Esta semana he tenido el honor de compartir microfóno con dos grandes de la radio y la televisión alcarreñas, Mónica Gallo y Diego Gismero.
Hemos comentado cuestiones diversas sobre la actualidad cinematográfica alcarreña y sobre dos grandes del cine que han desaparecido este verano, Kenny Baker y Gene Wilder.
Raúl conocía a la gente chunga de su ciudad y no quería acabar mal.
Pretendía ser actor y cuando estudiaba en la academia de Cristina Rota le ofrecieron el papel de Carlos en la serie Compañeros.
En el 2002 dio el salto al cine con Joaquín Oristrell, Los abajo firmantes, junto a Javier Cámara, Fernando Guillén y María y Juan Diego Botto.
Luego hizo una peli con Manuel Gómez Perira, Cosas que hacen que la vida valga la pena.
Pasó por varias series de televisión, Hospital Central, Cuéntame cómo pasó, Aída o Motivos personales.
En 2006, le llegaría uno de los papeles más importantes que ha interpretado hasta la fecha, el de Israel en la exitosa ópera prima de Daniel Sánchez Arévalo, AzulOscuroCasiNegro, junto a Quim Gutiérrez, Marta Etura y Antonio de la Torre entre otros.
Tal vez, ya estaba pensando en dirigir una peli que podría interpretar su nuevo amigo Antoñito de la Torre.
Su trabajo en esta producción le valió el Premio de la Unión de Actores al mejor actor revelación.
Banderas le eligió para participar en, la fallida e incomprendida, El camino de los ingleses en 2006.
Sigue haciendo cortos y pelis
En 2007 interviene en Siete mesas de billar francés dirigida por Gracia Querejeta.
Luego 8 citas, bajo la dirección de Peris Romano y Rodrigo Sorogoyen.
Después Los girasoles ciegos, de José Luis Cuerda, junto a Maribel Verdú, de nuevo.
Ya entonces había comenzado a escribir un guión.
Quería hacer un thriller.
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A su amigo Luis Callejo le había reservado un personaje.
Se lo dice mientras ruedan en 2007, El patio de mi cárcel de Belén Macías.
Daniel Sánchez Arévalo le da el papel de Álex en Gordos y se lleva el Goya al mejor actor de reparto.
En 2011 estrena, la sobrevalorada, Primos como el primo Julián, junto a Quim Gutiérrez y Adrián Lastra.
Entre peli y serie va haciendo teatro, con una cierta vocación alternativa.
Su idea va madurando.
Colabora en el guión su colega David Pulido.
Ya tenía a de la Torre y a Callejo elegidos. Los personajes eran para estos actores.
Si le faltaba afianzarse como actor su intervención en La isla mínima de Alberto Rodríguez despeja cualquier duda. Le da la réplica el inconmensurable Javier Gutiérrez.
Sabia decisión rodar en su Móstoles natal y en Martín Muñoz de las Posadas, localidad segoviana donde su familia tiene casa.
Es inteligente hablar de lo que se sabe, de lo que se conoce.
Como todo proyecto cinematográfico español actual ha sido un calvario llevarlo a cabo. Menos mal que contó con la productora Beatriz Bodegas y la tele pública.
Raúl Arévalo ha realizado su peli pensando en mí.
Tal vez él ni siquiera lo sospeche, pero cuando decidió hacer un thriller sucio, castizo, típicamente español estaba pensando en agradarme, en hacer el cine que a mí me gusta.
Cuando diseñó los personajes y eligió a los actores, pensaba en que me iban a entusiasmar.
Estaba convencido que José y Curro, salidos de la realidad, compañeros obligados de viaje, de diferente estrato social, pero con vidas marcadas por la desgracia, me iban a subyugar.
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Que la infinita Ruth Díaz, me iba a enamorar.
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Sabía como complacerme en todo.
Sin artificios ni trucos de guión, con una historia lineal, magníficamente contada en la que trata al espectador como adulto, capaz de deducir, de suponer, de averiguar el fondo de una historia de venganza y de rencor cocinado a fuego lento, con el combustible del dolor y de la amargura.
Sabía que la sobriedad formal me encantaría, que esa capacidad de síntesis, de concentrar una historia en 92 minutos me agradaría.
Arévalo emplea hora y media en contar lo que Tarantino tardaría tres.
Sabía lo que me cautivaría ver a Manolo Solo (Santi, el Triana) hacer de quinqui afónico y fullero, después de haberle visto de Juez Ruz en B de David Ilundain. ¡Qué maravilla!
Sabía que me interesaría cada escena, cada detalle… El atraco rodado desde el coche, José pidiendo un café a Ana en el bar de Juanjo y así una secuencia tras otra.
Por hacer el cine que a mí me entusiasma, te doy las gracias. De verdad, Raúl.
¿Lo leí en algún libro de anécdotas o es pregunta de trivial?
Hasta 1953 no se descubrió la verdadera identidad del asesino de León Trotski.
Durante años, el hombre que en 1940 mató al líder revolucionario refugiado en México se hizo pasar por un belga, de nombre Jacques Monard.
Residía en ese país como presunto ciudadano norteamericano para supuestamente huir de la Segunda Guerra Mundial.
Pero en realidad se trataba de un comunista catalán,Ramón Mercader, hijo de un industrial de Barcelona y de una cubana, Caridad del Río, que tendría una gran influencia en su trayectoria vital.
La peli es una mezcla de cine de espías y peli romántica.
Posee elementos muy positivos.
El retrato de la época.
La rivalidad Stalin-Trotski.
La influencia y dominación de la madre.
La ambigüedad moral en la que se mueven los espías.
El carácter didáctico del relato que nos da a conocer una historia muy interesante.
La pena es que nada de esto termina de cuajar porque la peli resulta plana, sometida a convencionalismos de telefilm, con un afán destructivo de acaparar público, con el temor profundo de que lo que se cuenta no interese.
Durante toda la peli me preguntaba de qué me sonaba la acrtriz que interpretaba a Sylvia Ageloff.
IMDB me lo descubre es Hannah Murray, la norteña Gilly de Juego de tronos, la novia de Samwell Tarly.
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A pesar de sus defectos yo recomiendo El elegido.
No disfrutas de buen cine, pero aprendes historia.
Está claro que Imanol Uribe está llamado a ser uno de los diseccionadores del terrorismo de ETA.
El cine que plantea me interesa.
Muestra sin concesiones al espectador una historia triste, desoladora y descarnada.
Sin hacer cesiones al público que se va a sentir incómodo desde un principio.
No es de esas pelis que se comentan al salir de la sala diciendo “qué bonita“.
Lejos del mar es todo menos agradable.
Tal vez la trama sea inverosímil, al menos a mí me lo parece, pero sirve para manifestar un conjunto de ideas que debemos plantearnos como sociedad.
Llevamos unos años sin terrorismo de ETA.
Posiblemente lo más fácil es pasar página e intentar enterrar el asunto.
Pero eso es imposible tanto para víctimas como para verdugos.
Ambos llevarán de por vida el lastre del sufrimiento.
El terrorismo etarra siempre fue absurdo, un sinsentido que ocasionó un inmenso dolor.
Un dolor que no se borra, que marca la vida de las víctimas que desearán, como el personaje de Elena Anaya, haber vivido otra vida.
De cómo gestionar ese sufrimiento habla esta peli.
Gran parte de la sociedad ha preferido no hablar de las víctimas, no tocar ese tema tabú, como el esposo de Marina, incapaz de comprender a su esposa.
Por otro lado, sin que sea comparable, está el asesino que ha pasado parte de su vida en la cárcel empleando su existencia en una causa absurda y que padecerá para siempre el peso de la culpa.
Vidas rotas que no se compondrán nunca, aunque intenten lo imposible, lo contra natura, para poder superar lo insuperable.
Eduard Fernández y Elena Anaya están inconmensurables, solo por ellos ya merece la pena ver esta peli.
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Después de El proceso de Burgos, La fuga de Segovia, Días contados y La muerte de Mikel, agradezco a Uribe esta Lejos del mar.
Para la gente de mi edad este pueblo siempre ha suscitado una extraña fascinación.
En mi mente está la película de 1958, dirigida por Richard Fleischer y protagonizada por Kirk Douglas, Tony Curtis y Janet Leigh.
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En esta serie veo algo de la antigua película.
El personaje central es Ragnar Lothbrok. Toda la trama gira a su alrededor.
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El relato de la época, el siglo IX, y de las costumbres de este pueblo es bastante acertado.
Hay dos grandes defectos.
Por un lado el personaje del Conde, interpretado por un poco creíble Gabriel Byrne.
Por otro cierto aire cutre, muy de serie B.
Las batallas son solo escaramuzas y los extras son muy escasos.
Tiene un aire muy poco colosal, es más doméstico.
Nada que ver con Juego de tronos, con múltiples protagonistas, muchos reinos y decorados diferentes, con un nivel muy superior.
A pesar de todo las escenas de acción emocionan y están medianamente bien logradas. Tal vez, hecho en falta más sangre.
Dentro del ambiente testosterónico de la serie destacan, a pesar de todo, los personajes femeninos.
La escudera Ladgerda, interpretada por la bellísima Katheryn Winnick, un personaje muy potente, inspirado en las historias/leyendas vikingas, como el resto.
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Me ha caído fatal la Princesa Aslaug, una lagarta.
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Otro que me encanta es Floki, con esa vena de locura, con ese aire desafiante, y su amiga Helga.
Siempre se ha dicho que eres de Star Trek o de Star Wars.
Como si no pudieras apreciar las dos sagas.
Yo he sido de Stars Wars, de toda la vida de Dios.
De pequeño veía en la tele la serie inicial “Viaje a las estrellas“.
Nunca me gustó. Me parecía que carecía de ritmo, con personajes muy esquemáticos, con poca garra. Aburrida.
Desde entonces no había vuelto a ver nada de esta saga. O tal vez, no lo recuerdo.
Se han hecho ocho series de televisión y trece pelis.
He pasado de todo ello.
Pero me decido a ver esta nueva entrega.
Compruebo que siguen vistiendo esquijamas.
Los personajes son más jóvenes, pero los mismos que hace cincuenta años.
Spoch, el capitán Kirk, el Doctor McCoy, Sulu…
Poca evolución para tantos años.
La peli es como uno de los antiguos episodios.
Destaco la falta de originalidad del guión.
La nave Enterprise va en misión de rescate, pero hay malos con cara de lagarto que les tienden una trampa.
Se intentan meter con calzador elementos cómicos, de los que no tienen gracia.
La peli discurre de la manera más previsible.
Solo la alienígena”buena” Jaylah y la minifaldera teniente Uhura dan cierta alegría en la pantalla. La primera interpretada por la desconocida Sofia Boutella y la segunda por Zoe Saldana.
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El malo, con pasado tormentoso (como no), es el desaprovechado Idris Elba al que no se le conoce por estar disfrazo de anfibio o de reptil, no lo sé muy bien.
Un bodrio de película.
¡Qué bien he hecho todos estos años (50) ignorando esta saga!
Allen es como un cuñado que te visita todos los años camino a la playa.
Algún verano lo encuentras encantador, otros te aburre y a veces te saca de quicio.
Es lo que tienen los cuñados.
Este año nos ofrece una comedia ligera que habla del amor y de las relaciones personales con sutileza, sin estridencias, sin melodrama innecesarios.
Se mueve en una sociedad pudiente, ajena a las adversidades de la época.
A mí me resulta irritante que ambiente su dramedia en los años treinta, ofreciendo una visión de la realidad que obvia las necesidades de unos años sumergidos en una profunda crisis.
Su nivel e intrascendencia es mayúsculo. Los problemas que se presentan son banales.
En sus historias de amor hay poca pasión.
Solo la subtrama del hermano gángster resulta divertida e interesante.
Para colmo insiste en explicarnos, con una tediosa voz en off, lo que ya somos capaces de ver y deducir por nosotros mismos.
Allen parece que quisiera rendir un homenaje a una época idealizada que ni vivió, ni conoce.
Kristen Stewart me sigue resultando insoportable y su personaje es detestable.
La falta de profundidad de Jesse Eisenberg no contribuye a crear interés.
Se salva la maravillosa Blake Lively.
Esta chica posee la cualidad especial, que solo tienen las grandes actrices, de enamorar a la cámara y al espectador.
Sus sonrisas son como rayos de sol en las tardes frías de invierno que iluminan y dan calor.
Insisto: maravillosa.
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La fotografía dorada de Vittorio Storaro es impresionante, de una belleza embriagadora.
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Después de escribir mi crítica leo lo que han escrito periodistas más competentes e inteligentes que yo.
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Se deshacen en alabanzas.
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Carlos Boyero escribe:
“‘Café Society’ es de las películas más bonitas de Woody Allen.”
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Me llena de orgullo y satisfacción volver a discrepar con uno de los grandes de la crítica española.
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A mí Café Society me parece un monumento a la banalidad, a la insulsez. El divertimento gratuito y vacuo de un viejo rico.
Me debo abstraer de la intrahistoria de la peli para poder analizarla.
Cimino compone esta obra colosal sobre tres círculos como ejes de su relato.
La rueda de los estudiantes en la Universidad de Harvard.
La ilusión, la juventud, el porvenir.
El patinaje en ese gran salón llamado La puerta del cielo.
Después de la miseria y del sufrimiento hay tiempo, aunque sea breve, para la felicidad.
La batalla circular entre granjeros desesperados y sicarios al servicio de los terratenientes.
El horror, la muerte, la supervivencia.
Cimino hace de historiador relatando la realidad de la colonización y de la emigración a La tierra prometida que se suponía que eran los Estados Unidos.
No tiene consideraciones en representar la miseria y las penalidades de estos colonos.
No viajen en carretas con techumbres blancas tirados por hermosos caballos.
Van cargando sus pertenencias por caminos mugrientos.
La peli habla de la lucha de clases en su declaración más dura, más cruel.
Se juega también con ese triángulo amoroso (Kris Kristofferson, Isabelle Huppert y Christopher Walken) en el que la mujer domina y decide sobre la situación.
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Dos hombres en bandos opuestos, que desean la misma mujer, pero que conservan su amistad.
Pero además de la apuesta ética de Cimino está la apuesta estética, con una cámara que se mueve sin cesar entre los bailarines o que contemplan en hermosos planos generales la realidad que se nos presenta.
Arte con mayúsculas.
Curiosidades y anécdotas:
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Cimino ha fallecido:
No ha habido en la historia del cine nadie parecido a Michael Cimino.
Falleció a primeros de julio en su casa de Los Ángeles. a los 77 años.
La policía lo encontró muerto.
Sus amigos no lo localizaban y dieron la alerta.
Se había operado la cara y no se parecía al Cimino que rodó en 1980 La puerta del cielo.
Se habla que se había cambiado de sexo.
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El director:
Cimino dirigió tan solo ocho películas en su carrera.
Debutó en 1974 de la mano de Clint Eastwood con Un botín de 500.000 dólares.
Cuatro años después se adelantaba a Francis Ford Coppola en la primera aproximación descarnada a la guerra Vietnam.
El cazador llegó antes que Apocalypse now.
Para ella fueron cinco Oscar (incluidos mejor director y película).
Y no sólo eso, una cinta agria y brutal, tan incómoda como amoral, conseguía recaudar 48 millones de dólares.
Había costado 15.
Lo que demostraba que el cine, el de verdad, importaba.
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El fracaso:
Lo que vino después fue sin duda el más bello y descomunal fracaso que ha vivido no tanto la historia del cine como la historia entera de todos los fiascos posibles.
United Artists dejó en sus manos el futuro.
Cimino quedó como depositario de una apuesta monumental.
De lo que saliera de ese ‘western’ basado en la guerra del Condado de Johnson dependía que el director quedara como el único dueño de su obra haciendo así posible y real el sueño de una generación entera de cineastas, o todo lo contrario.
Huelga decir que fue lo contrario. La puerta del cielo se empezó a filmar en abril de 1979 y se acabó por estrenar en noviembre de 1980.
El presupuesto original de 11,5 millones se disparó a cerca de 44.
Lo que entregó originalmente su director fue una epopeya de más de cinco horas de duración.
La película estrenada superaba por poco las dos horas y apenas conseguía recaudar cuatro millones.
El desastre fue tal que ya nada volvería a ser igual.
Se acabó el sueño.
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Treinta años después:
Y sin embargo, cuando en 2012 el festival de Venecia recuperó del frío del olvido y del lugar común una nueva versión de 216 minutos, todo volvió a cobrar sentido.
La perfección impenitente de la obra maestra y furiosamente incomprendida se imponía como una verdad irrefutable.
“Es divertido“, comentaba Cimino en Locarno ante la nueva reacción suscitada por su película.
“Yo jamás perdí la fe en La puerta del cielo. Sabía perfectamente lo que había hecho, dijeran lo que dijeran. Cuando se presentó la versión restaurada en Venecia y Nueva York fue muy halagador ver a toda la gente en pie”.
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Mil biografías:
El Cimino, que contestaba en Locarno a una entrevista, era un hombre que había hecho y rehecho su biografía mil veces.
Según el que preguntara había nacido en 1939 (lo asumido) o diez años más tarde; había estado en el frente en Vietnam o no sabía siquiera donde se encontraba Hanoi; podía presentarse como cineasta o como novelista (publicó una novela al final de su carrera); era hombre o, por qué no, mujer…
“Todo lo que se dice de mí no son más que rumores, tonterías… Y, desde luego, no voy a gastar un segundo en desmentir nada”, decía y en la no-respuesta daba pie a que cada uno siguiera imaginando lo que quisiera.
“Nunca he hecho películas para expresar un punto de vista político. Cuando hice El cazador fui tachado de derechista y fascista; cuando La puerta del cielo, me convertí en un comunista, y en Manhattan Sur resulta que era un racista. Sí, ¿y qué? No hago películas para explicar ideas”, continuaba. Y era ahí, en la indefinición a cero grados donde mejor se encontraba un hombre vestido de blanco, con gafas negras y perfecto en su extraña frialdad.
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La puerta del cielo y United Artits:
“Si los ricos pudiesen pagar a otros para morir por ellos, los pobres se ganarían decentemente la vida.”
Esa demoledora frase marca gran parte de la trama de La puerta del cielo (‘Heaven’s Gate’, Michael Cimino, 1980), considerada el fracaso comercial más grande de la historia del cine, tanto que hundió a la United Artits —ya sabéis, esa compañía independiente que crearon Charles Chaplin, Mary Pickford, D.W. Griffith y Douglas Fairbanks— que se recuperó del descalabro cuando estrenó Sólo para sus ojos (‘Only For Your Eyes’, John Glen, 1981).
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Vales lo que tu última película:
Cimino sufrió una de las máximas de Hollywood: vales lo que tu última película. En ambos sentidos.
Reciente el éxito de El cazador (‘The Deer Hunter’, 1978) —el rodaje de La puerta del cielo comenzó al poco de arrasar aquélla en los Oscars— la productora dio carta blanca —podía hacer literalmente lo que quisiese— a su director para su siguiente film.
Cinco años:
Tras el descalabro, Cimino estuvo cinco años sin poder dirigir, hasta que de nuevo vio la luz con su inmensa Manhattan Sur (‘Year of the Dragon’).
La tijera:
El fracaso de esta atemporal y magna obra probablemente se debe al excesivo corte de escenas que le obligaron a hacer al director.
219 minutos rebajados a 148.
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En final del Nuevo Hollywood:
La película de Michael Cimino arrastra desde 1980 la gran cruz de ser la culpable de haber acabado con el Nuevo Hollywood.
La cinta de Cimino, sobre las luchas entre campesinos, colonos y terratenientes en el Wyoming de 1889, fue utilizada como excusa para voltear las relaciones de poder entre directores y productores, que volvieron a hacerse con el control del show business y lo utilizaron para infantilizar el cine comercial en los ochenta.
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La megalomanía de Cimino:
Biskind, cronista del Hollywood de la época nos cuenta:
“Inflado por sus Oscar, tozudo y tan megalómano que a su lado Coppola parecía Mary Poppins, Cimino había ganado todas las refriegas previas al rodaje de La puerta del cielo, incluido un reparto en el que figuraban, en lugar de grandes estrellas, Kris Kristofferson, Isabelle Huppert, Christopher Walken y John Hurt, y, lo que es más importante, el derecho, establecido por contrato, a pasarse de presupuesto en caso necesario”
Tanto que la cinta, cuyo presupuesto ya había saltado de 7,5 millones de dólares a 10 millones antes de empezar, se disparó nada más gritar ‘acción’.
Tras pulirse el presupuesto en un mes y medio, el director siguió rodando tres meses más.
La primera vez que se mostró a la prensa, el 18 de noviembre de 1979, la cinta duraba tres horas y treinta y cuatro minutos.
El crítico de The New York Times dijo esto al día siguiente:
“La puerta del cielo es un desastre tan absoluto que podríamos sospechar que el señor Cimino vendió su alma al diablo para obtener el éxito que obtuvo con El cazador y que ahora el diablo ha vuelto para cobrar”.
Pánico total y recule: la siguiente vez que se vio el filme había sido mutilado hasta quedarse en dos horas y media.
Ni por esas.
El público dio la espalda a un trabajo que costó 44 millones de dólares (presupuesto, copias y publicidad) y recaudó 1,3 millones.
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Antonio Weinrichter en el ensayo Dentro y fuera de Hollywood. La tradición independiente del cine americano nos explica:
“Fue el título que concentró toda la inquina contra el poder y la soberbia de los directores.
La puerta del cielo, de Michael Cimino, sirvió para que los estudios cerraran la suya a sus colegas más ambiciosos.
Triste ironía, si Hollywood había cambiado debido a los excesos cometidos por los estudios a finales de los sesenta, una década después volvía a hacerlo por culpa de los excesos de los cineastas”.
Scorsese:
“La puerta del cielo nos debilitó a todos.
Yo supe entonces que esa película señalaba el final de algo, que algo había muerto”.
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Coppola:
“Lo que tuvo lugar después de La puerta del cielo fue como un golpe de Estado.
Fue una época en que los estudios se indignaron porque los costes de las películas subían a una velocidad de vértigo y porque los directores ganaban unas sumas increíbles y tenían todo el control.
Por eso, los estudios decidieron recuperar el control”.
Explica el periodista Scott Foundas en una reciente entrevista a Cimino publicada en The Village Voice:
“La puerta del cielo llegó a las salas dos semanas después de la elección de Ronald Reagan, cuya promesa de un ‘nuevo amanecer en América’ contrastaba profundamente con la visión del filme de Cimino sobre el 99% siendo aplastado sin piedad por el 1%”.
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Campo Cimino:
Los protagonistas de ‘La puerta del cielo‘ no se libraron del perfeccionismo de Cimino.
Antes de que se rodase un solo plano de la película, Kris Kristofferson, Jeff Bridges, Christopher Walken y Isabelle Huppert tuvieron que estar muchas semanas aprendiendo diferentes aptitudes imprescindibles para sus papeles: montar a caballo, luchar, aprender un dialecto yugoslavo y, como vemos en una de las primeras escenas del film, bailar sobre patines.
El actor Jeff Bridges bautizó a este periodo de entrenamiento exhaustivo “Campo Cimino“.
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Los extras:
Cimino invirtió muchísimo tiempo en seleccionar a los extras en las escenas de baile, al igual que lo hacía con cada uno de los planos y localizaciones.
El proceso que seguía consistía en ponerlos en filas de doce y clasificarlos según su aspecto y altura.
“Quería encargarse de la selección de los extras y ponerlos en su lugar correcto“, aseguró su director de fotografía, Vilmos Zsigmond.
“Igual se pasaba dos horas para seleccionar y colocar a 50 personas”.
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Retrasos desde el comienzo:
Conociendo las rutinas de trabajo de Cimino, no era de extrañar que al quinto día de rodaje ya llevasen cinco días de retraso.
Uno de los motivos que retrasaba de tal manera todo el plan de producción era la necesidad del director de hacer decenas de tomas de un mismo momento.
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50 tomas:
De escenas como la de Kris Kristofferson borracho, que apenas dura unos segundos en la película, se rodaron 50 tomas, todo un día de grabación sólo para ese momento.
“No estoy acostumbrado a hacer un mínimo de 32 tomas: hacíamos la versión contento, la versión enfadado, la versión triste...”, recuerda uno de los miembros del equipo, Brad Dourif.
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La guerra:
La batalla entre los colonos y los mercenarios requería docenas de caballos, extras, vagones de madera y explosiones.
Coordinar todos esos elementos llevó semanas de planificación y hasta un mes entero de rodaje.
El equipo y los actores se levantaban cada mañana a las 3.30 h para llegar al punto de rodaje, donde les esperaba una jornada agotadora.
Además de la dureza de la situación, el peligro de la escena era más que evidente para los miembros del equipo.
“No sé cuánto tiempo duraban esas escenas, pero era aterrador“, recordaba uno de ellos.
“A cada toma le pedía a Dios que ninguno saliéramos lesionados“.
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Hierba:
Cuando los productores de la película visitaron por primera vez el set de rodaje, las primeras alarmas comenzaron a sonar.
Era evidente la obsesión de Cimino por ver cumplidos todos y cada uno de sus deseos, hasta el punto de protagonizar anécdotas como la siguiente.
Contratar el campo donde tenía lugar una de las batallas de la película no sólo costó una fortuna, sino que además el director quería que tuviera un aspecto exuberante, con hierba verde y salvaje.
Para ello, mandó instalar en todo el lugar un sistema de riego y retirar todas las piedras que pudieran impedir el crecimiento de la naturaleza.
“Por aquí pasarán cientos de personas y caballos y carros y explosivos… ¿Quién se va a parar a mirar la hierba?“, comentó uno de los productores, Steven Bach.
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Las nubes:
Una de las obsesiones más curiosas de Cimino estaba relacionada con las nubes.
Cuando el director no estaba contento con la luz o la posición de los elementos en el cielo, todo el rodaje se detenía para esperar y esperar.
Así lo recuerdan los que trabajaron allí, que cuentan que uno de los trabajadores fue a preguntarle al director cuándo podrían comer.
Él contestó una ya frase célebre:
“¿Comer? ¡Esto es más importante que la comida!“.
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Caprichos:
Algunas de las anécdotas del rodaje del film hablan de caprichos de Cimino que se materializaban en acciones millonarias.
Es el caso del tren que aparece en la película tan sólo unos minutos, y que el director hizo trasladar desde un museo en Colorado hasta el lugar de rodaje en Montana.
Pero claro, la locomotora era demasiado antigua como para circular por las modernas vías del tren, así que tuvo que ser remolcada por otro vehículo para poder llegar al lugar de destino.
Y esa no fue la única exigencia.
Cimino obligó también a la destrucción de un decorado, una calle entera que ya estaba preparada para el rodaje, porque la distancia entre los edificios no era de su agrado.
Toda la calle tuvo que ser reconstruida de nuevo.
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Les Gaspay:
Una de las fuentes de información que ayudó a conocer la realidad del rodaje de ‘La puerta del cielo‘ fue el periodista Les Gaspay.
Al haberle sido denegada la visita oficial al set, Gaspay entró como extra para ver cuáles eran los motivos de los retrasos de la producción y el aumento descomunal de su presupuesto.
El periodista salió horrorizado después de vivir la escena de la batalla.
“Hay extras haciendo un trabajo que deberían hacer especialistas“, aseguró.
“Debido a la loca carrera con caballos, muchas personas resultaron heridas mientras se repetía una y otra vez durante varios días. Algunos de los inmigrantes, en su mayoría extras, son arrojados al barro por sus caballos. Hasta un niño menor de edad fue atropellado por los caballos“, contó el periodista.
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El montaje:
Una vez acabado el rodaje en 1979, la gran odisea era el proceso de montaje.
Y es que fueron un total de 220 horas de material las que se acumularon tras haber roto completamente los planes de rodaje.
Incluso superaron con diferencia la cantidad que resultó del accidentado rodaje de ‘Apocalypse Now‘.
Pese a que la productora del film le pidió un montaje de tres horas, o preferiblemente menos, la primera versión de ‘La puerta del cielo‘ duraba nada más ni nada menos que 5 horas y 25 minutos.
“Como mucho podría recortarle 15 minutos“, les dijo un agotado Cimino.
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Dos condiciones:
Una vez iniciado el proceso de montaje, y viendo que el material existente era inabarcable, los productores del film pusieron dos condiciones inapelables a Cimino:
La película tenía que tener una duración viable para su comercialización.
Debía estar terminada para la Navidad de 1980.
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Montaje secreto:
Empezó entonces una nueva obsesión para Cimino: que nadie viese, modificase o influyese en su montaje.
“Fue bastante divertido en realidad“, recordaba la asistente el editor, Penélope Shaw.
“Tenía barras puestas en las ventanas de la sala de montaje y había cambiado todas las cerraduras para que nadie pudiese entrar“.
Incluso se dice que contrató a un hombre de seguridad armado para que custodiase el material.
Tal era la obsesión de Cimino, que se pasaba 18 horas al día en aquella pequeña sala.
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Maltrato animal:
Esta película es conocida por la cantidad de abuso de animales que tuvo lugar durante la producción.
Peleas de gallos, gallinas decapitadas reales y torturas físicas de los caballos que incluye al menos cuatro muertes probadas.
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Alquiler millonario:
La productora estaba pagando una millonada por el alquiler de los terrenos donde se desarrollaba la película.
Los productores descubrieron que eran propiedad del propio Cimino.
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Cabaña de troncos:
Jeff Bridges compró la cabaña de troncos usada en el set de la peli.
Ahora la utiliza como escapada familiar en Montana.
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Willem Dafoe:
Willem Dafoe, en su debut en el cine, aparece brevemente como un gallero.
Según Dafoe, su papel se supone que era mucho más grande, pero durante una larga espera de iluminación, Dafoe se rió en voz alta con una broma que un extra le dijo.
Michael Cimino estaba tan molesto que lo dejó sin acreditar al final película.
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Orgullosos:
Tanto Kris Kristofferson y Jeff Bridges están muy orgullosos de haber participado en esta película.
Jeff Bridges afirma que cada vez que la ve le gusta más.
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Magic Time:
Muchas de las escenas se rodaron en “Magic Time“, que es el breve período de tiempo -alrededor de cinco minutos- entre la puesta y la caída de la noche, donde se pueden conseguir tonos azules únicos en la imagen de cámara.
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El hombre elefante:
John Hurt abandonó la producción antes de su final ya que fue llamado para interpretar El hombre elefante.
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Wyoming:
Basado en los hechos reales sucedidos en el condado de Johnson en Wyoming.
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Compositor patinador:
El violinista de patinaje es en realidad David Mansfield, el compositor de la banda sonora.
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Largo rodaje:
El rodaje duró 165 días.
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Los franceses:
A pesar del fracaso crítico y comercial de la película, los críticos franceses compararon al director Michael Cimino a autores como Orson Welles y Erich von Stroheim.
Un crítico francés llamó a Cimino “el Tolstoi de la cámara“.
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Los extras:
La película utiliza más de 2.500 extras y artistas de fondos.
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En Montana terminaron hartos:
A medida que el rodaje en Montana se prolongó, coches locales lucían pegatinas que decían “Al infierno con la puerta del cielo“.
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John Williams:
John Williams era el compositor original adjunto a la película, pero dejó el proyecto cuando la película llevaba medio año de retraso y tuvo que empezar a componer la música para El imperio contraataca (1980) y En busca del arca perdida (1981).
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Observar en un burdel:
Isabelle Huppert fue elegida por Michael Cimino después de verla en la peli de Claude Chabrol Prostituta de día, señorita de noche (1978).
Para prepararse para su papel de una prostituta, Huppert pasó tres días de observación en un burdel de Wallace, Idaho.
George Elser intentó asesinar a Hitler en Munich el 8 de noviembre de 1939.
Por trece minutos fracasó.
La peli nos va contando, por medio de flashback, la biografía de este personaje y de paso la historia de la llegada del nazismo a la Alemania de los años treinta.
Lo mejor de la peli es sin duda la interpretación de Christian Friedel que se mantiene inamovible ante los interrogatorios y las torturas.
Un hombre solo pudo cambiar la historia de la humanidad del siglo XX, pero por trece minutos…
No puedo dejar de destacar a la atractiva Katharina Schüttler que con sus ojos verdes me enamoró.
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Ella representa a esa torturada Alemania, casada con una mala bestia de la que no puede escapar.
Tal vez esta peli no aporte nada nuevo y todo suene a ya conocido.
Tal vez se vea lastrada por un cierto aire a telefilm.
Pero resulta entretenida y aleccionadora.
Nos presenta al individuo normal, con virtudes y defectos, que se rebela ante una situación intolerable y que se encuentra solo, pero sabe que algo tiene que hacer para resolver una situación trágica.
Cuando es interrogado, se le pregunta por los que colaboraron con él.
Responde que lo hizo solo porque nadie le hubiera querido ayudar.
Aún así esta peli había despertado mucha expectación.
Su campaña publicitaria, modesta y eficaz, había calado entre el público.
Las críticas han sido malas o muy malas, aún así ha sido la segunda en recaudación este fin de semana, solo superada por Mascotas.
Para los conocedores de los clásicos nos recuerda Doce del patíbulo de 1967 de Robert Aldrich.
Su idea es la misma, pero adaptada al mundo de los superhéroes.
Este grupo de malos es bastante dispar. Los hay pringadillos, como Capitán Boomerang y muy potentes como El Diablo. Uno lanza palitos australianos y el otro unas oleadas de fuego que asustan.
La historia es bastante predecible.
Tal vez la presentación de los personajes tenga fuerza, pero conforme avanza la peli se van volviendo bastante domesticados.
Se van convirtiendo en unas hermanitas de la caridad, en unos flojos.
Will Smith, interpretando a Floyd Lawton, tiene un protagonismo que resulta molesto. El rollo con su hijita está muy visto.
El personaje que tiene una importancia total, el que aporta humor y atractivo es Harley Quinn interpretada por una impresionante e impactante Margot Robbie.
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Ella, y solo ella, consigue salvar a esta peli del naufragio.
Su actuación es estupenda.
Termina siendo la gran heroína de la película y la que más historia tiene.
Además hace buena pareja con este Joker, interpretado por Jared Leto.
Este personaje pide un spin off a gritos.
Y esta actriz un oscar.
Por cierto comentar que Will Smith se enfadó mucho en esta edición pasada de los Oscar cuando no fue nominado por la La verdad duele (Concussion), interpretado a ese médico que pone cara de estreñido todo el metraje.
Salió con el asunto ese, que la Academia discrimina a los negros. Cuando su interpretación era absolutamente penosa.
Esta comedia con toques gamberros trata un tema muy interesante.
Las mujeres de ahora se ven sometidas a una gran presión, porque buscan la perfección.
Tienen que ser buenas trabajadoras, buenas madres, de las que preparan el bocadillo, llevan a los niños a kárate, inglés, violín, danza, fútbol, acuden a las reuniones del AMPA, hacen actividad física, cuidan de su casa y cocinan bien.
Demasiada presión.
A veces, se ven obligadas a soportar a un marido que vive aún en una eterna adolescencia.
Mila Kunis se harta de ser una mujer perfecta y decide pasarse al lado oscuro y ser una mala madre.
Se alía con otras dos mujeres muy diferentes, pero con problemas comunes.
Me cayeron fenomenal Amy, Kiki y Carla.
¡Me he reído tanto con ellas!
Me lo he pasado sensacional.
Mila Kunis, ya me caía bien, pero después de verla en esta peli, la tengo en un altar.
El final, en contraste con el resto de la peli, es demasiado blandito, excesivamente conservador.
Pero he pasado tan buen rato durante el metraje que perdono el desenlace.
Tengo una cualidad especial de olvidar las pelis que no me gustan.
De la que más recuerdo es de la primera (El caso Bourne de 2002).
Paul Greengrass tiene una manera de rodar que me pone muy nervioso.
No para de mover la cámara. Con planos de pocos segundos.
Además el uso de la música, estridente y machacona, colabora a alterar mi sistema nervioso central.
De hecho al principio me sentí un poco mareado.
Dirige un thriller “trepidante”, con una narración confusa.
Matt Damon representa al americano sano y bien nutrido. Ha sido el soldado Ryan, no lo olvidemos.
Es el heredero generacional de Tom Hanks.
Se le identifica como el bueno inmediatamente.
Vincent Cassel se sabe que es el malo a las primeras, además siendo francés.
La peli se desarrolla como mandan los cánones de este tipo de pelis.
Chica guapa (maravillosa Alicia Vikander), malos poderosos, persecuciones de coche que hacen las delicias de los chatarreros, tecnología avanzada, protagonista marcado por su pasado…
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La peli se desarrolla en Islandia, Atenas, Londres y Las Vegas, por este orden.
Pero ha sido rodada en La ciudad de los Casinos y en Tenerife que ha servido de escenario para Atenas y Londres, sorprendentemente.
Jason Bourne no deja de ser la misma película que hemos visto mil veces y veremos mil veces más.
Cine de acción con todos sus ingredientes habituales y poco más que decir.
Sin alma, sin interés, sin novedad.
A pesar de su cámara mareante y de su música irritante con un envoltorio que puede llamar la atención, no deja de tener un contenido vacío de toda originalidad.
“La idea de una película sobre las herejías de la religión cristiana se remontaba a la lectura, poco después de mi llegada a México, de la enciclopédica obra de Menéndez y Pelayo “Historia de los Heterodoxos españoles”.
Esta lectura me enseñó muchas cosas que yo ignoraba, en particular sobre los martirios de los herejes, convencidos de su verdad tanto, si no más, que los cristianos.
Esta posesión de la verdad y la extravagancia de ciertas invenciones es lo que siempre me ha fascinado en el comportamiento del hereje…
Todo lo que se ve y se oye en la película descansa sobre documentos auténticos”.
(Luis Buñuel: Mi último suspiro. Plaza & Janés, 1982, Pág.237)
“Me interesaron las herejías como me interesan las inconformidades del espíritu humano, sea en religión, en cultura o en política.
Un grupo crea una doctrina y a ella se adhieren miles y miles de individuos.
Luego, comienzan a surgir los disidentes que creen en todo lo que predica la religión, menos en un punto o en varios.
Son castigados, echados del grupo, se les persigue, y aparecen enfrentamientos sectarios, en los que se odia más al discrepante que al enemigo declarado…
Leí libros de teología y de historia eclesiástica.”
(Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Pág.:149)
“A mis ojos, La vía láctea no estaba a favor ni en contra de nada.
Aparte las situaciones y las disputas doctrinarias auténticas que la película mostraba, me parecía ser, ante todo, un paseo por el fanatismo en que cada uno se aferraba con fuerza e intransigencia a su parcela de verdad, dispuesto a matar o morir por ella.
Me parecía también que el camino recorrido por los dos peregrinos podía aplicarse a toda ideología política o, incluso, artística”
(Luis Buñuel: Mi último suspiro. Plaza & Janés, 1982, Pág.237)
Después del estreno de Bella de día (Belle de jour), Buñuel le propuso a Carriére hacer una peli sobre herejías.
Se reunieron en el Parador de Cazorla y en tres semanas terminaron el primer guión.
Pensó que eso no le iba a interesar a nadie, pero a Silverman, el productor, le pareció atractivo el guión.
En México durante unas semanas más terminó el guión.
Después regresó a París y se lo presentó al productor.
El tema de las herejías dentro de la Iglesia Católica es un tema que siempre había atraído a Buñuel.
Después del estreno de la película de Godard La chinoise(1967), Buñuel le dijo que era el momento de hacer una película sobre herejías.
Esta peli hablaba sobre unos estudiantes seducidos por el maoísmo.
Buñuel se documentó profundamente y eligió herejías que van del siglo IV al siglo IX.
Todo lo que se dice o aparece en la peli es rigurosamente cierto.
Buñuel afirmaba que no le tenía ningún respeto a Cristo, en cambio tenía la máxima consideración hacia la Virgen María.
Comienza el rodaje el 26 de agosto de 1968 en los estudios Billancourt, pero se vio interrumpido por los sucesos de Mayo del 68 en París.
Se finalizó por fin en octubre.
Estreno en París el 15 de marzo de 1969.
En España se proyectó en marzo de 1977.
En la película se tratan de seis herejías.
Tres grandes: la del misterio de la eucaristía (la transubstanciación), la de la doble naturaleza de Cristo y la de la Trinidad.
Las tres menores son la de la aparición del mal (maniqueísmo), la de la libertad de la gracia y la que engloba todos los misterios de María.
Los dos mendigos son hilo conductor de las diferentes historietas.
Realizan un viaje de París a Santiago de Compostela, con fines poco definidos, raramente son catalogados de peregrinos.
Son dos pícaros, su vida prosaica, ocupada en el día a día, contrasta con las discusiones religiosas que se van insertando.
El viaje que realizan es también temporal, hay continuos cambios de época que se insertan con naturalidad absoluta.
La figura de Cristo es presentada de manera clásica con barbas y túnicas adecuadas, tal vez, el menos erudito de todos los personajes.
Todo el relato está impregnado de humor y de ironía, pero no resulta en ningún momento burlesco.
La comicidad surge del contraste de las situaciones. Diálogos profundos sobre dogmas en situaciones poco congruentes. Como los camareros hablando de la fe y la existencia de Dios, mientras preparan las mesas para la comida.
Sorprendente que con un tema tan poco comercial encontrara productor y distribuidor.
Esta peli, junto con La pasión de Cristo según San Mateo de Pier Paolo Passolini enlaza con la tradición erudita del ateísmo marxista.
“Si para el ateo Pasolini la vuelta al mensaje evangélico y al ejemplo de Cristo representa la única salvación posible para una Iglesia alejada del pueblo.
Para el ateo Buñuel nada es posible y nadie es inocente: la comunicación con el mundo católico ya ha sido dinamitada y al hombre no le queda más que anteponer, al monólogo con lo divino, el diálogo con lo humano”.