla.
Aunque, según Gonzalo Suárez, Sam Peckinpah fue El hombre que mató a John Ford, están claras las influencias de este director.
Hay una contraposición entre los protagonistas, que simbolizan la civilización, y los hermanos Hammond que representan el salvaje Oeste.
El Juez Tolliver, interpretado por Edgar Buchanan es un personaje típicamente fordiano.
Pero los dos ancianos protagonistas, con muchas batallas a sus espaldas, también lo son.
Peckinpah aún no había comenzado a desplegar sus recursos narrativos y estilísticos propios, pero su western era más sucio, más terrible, menos idílico.
Por una vez se presenta una familia típica, no disfuncional. Dos padres y dos hijos, sin divorcios, ni padrastros, ni madrastras. Algo insólito en el cine.
Un padre genéticamente predispuesto a la tontopollez, con un hijo mayor que ha heredado los penosos genes. La madre y el hijito pequeño parecen más normales (¿?).
La sucesión de gags es continua. Los hay penosos, pero los hay brillantes e hilarantes.
Pero detrás está la sombra alargada de los gilis que protagonizan la road movie y eso resulta difícilmente soportable.
Hay sketches que podrían ser graciosos y sencillamente son estropeados por los actores.
Lo mejor:
La intervención del musculoso y muy bien dotado Chris Hemsworth.
Se nos presenta un Holmes nonagenario, aislado en el campo desde hace 30 años.
Ha viajado a Japón para encontrar un extracto herbáceo para recuperar la memoria.
Sabe que algo grave ocurrió en su último caso, que le obligó a abandonar la investigación. Conoce la historia novelada de su amigo Watson, pero no recuerda la verdad…
Bill Condon nos muestra la contraposición entre la persona y el personaje.
Como si Sherlock Holmes hubiera sido un personaje verídico y sus aventuras hubieran sido escritas por su amigo el Doctor Watson, en lugar de por Sir Arthur Conan Doyle.
Watson basándose en la realidad hubiera novelado al personaje. Esa contraposición entre lo ficticio y lo real es de lo más interesante.
Holmes se mofa de su personaje en una peli que acude a ver.
Ya presiente cerca su fin y con el apoyo de un niño decide rememorar la razón por la que abandonó la investigación. Va a ser el último caso en su vida.
La peli nos presenta el personaje con un ritmo tranquilo, el propio de un anciano y además nos muestra la dignidad del envejecimiento.
Es una producción ya valiosa por sí misma, pero la presencia del inconmensurable Ian McKellen la hace más grande aún.
Una interpretación llena de matices, rica, pero austera. Una lección magistral del arte dramático.
A Ian McKellen siempre se le recordará por haber sido Gandalf y Magneto. Puede estar satisfecho pasará a la historia.