Movie 43 es una peli compuesta de 12 cortos con un nexo de unión de unos muchachos buscando un vídeo superpeligroso en internet.
El humor que se nos ofrece merece todos los peores calificativos que se puedan inventar: grueso, escatológico, zafio, irreverente, asqueroso, repugnante…
He leído varias críticas que califican la película adecuada para jóvenes con retraso mental y adultos descerebrados. Sin duda son mentes bien pensantes las que reparten insultos entre los espectadores. Son los admiradores de lo políticamente correcto, enemigos de lo transgresor.
Movie 43 por su estructura es necesariamente irregular, cada episodio está dirigido por cineastas diferentes con guiones muy diversos pero todos tienen algo en común su transgresión y su irreverencia.
Durante su proyección me partí de risa, me divertí y cuando salí medité sobre algunos episodios que invitan a la reflexión. ¿En eso consiste el buen cine?
Ésta ha sido la gran sorpresa en las nominaciones a los Premios Oscar. Pasó sin pena ni gloria en su estreno en Estados Unidos y al ser nominada por ocho categorías ha vuelto a ser estrenada.
Pat y Tiffany son dos personas heridas que posiblemente no hayan reaccionado normalizadamente ante situaciones difíciles de la vida y que por ello son catalogados de enfermos mentales.
Todos los humanos somos imperfectos y estamos llenos de manías, complejos, taras y en muchas ocasiones no sabemos reaccionar de manera correcta.
A Pat se le cataloga de bipolar y eso me da pie a comentar con brevedad que es el Trastorno Bipolar o Psicosis Maniaco-Depresiva. Estos pacientes pasan por fases en las que están severamente deprimidos y otras en las que se encuentran expansivos, hiperactivos y con bajo control de los impulsos. Estas fases se pueden suceder de manera alternativa o sucederse fases depresivas sin elementos maniacos. Entre medio de las fases el paciente está normal.
La peli discurre como un drama disfrazado de comedia con buenos diálogos y situaciones divertidas.
Hay alguna escena penosa y poco convincente que rompe el ritmo. Al final el director abandona un trayecto interesante para acabar haciendo una comedia romántica y eso es lo que más le reprocho que se rinda ante las exigencias de los espectadores menos exigentes.
La escena del baile final es penosa. Los dos protagonistas son rodados mientras danzan con planos cortos de su rostro o de sus tórax evitando los planos generales para hacernos creer que hacen algo parecido a bailar. Podrían haberse esforzado más y haber aprendido una coreografía y además tampoco era imprescindible hacerlo perfecto.
Bradley Cooper está acertado en su papel pero en las escenas que comparte con Jennifer Lawrence, ésta se lo merienda con patatas. El futuro de esta actriz es impresionante metida en una saga como Los Juegos del Hambre.
Hacía tiempo que no le sacaban el suficiente partido a Robert De Niro.
David O. Rusell desaprovecha una buena historia rodándola de una manera muy convencional con un abuso desesperante de primeros planos que, a veces, incluso llegan a confundir.
En mi modesta opinión es una peli sobrevalorada y posiblemente se vaya de vacío de los oscars.
Laura es posiblemente la mejor película de Otto Preminger.
Es uno de los más importantes representantes del cine negro.
Es curioso que el concepto de cine negro se acuñara años más tarde que ocurriera el fenómeno, cuando ya había desaparecido y fueron los críticos franceses de la época de la nouvelle vague quienes así lo bautizaron.
La acción transcurre siempre en interiores y tan solo hay cuatro decorados diferentes.
Durante más de media película se nos hace creer que la protagonista ha sido asesinada y durante ese tiempo esta Laura (Gene Tierney) enamora al policía de homicidios (Dana Andrews) y a los espectadores.
Laura lo tiene todo: juventud, belleza, inteligencia, elegancia… Es la chica perfecta. Pero como le reprocha Clifton Webb se deja seducir por hombres musculosos y bien constituidos.
Todo el metraje está inmerso en el misterio y la intriga. Hay una atmósfera morbosa de celos, intereses y amores no correspondidos.
Todos los personajes son oscuros de moral dudosa, incluido el policía, incluso Laura la perfecta tiene muchas cosas que explicar. Gene Tierney ejerce de femme fatale, aunque me cabe la duda que, tal vez, involuntariamente.
En casi tres horas de proyección Tarantino se lo pasa fenomenal y se lo hace pasar igual de bien al público. Hace el cine que le gusta y ha sabido crear un estilo propio y por ello es un autor.
El argumento es ingenioso y creíble con diálogos divertidos pero no excesivos (como pasaba en su anterior peli Malditos bastardos).
Los personajes están bien perfilados.
El tono en conjunto es de comedia con muchos momentos hilarantes. Tarantino sabe mezclar humor y violencia y así encuentra la complicidad culpable del espectador.
Hay imágenes sangrientas pero no truculentas, Quentin lo mide al milímetro.
Solo se pone serio cuando se tortura a los esclavos, eso no es capaz de tomárselo a broma.
El sentido del humor y la autocrítica llega a su paroxismo cuando el actor Tarantino es desintegrado por dinamita.
Ésta es una de las pelis que le trajeron los reyes a Elena.
Pensaba que se trataba de un musical pero resulta ser una comedia subnormal.
La idea de inicio es cutre total y antifeminista.
La trama es previsible y al final vence el amor sobre el interés.
Mucho colorín, mucho trajecito. Todo insultancial y, lo que es peor, aburrido.
Esto demuestra que una peli por ser antigua o clásica no tiene porqué ser buena.
Lo mejor la elegancia de Lauren Bacall, la simpatía de Betty Grable, el saber estar de William Powell y la gran Marilyn Monroe en un papel de cegatona que se niega a ponerse las gafas, con unas dotes para la comedia impresionantes.
Lincoln nos relata los últimos cuatro meses de vida del presidente. La peli termina justo cuando empezaba la estupenda peli de Robert RedfordLa conspiración (2010).
Esta producción es sobre todo una película política, de las grandes ideas o ideales y de las pequeñas corruptelas y sobornos para obtener un voto en el Congreso.
Pocas películas han sabido recrear tan bien estos aspectos. Cuando estaba viendo en el pre-estreno esta obra recordé una gran peli de 1970, Cromwell de Ken Hughes. La vi cuando tenía 12 años y recuerdo que un primo más mayor que yo me dijo que no me gustaría porque era una peli política, aún así la fui a ver y me apasionó.
Se plantea en esta nueva peli del director de Salvar al soldado Ryan una cuestión muy interesante. ¿Se puede hacer lo que sea para vencer una injusticia? ¿Se puede saltar la ley y la ética y la moral para lograr un bien superior?
Lincoln se empeña en incluir en la Constitución americana una décimotercera enmienda en la que se prohíba la esclavitud y para ello retrasa el acabar con la guerra, evitando un final pactado, compra votos con sobornos, coacciona a congresistas…
Por esto y por muchas más razones Spielberg demuestra ser un gran director (uno de los más grandes de la historia del cine). Es capaz de rodar una peli llena de diálogos y de discursos, sin elementos de acción, de una manera divertida y muy entretenida. Toda la peli está impregnada de un fino sentido del humor. Hay emoción y sentimientos pero sin sentimentalismos fáciles.
Además Steven nunca fue mejor director de actores consiguiendo unas interpretaciones naturales y creíbles. El tratamiento del personaje Lincoln está alejado de la caricatura, cuestión en la que hubiera sido fácil caer. Pero no, al presidente se le presenta muy humano, dubitativo y dado a contar anécdotas que aunque poco relevantes consiguen atraer la atención de los que le rodean y del público, en una especie de abuelo cebolleta que le da una humanidad y una cercanía impresionantes.
Spielberg ha evitado incluir más batallitas de la contienda civil americana, tal vez no quería distraer la atención de lo importante: de la política. Pero yo se lo hubiera agradecido porque tiene demostrado más que suficientemente su valía para rodar la guerra. No se puede olvidar que Spielberg realizó la mejor peli bélica de la historia del cine.
A este director el tema del racismo le interesa. Rodó en 1997 Amistad y en 1985 El color púrpura, dos pelis insuficientemente consideradas.
Para mí los momentos más brillantes son las discusiones en el Congreso con intervenciones brillantes, emocionantes y divertidas. No puedo dejar de mencionar al gran Tommy Lee Jones (como el congresista Thaddeus Stevens) magnífico en su papel de abolicionista radical.
Daniel Day-Lewis está inconmensurable. Antes de verle me temía lo peor pero estaba totalmente equivocado. A partir de ahora cuando pensemos en Lincoln veremos la figura de este actor.
Tenía un prejuicio, suponía que iba a ser un ladrillo, con mucho blablablá aburrido y tedioso. ¡Qué equivocado estaba!
Me olvidaba decir que los aspectos técnicos son impecables y la música de John Williams maravillosa.
Por la mañana había realizado una buena caminata. Fuimos a comer a casa de unos buenos amigos y me puse ciego de callos con garbanzos, posiblemente los más ricos de mi vida.
Decido ir a ver El cuerpo.
La peli comienza por los derroteros más trillados del thriller y empiezo a dar cabezadas. Me esfuerzo por seguir despierto. Me bebo una coca-cola de tirón pero me vence el sopor.
A ratos me duermo y a ratos veo el desarrollo en una morgue con flashback constantes donde aparece Belén Rueda guapísima con unos vestidos impresionantes.
José Coronado lleva un peinado imposible, un policía que hace añorar a Santos Trinidad, ahí sí que daba gloria verlo.
Ya me empiezo e espabilar pero hasta ahora he seguido la trama sin dificultad.
Oriol Paulo me trata de confundir constantemente pero eso no consigue mantenerme entretenido.
Me dan ganas de gritar: ¡Me aburro!
Hugo Silva no está muy inspirado. Cuando comparte plano con Belén Rueda, ésta lo anula.
Elena elige al azar esta peli para ver un sábado por la noche en el calentito hogar.
Me pongo de los nervios al ver que la protagoniza el inefable Nicolas Cage, posiblemente el peor actor de todos los tiempos.
La peli discurre por los senderos más trillados del thriller conspiranoico. Hay giros de guión, sorpresas, no podía faltar una persecución en coche… La trama se alarga innecesariamente como suele ocurrir. Hay final feliz.
Vamos, lo de siempre.
Menos mal que están Guy Pearce, tan convincente como es habitual y la maravillosa Janaury Jones.
Pero al terminar de verla tenía la grata sensación que me había entretenido que no había perdido el tiempo.
Trueba ha cambiado mucho desde que estrenó su primera peli en 1980 (Ópera prima) o su tercera (Sal gorda) recuerdo perfectamente cuando las vi en cines de Zaragoza.
Este gran cineasta se ha hecho mayor, ha perdido frescura y descaro para contar sus historias pero ha ganado en experiencia y en sabiduría.
En El artista y la modelo analiza de forma reposada la creación artística. Representa bien eso de un 90% de transpiración y un 10% de inspiración. A esto último lo llama el escultor Marc Cros “la idea“.
Porque el hacer del artista es un proceso de búsqueda hasta encontrar esa idea que va a terminar siendo una obra de arte.
¿Hasta que punto se puede contemplar a la modelo sin que haya una implicación personal? ¿Es bueno o malo para el resultado artístico?
Hubo un personaje que me impresionó especialmente. El oficial alemán profesor de Historia del Arte que admira al prohibido escultor. Tal vez obligado a luchar una guerra. Su uniforme no le impide quedarse impresionado ante el objeto de su obra de investigación. La cultura y la guerra nunca se han llevado bien. ¡No todos los alemanes tienen porque ser malos!
El argumento está contado de forma pausada, sin prisas. El blanco y negro resulta luminoso. Hay gusto por el detalle. Todo resulta armonioso. Y no hay sitio para el aburrimiento, ni para el tedio. La peli se ve con atención, con interés y con una cierta placidez que yo agradezco especialmente.
Hay momentos maravillosos como la disertación de un magnífico y en forma Jean Rochefort sobre lo mejor de la vida (el cuerpo de la mujer y el aceite de oliva)
Lamentablemente la vi toda en castellano, estoy convencido que ganaría con los diálogos en francés.
Aida Folch está maravillosa, primorosamente iluminada. Es el contrapunto perfecto al anciano artista.
He visto las pelis nominadas a los Goyas. Son todas estupendas. Las cuatro me han impresionado pero, tal vez, mi preferida haya sido Blancanieves de Pablo Berger, un ejercicio de estilo y una apuesta personal con un resultado muy brillante.
Lo imposible es todo emoción, intenta hacerte llorar y lo logra.
Grupo 7 con un grupo de actores admirables y una historia de cine negro en la Sevilla de la Expo lleva el veneno del cine en su esencia.
Hecho de menos Invasor de Daniel Calparsoro. Guerra y denuncia para causarte taquicardia supraventricular.
De mi infancia no había olvidado una peli en la que se usaba un bumerán para realizar un robo, pero no recordaba el título. Ese detalle me impresionó.
El Día de ReyesElena recibió varias películas de regalo, entre ellas Cómo atrapar a un ladrón. Esa misma noche nos pusimos a verla.
El aire de comedia inocente me sonaba, pero fue cuando en un parque los dos protagonistas ven volar un instrumento australiano cuando caí que esa era la peli a la que no conseguía poner título.
Cómo robar un millón es una comedia romántica tontorrona y no trata de disimularlo. Está llena de la inocencia de un cine que ya no se hace. En el que las situaciones, en muchas ocasiones, eran increíbles pero daba igual.
La peli está llena de momentos de humor, con guiños al cine mudo en ocasiones.
El relato del robo con los dos protagonistas encerrados en una escobera es estupendo, con una mezcla de suspense, romance y comedia.
Audrey Hepburn está maravillosa, aunque los vestidos que lleva son horrorosos.
Peter O´Toole es tan joven y encaja perfecto en su papel de joven culto y sofisticado.
William Wyler es el director de esta delicia. De él decía John Ford que: “no se le podía persuadir que la perfección era inalcanzable”. Siempre le acompañará la leyenda de ser el director que pedía una toma más.
Impávido, estrenada en Julio de 2012, se obtiene si metes en una batidora comedia gamberra, thriller, póquer, atracos, comedia romántica pero no hay que olvidar removerla a lo Tarantino.
La película es divertida. El guión está bien elaborado. Hay muchos momentos hilarantes. Con buen pulso narrativo.
Entonces ¿porque no me gustó?
Tal vez porque todo parece falso, manipulado.
Porque los personajes no llegan a ser eso, son solo caricaturas.
Tal vez el absurdo de algunas escenas chirríe con la intención de hacer un thriller.
Porque no sea capaz de adaptarme a estos nuevos géneros revoltijo.
Tal vez porque algunos actores están penosos.
O es que solo puedo imaginar a Nacho Vidal en el personaje en el que está encasillado (follador).
Douglas Sirk es un director alemán que tuvo que abandonar su país perseguido por el nazismo por sus relaciones con una muchacha judía. En EE.UU. realizó la mayor parte de su carrera como director. Se le conoce como el rey del melodrama.
Sólo el cielo lo sabe es una de sus mejores películas.
Trata el amor entre un atractivo y joven jardinero y una viuda rica.
Rock Hudson y Jane Wyman son la pareja en cuestión. Esta relación no es bien vista por la clase social a la que pertenece la viuda.
Resulta especialmente atractiva la fotografía, muy clara, con colores vivos pero no chirriantes. Acompaña una magnífica música.
Pero además de melodrama hay crítica social.
Sirk abandonó América en la época de la caza de brujas y se retiró a Suiza donde falleció.
Vuelve después de acabada la Guerra Civil Americana a casa de su hermano. Se ve por su uniforme que pertenecía al ejército perdedor.
Solo con las miradas Ford nos cuenta que su cuñada y él habían estado enamorados.
Es un hombre desarraigado sin casa, capaz de dejarlo todo y pasar muchos años buscando a su sobrinas raptadas por los indios.
Es claramente un individuo racista pero conoce y respeta las costumbres de los indios.
Todo esto, y mucho más, nos lo cuenta John Ford con oficio y elegancia.
Ford, por trágica que fuera la historia, siempre incluía toques de humor y personajes cómicos.
Cuando era niño iba a ver películas de indios y vaqueros y el que en ellas actuara “Juan Vaine” era marchamo de calidad. Con los años me enteré que se decía John Wayne y aún más tarde que muchas estaban dirigidas por John Ford, a esto contribuyó mucho el programa de José Luis Garci¡Qué grande es el cine! en la década de los noventa. Como su duración era de varias horas lo solía grabar en VHS y lo veía en las noches de guardia.
Ford y Wayne se parecían físicamente. Los dos eran unos hombretones, grandes y fuertes. Pero su ideología política era contrapuesta.
Cuando de crío veía a Wayne me inspiraba protección y confianza. Siempre se habló de él como de un mal actor. Tal vez solo interpretó un papel en su vida pero lo hizo rematadamente bien. Pero ha pasado con otros grandes actores como Clark Gable.
Como anécdota sobre esta peli contaré una muy conocida. En la escena donde Wayne encuentra a su sobrina Natalie Wood ascienden por Monument Valley (Utah) y bajan por Bronson Canyon (Los Ángeles). En solo unos segundos recorren miles de kilómetros. Cosas del montaje.
John Ford es, según muchos, el mejor director de la historia del cine y esta peli que nos ocupa, tal vez, la mejor peli de Ford.
Es aquí donde el concepto del punto de vista se haya tratado más profundamente.
Según donde se pone la cámara el espectador puede ver una realidad u otra. Ford coloca su vista y la del espectador de tal manera que pensamos que el personaje de James Stewart (Ransom Stoddard) es el que mata al malvado Liberty Valance interpretado por Lee Marvin. Pero al final de la peli nos descubre que en realidad fue John Wayne en su personaje de Tom Doniphon. Esto a parte de ser una genialidad nos explica cómo puede ser forjada una leyenda.
Ransom Stoddard que llega a senador siempre será recordado por matar en un tiroteo a Liberty, no por sus actos políticos sino por esa acción que ni siquiera realizó.
Ford disfrazó siempre sus producciones para que fueran recordadas como películas de oeste y nada más pero en ellas se esconden grandes pensamientos morales. Era un artista sin hablar de arte y un poeta sin escribir poesía.
Pero la profundidad de esta peli llega más allá.
Ford enfrenta tres maneras de concebir la vida en el oeste americano. La de Valance que representa el uso de la violencia, con la ausencia completa de moralidad y principios, que claramente representa el pasado.
La de Tom Doniphon que es el hombre del presente, con principios, con sus normas que defenderá hasta la muerte, incluso con la violencia.
Ransom Stoddard cree en la justicia y en la aplicación de las leyes, representa el futuro pero se ve abocado a enfrentarse a muerte a Valance.
John Wayne era un grandísimo actor, a pesar que no fue considerado como tal, aquí está enamorado de la bella Vera Milles pero se da por vencido en la lucha por su amor cuando se percata que Ransom Stoddard también lo está. Y hace lo mismo que hizo Rick Blaine en Casablanca renuncia para hacer lo correcto. Humphrey Bogart se despide en el aeropuerto con una parrafada que ha pasado a la historia. En cambio Tom Doniphon quema su casa, el hogar que estaba preparando para Vera Milles.
Jamás se han visto filetes más grandes que los que servían en el restaurante de Vera Miles.
Si hay algún jovenzano o algún madurito que no haya visto esta peli, mi recomendación más sincera es que la disfrutéis como yo acabo de hacer por enésima vez.
Take Shelter nos plantea donde está límite de la normalidad y la locura y al decir locura quiero decir esquizofrenia.
Curtis tiene pesadillas y visiones (alucinaciones) sobre cuestiones perjudiciales y él acondiciona su vida y la de su familia al temor a esos peligros. Aunque acude a médicos sigue actuando de manera extraña.
Jeff Nichols crea una atmósfera claramente inquietante con varios momentos de auténtico terror, aunque tal vez termine resultando reiterativa.
Michael Shannon realiza un difícil papel. Es complicado encontrar el punto justo de hombre atormentado y no pasarse.
Jessica Chastain está maravillosa en su personaje de mujer fiel a su esposo a pesar que él se lo pone muy complicado. La acabamos de ver en La Noche más oscura. Es claramente un valor en alza.
Los Montoneros fue un grupo guerrillero de la izquierda peronista que actúo en los años setenta en Argentina y fue desarticulado por la Dictadura militar en 1976.
Juan (llamado así en honor a Perón) es un niño de 12 años cuyos padres son montoneros. Se ve obligado a cambiar de nombre (Ernesto) e ir a un nuevo colegio.
La vida de lucha y clandestinidad de esta familia está contada desde los ojos de Juan.
Ésta es una producción brasileña-argentina-española y va a representar a Argentina en los oscars. Benjamín Ávila fue hijo de montoneros y su madre desapareció durante la Dictadura. Los hechos son en parte autobiográficos.
A mí Infancia clandestina me pareció una magnífica historia de amor entre nuestro Ernesto (Juan) y María una niña de su colegio. Se trata de un amor imposible porque Juan no puede revelar su secreto ni permanecer en el mismo colegio. Los jóvenes actores imprimen realismo a sus personajes.
La relación entre estos dos niños es muy sentida, íntima, emotiva.
La historia de la actividad guerrillera se basa en la elipsis y en la mirada entre asombrada y cómplice de Juan.
Las escenas violentas están contadas con imágenes de comic que, aunque resulte paradójico, imprimen realismo a la narración y cierto aspecto poético.
Ernesto Alterio como tío lo hace fenomenal, un personaje entrañable.
El comienzo es irregular. Tal vez estemos acostumbardos a ver torturar a la CIA y nos parezca lo más natural. Pero conforme avanza la proyección mi interés fue en aumento. Seguí la historia con máxima atención. Bien rodada, con cambios continuos de localizaciones y planos bien planificados. La sensación de realidad es continua.
La investigación es contundente y exhaustiva. Se nos explica bien como se llega a encontrar la guarida de Osama bin Laden.
Pero tanto o más interesante es cómo se toma la decisión de asaltar su escondite, con sus entresijos políticos.
Guía la historia una extraordinaria Jessica Chastain, que bien podría llevarse el Oscar. Es estupendo ver como esa agente principiante observa los horrorosos interrogatorios pero no se amilana y sabe llevar su obsesión (la eliminación de Osama) hasta el final. Mujer enérgica y convencida de sus sospechas. La vimos en El árbol de la vida y más recientemente en Take Shelter. Es hija de un bombero y una cocinera vegana y estudió Ciencias escénicas en Nueva York. Su interpretación es extraordinaria y el plano final de su cara es turbador.
Me ha encantado ver a James Gandolfini como director de la agencia. ¿En qué se parece Toni Soprano al director de la CIA?
Uno de los aspectos más positivos de la peli son la buena documentación, evita sabiamente el patrioterismo y el lacrimeo y no da un carácter moral a la narración.
Se acaba de abrir una investigación en EE.UU. sobre las filtraciones que se han producido para realizar el guión de esta peli.
No voy a dar mi opinión sobre las torturas, las cárceles clandestinas, el asalto y asesinato de inocentes, el ajusticiamento sin juicio de presuntos culpables, la intervención ilegal en territorio extranjero de la superpoderosa C.I.A…
Ésta es la típica peli de cine bélico que ponían en mi infancia. No recuerdo si la vi en su estreno.
Disfruto mucho con estas pelis de los años sesenta. Crecí con ellas y su visionado me devuelve a la niñez y a esos cines en los que se aplaudía al final de la película. Había salas en Zaragoza como el Monumental en el que solían poner pelis de romanos (ahora se llaman peplum) y de guerra (ahora cine bélico) que tenían todo el suelo alfombrado de pipas y el público jaleaba las acciones en las que ganaban los buenos. Cuando llegaba a casa cogía mis indios de plástico y hacía con ellos la peli.
Andrew V. McLaglen era uno de los llamados artesanos que realizaba películas en esa época por encargo pero lo hacía bien.
William Holden es el oficial que tiene que instruir y guiar en combate a un grupo especial formado por estadounidenses y canadienses.
Se respira el ambiente testosterónico de los cuarteles y de las acciones bélicas.
Esta película no tendría éxito en nuestro tiempo y ahora queda para la nostalgia. Platoon, Apocalypse Now y después Salvar al soldado Ryan cambiaron la forma de hacer cine de guerra.
La peli resulta entretenida combina las acciones bélicas y el humor.
El cine de Cesc Gay es, como el patio de mi casa, particular. Vi hace unos años En la ciudad, peli que gustó a unos pocos, a los críticos y a mí.
En esta peli se suceden escenas con dos personajes que dialogan. La acción es nula y todo se basa en las conversaciones.
El fondo es la Barcelona maravillosa del barrio gótico.
Los personajes masculinos representan los típicos individuos urbanitas inseguros que no saben expresar sus sentimientos y se comunican a duras penas.
Son sujetos diferentes pero todos acomplejados y desorientados.
En cambio las mujeres se muestran seguras y comunicativas.
Todos los actores están estupendos y el elenco es de primera línea.
Pero esta peli no gustará a muchos espectadores. Es como insulsa, puede dar la sensación que no pasa nada. No hay asesinatos, ni intriga, ni explosiones pero tiene muchas emociones y humor del que te hace solo sonreír.
Pero las interpretaciones son interesantes y el conjunto me resultó atractivo.
Agradezco el regreso a la pantalla grande de Cayetana Guillén Cuervo, tan maravillosa como siempre.
Es como una suculenta tarta disfrazada de pequeña magdalena.
La para muchos bellísima Angelina Jolie (para mí no) se atreve, en su ópera prima como directora con un tema difícil.
Relata el amor entre un oficial servio y una presa bosnia con el fondo de las tropelías que cometieron los servios en Bosnia Herzegobina.
Estoy totalmente convencido que todo lo que se relata puede ser cierto. Tal vez ese amor imposible sea demasiado inverosímil pero la historia tiene su aquél.
Angelina se recrea innesariamente en escenas violentas cuando en muchas ocasiones la elipsis puede ser más aterradora que la exhibición morbosa y explícita.
Tiene cierto tufillo a obra de denuncia que por otra parte no está mal, aunque es mejor denunciar sin que se note.
A la peli le falta esqueleto argumental y algunos personajes son demasiado esquemáticos.
Como acierto hay que señalar la presencia en su mayoría de actores ex-yugoslavos.
Para ser una ópera prima no está mal. Si la Jolie pule algunos defectos puede llegar a ser una buena directora.
Acudí el jueves por la tarde (ilusionado) a ver Los Miserables. Volví el viernes por la noche muy bien acompañado.
Los Miserables están cocinados con unos ingredientes inmejorables. El musical ha recorrido todo el mundo durante 30 años con más de 3 millones de espectadores y más de seis millones de representaciones. Los compositores han agregado un tema más. El elenco de actores es extraordinario. La base literaria del gran Victor Hugo. Tom Hooper obtuvo el oscar por El discurso del Rey. Pero, más veces de lo que quisiera, a pesar de todo puede salir un fiasco. Pero afortunadamente éste no es el caso.
La dirección artística es extraordinaria con una mezcla perfecta de ambientes realistas, incluso naturalistas, y episodios de carácter intimista.
El maquillaje es sencillamente perfecto. Lo mismo puedo decir del vestuario.
Al ser una peli inglesa tiene ese toque de calidad poco definible pero sí reconocible.
Los temas musicales son soberbios y vibrantes que despiertan todos los sentimientos.
De los actores podría dedicar horas buscando elogios y por muchos que encontrara no serían suficientes. Pero necesito hablar de Anne Hathaway (Fantine) que alcanza un nivel de perfección nunca visto, capaz de conmover hasta las entrañas al más duro de corazón. Todos los actores cantan sus canciones lo que da un aire de credibilidad muy superior a ser doblados por cantantes profesionales. Hooper permitió que todos los actores recrearán sus personajes por lo que el mérito es mayor y exclusivo.
Los Miserables despiertan a lo largo de su metraje todos los sentimientos y emociones, todas las virtudes y defectos. La ira, la desesperanza, la rigidez moral, la generosidad, la redención, el sufrimiento, la injusticia, la envidia, la lujuria, la maldad, el ensañamiento, la miseria, el patriotismo, el afán de cambio, el arrepentimiento, el altruismo, el amor, el odio, la valentía, la cobardía, la lealtad, el sacrificio… Porque así es la obra de Victor Hugo inmensa como la vida.
Hay acción, amor, revolución y música mucha música, sin apenas diálogos no cantados. Todos los números musicales son extraordinarios, impresionantes, emocionantes. La continuidad es perfecta y el desarrollo para nada resulta lento, hay músculo cinematográfico. Impresionantes el principio y el final.
El conjunto resulta impecable, perfecto en todo. Por sacar un defecto al director: hay un exceso de primeros planos, pero es muy difícil resistirse sacar el rostro de unos actores prácticamente divinos.
Los Miserables ya es un clásico, pasará a la historia del cine como una obra maestra. Nadie puede dejar de verla. Dentro de unos años podremos decir a nuestros hijos o a nuestros nietos: “Yo estuve en el estreno de Los Miserables”
Ladislao Vajda, director húngaro dirige esta producción germano-suizo-española.
La vi en televisión hace unos años y quedé fascinado. La reveo para comprobar si ese efecto aguanta una segunda visión.
La historia está llena de elementos morbosos y el tema no ha sido casi tratado en el cine.
Se consigue crear una atmósfera viciada, con una combinación de intriga y terror.
El celo profesional que demuestra el comisario Matei tiene una cualidad amoral. El utilizar a una muchachita como cebo para capturar a un asesino de niñas no es precisamente un ejemplo a tomar. Hasta le construye una casita al lado de la carretera en la que se supone que el criminal transita.
Las sospechas del policía se basan en un dibujo de la víctima que tiene un aire escalofriante.
El pobre vendedor ambulante acusado, equivocadamente, se suicida.
El homicida que se gana la confianza de las niñas con una marioneta tiene un aspecto realmente siniestro y da miedo.
Todos estos selementos del guión dan un aire enfermizo a la peli.
Los hechos se relatan meticulosamente con una cierta frialdad.
El bosque como lugar misterioso y escondido ocupa protagonismo.
Como curiosidad contar que se hizo una novela después de estrenada la peli basada en su guión. Tomás García Yebra sitúo la trama en Las Navas del Marqués, un pueblo de Ávila rodeado de bosques.